Juancho Marqués habla de encontrar la esencia del mensaje. Renuncia a estereotipos y, si pudiera, firmaría ahora mismo un pacto -no especifica si con el diablo- para que este instante de su vida perdure. Crecido en las calles de Aranjuez, inició su periplo musical junto al grupo Suite Soprano, da el salto al vacío y ahora, tres años después de iniciar su andadura en solitario, presenta Álbum Uno como el inicio de una búsqueda personal y musical. El intérprete madrileño actúa mañana viernes 22 en el Aguere Espacio Cultural de San Cristóbal de La Laguna a las 21.00 horas.
Tres discos en tres años, promoción, llegan los lanzamientos del verano y empieza la gira. ¿Descansa en algún momento? «Es una sensación de descanso intermitente. Tengo días sueltos. Es lo que toca. Cuesta visibilizarse y, cuando empieza a funcionar, hay momentos en que es mejor no parar. Necesito sentar unas bases más fuertes como para tomarme un tiempo. Todo es tan dinámico y volátil que, a veces, parece que, si no te estás visibilizando, haciendo cosas, es como si no existieses. Ya vendrá el momento, ahora toca currar».
Llega a Canarias, primero Tenerife y luego Gran Canaria. ¿Cuáles son las expectativas? «Hay ciudades en las que cuesta plantearse cuando tienes un nivel medio. Por la simple razón de que a los artistas nos cuesta un poquillo, sobre todo a los peninsulares, debido a que los gastos de producción son más caros, sabes que al principio vendes menos entradas y te cuesta llegar a cubrir. No obstante, me encanta Canarias, me gusta mucho vuestra tierra. Aparte, había mucha gente que me escribía desde ahí. Al principio, cuando te planteas hacer una gira, son ciudades que se quedan en interrogantes y me empeñé en hacerla independientemente de todo lo que comentábamos. No todo lo que haces tiene que ser exclusivamente valorando el dinero. Era lo que nos apetecía».
Don Patricio, por lo menos, le habrá enseñado a decir guagua. «Sí. Ja, ja, ja… Me estoy ‘canarizando’ un poquito. Todavía me queda».
«Me gusta que la gente no me sepa ubicar en un estilo»
Mezcla estilos, desde el jazz fusión, el rap, pop, trap. ¿En cuál se define? «En ninguno o en todos. Al principio, cuando empiezas, intentas buscar tu estilo y definirte. Me siento más cómodo en la línea urbana, rapera, pero siempre he consumido variados estilos de música. Tanto como oyente como creador quiero acercarme a lo que me gusta. Entonces, me di cuenta de que no estaba cómodo en un estilo solo. En lo que me siento mejor es en la movilidad, colaborar con artistas distintos y aprender constantemente. Intento potenciarlo, que se entienda que mi seña de identidad es la versatilidad, o es la que intento demostrar. Cada trabajo que saco no se parece al anterior. Me gusta que la gente no me sepa ubicar en un estilo. Incluso, cuando me hacen la pregunta entiendo que de primeras no se sabe en qué me defino, y es lo que pretendo».
¿No preferiría sentirse seguro en un espacio? «A lo mejor es una dicotomía vital: buscar más la seguridad o la libertad. La seguridad te da certidumbre, pero la libertad es lo que te hace sentir vivo. Si me quedase así de estático no sería feliz. Cada vez que tengo un reto, un objetivo, la capacidad de absorber conocimientos… Esa sensación de libertad, aunque dé un poco de miedo, cuando te enfrentas a ella descubres un montón de cosas de ti mismo en los demás».
El sonido del saxo de Vic Mirallas es ingrediente indispensable en la producción… «De escucharlo, maravillosamente, de tocarlo ni media nota. En mi casa se escuchaba música de ese tipo, y estaría abierto a probar instrumentos que no vaya a utilizar nunca. Tiendo con lo que más familiarizado estoy, pero en el último disco, contando con Víctor, que soca el saxo increíble, mola que aparezca y que se note su presencia».
¿Se siente orgulloso de Álbum Uno? «Sí, súper orgulloso. Ha sido un trabajo diferente, un reto personal, creo que se hizo desde el principio sin pretensión de vender. Lo único que intenté potenciar es que el proceso creativo fuese un estado emocional de felicidad. Todo el diseño y concepto musical va en torno a esa idea. Fue hecho con un presupuesto ambicioso y fue complicado sacarlo adelante económicamente. Pero ahora terminado es algo de lo que me siento orgulloso y pasarán los años y lo escucharé y me sonará bien porque he trabajado con personas muy profesionales».
«No creo que por ser más violento consiga transformar a alguien»
¿Cuándo se dio cuenta de que era el momento para cerrar el círculo con este disco? «Siempre había intentado, a través de las letras, encontrar el contenido. Tanto un sonido como una frase buena o una melodía se te queda enganchado, te lleva a un estado emocional y es capaz de transmitirte. Durante estos años he realizado esa búsqueda, de la rigidez de la letra o la idea, para buscar la forma. Ha sido una especie de descubrimiento personal. Mis seguidores me han acompañado bastante bien en ese cambio y, después de Cierre (2018), sacar Álbum Uno fue la culminación de ese crecimiento. No es lo mismo, pero me apetecía acabar con una musicalidad orgánica ya que yo venía de un sonido más electrónico. Es una transición».
El símbolo de este trabajo habla de su hermana. ¿Cómo se puede echar de menos o extrañar a alguien a quien apenas pudo conocer? «No es que no la conociese. Los recuerdos que tengo o no tengo no sé si están… En una conversación con Gata Cattana me di cuenta de la razón por la que hablaba tanto de la muerte en mis letras. De ahí, la importancia de mi hermana. Lo que ocurrió es que yo no sufrí el duelo como tal porque era un niño de 3 años cuando ella murió. No lo comprendes hasta que creces. He vivido con su ausencia aunque en mi casa siempre ha estado presente. La idea de la muerte, la trascendencia, el paso del tiempo son cosas que han importado a lo largo de la historia, pero a mí se me acrecentó. Me empecé a hacer preguntas que tal vez no se le suelen ocurrir a un niño de esa edad. Creo que fue lo que más me marcó. Lo que representa, aparte de lo que fue, simbólicamente es ya hasta la idea de Dios, a la esperanza, es como el hilo al que te aferras cuando no tienes fe. Ya no solo es mi hermana, sino todo lo demás».
¿Es creyente? «No, no soy religioso, más bien agnóstico. Creo en cosas, cosas raras, pero no en Dios».
Siendo rapero, no ataca directamente en las letras. No nombra aunque se intuya. ¿Por qué? «Hay veces que sí lo hago con contundencia, pero hay otras que a la hora de convencer o transformar a alguien. Si lo haces de forma agresiva o directa en la que se siente apelado o vulnerable, o susceptible al entender que esa idea va a él, se pone a la defensiva de manera natural. No creo que por ser más violento consiga transformar a alguien. A mí me pasa».
«Muchas veces me he sentido incomprendido o poco valorado y no creo que sea culpa de nadie»
¿El miedo o la duda a no ser comprendido es una constante? «Sí, pero luego lo piensas y dices ‘¿y qué?’. Si quieres transformar algo no puedes pretender ser comprendido. No puedes pretender no molestar a alguien con lo que estás diciendo ya que, si no, no estás transformando absolutamente nada. Sé que no voy a ser entendido en muchas ocasiones, pero, si sigues tu camino y tu verdad, pasa el tiempo y puede que obtengas resultados que nunca pensaste y la gente te lo reconoce. En la música me ha pasado, muchas veces me he sentido incomprendido o poco valorado y no creo que sea culpa de nadie. A veces llega más, menos, los factores son muchísimos, aunque todo el mundo necesita que se le comprenda o reafirme».
Escribe en primera persona y da la sensación de que nunca guarda nada. ¿Hay algún momento en el que no haya podido expresar algo? «Creo que no. El único espacio en el que me he permitido ser honesto de verdad es en la música. Para lo bueno y lo malo. También se ven los defectos que he tenido durante mi crecimiento personal. Los que me han seguido durante un tiempo han ido pudiendo ver cómo he ido corrigiendo detalles o cambiando la forma, hasta el tono».
¿Sería capaz de interpretar algo que no fuera suyo? «Sí, pero me tendrían que transmitir algo. Incluso sería incapaz de interpretar canciones mías antiguas. A lo mejor si tienen frases que no me gustan… Luego me lo ponen en titulares. Supongo que nadie lo dice, a mí no me importa reconocer que me equivoco».
¿La autocrítica en la escena musical a veces brilla por su ausencia? «Lo estaba hablando hace poco. Es verdad. Nunca nadie empieza diciendo que se ha equivocado, la culpa es del otro. Así funciona todo, en la política, la música, la vida real… Si eres capaz de ser crítico contigo mismo seguramente tengas empatía con el otro. Es algo que se trabaja».
«La idea de Álbum Uno nació, sobre todo, al conocer a María José Llergó»
Una de las colaboraciones más potentes es la que tiene con la cantante María José Llergo. ¿Qué ha descubierto con ella? «La idea de Álbum Uno nació, sobre todo, al conocerla. La llamé para hacer la colaboración de Quema y también se logró Nómada. No se preocupó del número de seguidores que tenía yo, ni nada que tuviera que ver con ventas. Nada. Solo le importaba que hiciéramos algo con esencia, que no fuera machista y fuese transformador. Se notaba que tenía un trasfondo potente. Antes de eso, estuvimos hablando varias horas por teléfono y encajamos muy bien».
Y la conexión vino en el estudio… «Cuando vino al estudio estuvimos tan a gusto con ella y los músicos que vinieron a participar. Lo que me enseñó fue una especie de renacer. La idea del disco habla de eso. La portada es negra y hay un roto en dorado que habla de estos conceptos: de la esencia. En la música prima, a veces, lo visual antes que el contenido del fondo. No es que me parezca mal, yo lo utilizo para captar la atención del oyente. Pero se consume mucha música con los ojos y, a veces, pues se deja de escuchar. Buscaba darle la vuelta a ese concepto. Eso me lo volvió a enseñar María José al verla sin pretensiones, lo único que le importaba era hacer las cosas de verdad. Eso me recordó por qué empecé a hacer música».
Desde su posición actual, ¿ya puede hablar de esa libertad? «Esa libertad no la sientes nunca. Y te digo más, a mí me iba muy bien con el grupo y cuando hace tres años empecé en solitario vi que bajé muchísimo, que ni me daba para pagar el piso. No es esa sensación sobre si va a funcionar o no. Me refiero que a la hora de crear este disco no pensé en la venta, aunque intente moverlo y que funcione, pero lo utilizo como medio y no como fin».
Habla sobre la religión, el machismo, el consumo de drogas, las problemáticas sociales… ¿Es una decisión personal o un deber de artista posicionarse? «Es algo personal, no es algo que se haga como artista o no. Todo tiene que ver con la política, en el sentido de que esta es la forma de gestionar el poder. La música tiene un poder de influencia en la gente y yo sé que en ese sentido tengo ese poder. A nivel personal, siento una responsabilidad. Por ejemplo, cuando nació mi sobrino me di cuenta de que me daba vergüenza ponerle según qué letras. Tanto para mi sobrino como para el resto de chavales, da igual la edad que tengan, hay cuestiones que no quiero que se reproduzcan. No creo que sea un imperativo, es ya una cuestión vital: es si priorizas el individualismo o la solidaridad. Me he equivocado muchas veces, pero me gustaría que en el tiempo que me quedase de hacer música tendiese a ese tipo de cosas».
«Con el gazpacho»
¿Cómo definiría el momento que está viviendo? «Creo que es el momento más feliz desde que llevo haciendo música. Es el que más a gusto conmigo mismo me siento, cuando más experiencia y herramientas tengo, también tengo más capacidad y el momento en el que más vienen a verme a mí y a mi grupo. Es un momento muy bueno. Como también sé que esto no es para siempre, me siento agradecido. De verdad. Vine de Barcelona y veía los vídeos, y claro, hay muchas ciudades a las que he vuelto durante esta gira y que recuerdo perfectamente si me costó, si fue difícil, como cuando no tenía un duro. Entonces, es como recoger lo sembrado este año. Me siento afortunado».
¿Queda algo de tristeza, a lo Benedetti? «La siento menos que nunca. Me he sentido tan triste otras veces… He mejorado, madurado, he fracasado y me he levantado, me siento más seguro de mí mismo. Me siento bien. Sé que llegará otro momento, esto es dinámico y cambiará».
¿La autodestrucción es inspiradora? «Es algo que se suele decir, que cuando estás jodido escribes mejor. No lo creo, simplemente escribes distinto. Para mí escribir es estar conectado con el estado emocional. Si eres feliz también eres capaz. A lo mejor hay quien se expresa más cuando está jodida, pero me he dado cuenta de que los momentos de inspiración hay que buscarlos como un espacio para crear, con gente, acompañado, que te entienda, fluyen las cosas igual».
En Summer Series da un giro completo y se va a lo comercial. ¿Cómo surge? «Venía de hacer Álbum Uno, un trabajo laborioso, y me apetecía hacer algo más instintivo, fresco, más bailable y me parecía que el formato de verano encajaba con esa sensación. Era por seguir haciendo música. Con el disco se tardaba en crear cada pieza, así que quería hacer algo más simple, por disfrutar con los amigos. Al final, grabé el videoclip yéndome tres días de vacaciones con mis colegas, sin más, creo que es eso. Hacer música».
Y si le quitaran la música, ¿con qué se quedaría? «Con el gazpacho. Ja, ja, ja…».
¿Sería profesor? Creo que lo ha dicho… «Sí. Me gusta transmitir a los demás. A lo mejor estaría en un curro normal. No sé a dónde me hubiera llevado la vida. Profesor, sociología, antropología, historia… La radio también me mola. Consumo bastante podcast».
«A lo mejor puede haber alguien que me esté escuchando que sea capaz de hacer un Álbum Dos, un Tres…»
Forma parte de una escena musical y cultural, sabe que marca a mucha gente y conoces qué significa. ¿Esto es trascender? «Soy consciente de que esto ocurre, sí. Pero cuando pienso en trascender no sé si me refiero a esto en concreto. No me refiero a una sensación individual aunque sé que ocurre. No estoy en el momento en que alguien se emociona en su casa escuchándome, pero sí siento la energía de la gente en el concierto pero me molaría ver las caras concretas o estar dentro de mi propio concierto para ver los detalles».
¿Entonces? «Sí es trascender porque estás traspasándoles de alguna forma, estás perviviendo con tus ideas o pensamiento, pero lo llevo más allá. Es el plano de transformar a la gente y, otro más allá, de transformar a alguien que crea algo por encima de lo tuyo. Por eso, lo llamé Álbum Uno, no porque crea que voy a cambiar el mundo, pero a lo mejor puede haber alguien que me esté escuchando que sea capaz de hacer un Álbum Dos, un Tres, un Diez, que transforme mucho más allá de lo que he hecho yo. Prefiero tener esa ilusión».
«No me importa que me escuche alguien al que le va el reguetón o la clásica, sino que encuentren algo de sí mismos en mi música»
¿Qué opina de la escena musical actual? «Al final, sea un estilo u otro, es siempre lo mismo. Canciones bailables, ritmos fáciles y directos. No es lo que más consumo, está hecho para lo que es. Tampoco lo critico. Lo que no me gusta es que todo tienda a eso. Tampoco soy hater de ningún estilo ya que hay para cualquier momento, incluso de cachondeo, pero lo que me aburre -si te estaba diciendo que antes que lo necesitaba en mi vida era movilidad- es que te suene a lo mismo como sencillo y simple. Cuesta que se visibilice artistas buenos, tanto dentro de lo comercial como podría ser un John Mayer. Pero no es lo que te van a poner en un garito para bailar».
¿Y alguna traba? «Dentro de lo que estoy haciendo intentarse diferenciar es complicado. Saber cómo lo van a enfocar. En mi caso, los festivales es difícil que te encasillen. Pero una vez te van saliendo bien las cosas y la gente te escucha se convierte en un sonido transversal, que es lo que busco. No escribo pensando en raperos, sino a un igual. No me importa que me escuche alguien al que le va el reguetón o clásica, sino que los dos encuentren algo de sí mismos en mi música».
«Hasta hace dos meses no había recuperado el dinero del disco y me tuvieron que dejar dinero para pagar el piso»
Se promociona con marcas, sus propios productos. ¿Hay bombardeo mediático? «No. Veo a la gente que es más conocida que yo y me siento lejos de eso, y a veces lo agradezco. Tengo capacidad de decisión. Escojo lo que me apetezca y si son eventos intento ir con amigos, con Don Patricio voy a casi todo, sé que si es aburrido pues voy a echarme unas risas con él. Como estoy un poco de vuelta, no me preocupa ‘molar’. Lo único que me interesa es vivir de la música todo el tiempo que pueda. ¿Tengo que ir sitios? Pues voy. Pero no priorizo mi visibilidad en otras marcas. Si es un apoyo, de puta madre, pero, si no, tampoco lo necesito».
¿Prefiere estar de vuelta? «Lo prefiero. Hay cosas que aprendes solo a base de equivocarte un montón de veces. Si me hubiese pasado antes lo hubiera gestionado peor. Todo tiene sus pasos. Lo que sí que no pretendo ahora es correr. Quiero que permanezca en el tiempo. Si me dijesen de firmar lo que estoy viviendo ahora para siempre, lo firmaba ahora mismo. No necesito llenar un estadio. Necesito que se me siga acompañando en los conciertos. No es un objetivo vital, en otra época habría estado confundido y me hubiera comparado, pero ahora solo lo hago conmigo mismo. Veo que a los sitios que voy viene más gente que en toda mi vida: para mí eso ya es un éxito».
¿Ha recuperado los 40 000 euros que invirtió? «Más o menos [risas]. Fueron adelantos, ahorros… Hasta hace dos meses no lo había recuperado y me tuvieron que dejar dinero para pagar el piso. No pasaba nada porque tenía la certidumbre de que tenía muchos conciertos y lo iba a recuperar. Te tienes que saber organizar. A veces te llega mucho dinero y otras te ves tieso. Por ejemplo, hay que buscar el equilibrio, nosotros ahora estamos guardando un porcentaje para invertir en equipo, ese tipo de detalles que te permite crecer».
Y sobre las redes sociales, ¿no delega? «Para eso no las tengo. El sentido es expresarse libremente y que se sepa. Tampoco le doy un uso obsesivo, tengo una noción de cómo funcionan y con eso me vale. Me da igual perder x seguidores y las voy gestionando como me apetece desde una visión profesional, con mi obra, que sí es lo que quiero mostrar».
«La gente me está dando cariño en todos lados. Por eso, me siento agradecido y feliz»
De los conciertos que ha hecho hasta ahora, ¿con cuál se queda? «Todos han sido especiales. Por ejemplo, el de Barcelona era la primera vez que llenaba la Sala Apolo después de tocar muchas veces ahí, o en Alicante que fue el primer concierto de la gira. Allí fue donde hace tres años metimos a sesenta y pico y este año unas 900… Ver el cambio es una recompensa. La gente me está dando muchísimo cariño en todos lados. Por eso, me siento agradecido y feliz».
Un ¡viva España! al final del concierto en Barcelona… «Ja, ja, ja… Al revés, para nada, no tengo prejuicios ni nada. De hecho, tengo una canción en el disco en catalán. Estas ideas de nación, conflictos, no las tengo».
¿Y el 10N cómo lo vivió? «Si te digo la verdad, siempre me he cabreado, pero esta vez no tanto. Ya me lo esperaba y me parece casi lo mismo, como salido del armario de alguna forma. Los que eran votantes de derecha se han radicalizado y… Me da pereza hablar sin poder matizar, como en Twitter, donde no se entiende la profundidad del pensamiento que tienes. Estoy aburrido. Parece que existe solo eso cuando también hay más temas importantes sobre los que se necesita hablar».
En varias entrevistas habla de la formación musical. ¿Por qué no aprendió desde un principio? «No tenía un entorno que lo fomentara. Me acuerdo de que cuando me compré una guitarra mis colegas se partieron el culo, y me la sudaba. Me puse a dar clases yo solo y dentro del rap conocí a gente que iba por su cuenta. Me gusta rodearme de músicos porque tengo esa parte anárquica y espontánea que los demás, con sus conocimientos, le dan sentido. Toco la guitarra, pero sé que no voy a ser un buen guitarrista, es más, no tengo tiempo ni ganas, no voy a ser un erudito. Son muchísimos años, dedicación y talento y al final…».
¿Formación académica versus autoaprendizaje? «Es un debate que tengo. Mi guitarrista es un virtuoso y es cero de Conservatorio. No considero que una cosa u otra. He trabajado con gente de Conservatorio que al final se rigen a una metodología concreta que les vuelven rígidos. No voy a infravalorar lo que hace un músico, pero a veces también te limita. Cuando hicimos el concierto en la Riviera trajimos a un coro y el director, que escucha música del Renacimiento, nunca en la vida se le hubiera pasado escuchar mi música, y ves la emoción de repente dentro de las canciones. Ha sentido lo mismo que yo. Ni mejor ni peor, sino diferente. Todas son válidas».
¿Prefiere el ensayo o el culmen del concierto? «Para mí el culmen es antes, ni siquiera el concierto, es el proceso creativo cuando terminas una canción. Me he dado cuenta durante esta última etapa que el momento que más disfruto es el de la composición. El concierto es el plus, pero casi más cuando terminas una canción».
«Siempre he creído que me iba a pasar esto»
¿Sus padres se imaginaron que llegaría hasta aquí? «Mis padres pensaban que eran ideas de un chaval. No es que no les gustase, pero me insistían en que estudiara. Lo típico. Llegó un día que les dije ‘¿ah, sí? Pues venid a este concierto’ y entonces se callaron. Ja, ja, ja… Mi madre sí que lo comprendía más porque le gusta pintar, escribir, pero mi padre es más racional, de estudiar, tuvo más la lucha. Una vez que les llevé a un concierto y vieron la sala llena con mil y pico personas en Madrid, se calló, y hace cinco años que no lo escucho».
¿En qué está trabajando ahora mismo? «Voy a hacer un proyecto de otras tres canciones pero un formato diferente. Más rap y contenido con letras».
Entre esos mil pecados de los que habla en la última pieza del disco, ¿cuál no se perdonaría? «Contaminarme. Durante muchas épocas de mi vida me contaminé del entorno que no me hacía bien. Revisándome, y por lo que me ha dicho mi familia, era un niño con buena esencia, la cual durante un tiempo perdí. Es parte del crecimiento, cuando eres chaval estás más perdido, no sabes qué hacer. No es algo exclusivo mío. Al principio sí me castigaba mucho, pero ahora lo veo como algo que me ha llevado a potenciar lo que persigo ahora».
¿Qué recuerdo le acompaña siempre? «Ahora, cuando miro para atrás, pienso que era un iluso. Evidentemente, fruto de la experiencia, el camino no ha sido fácil pero he ido avanzando sin darte cuenta. Es la única cosa en la que he tenido fe de verdad: siempre he creído que me iba a pasar esto».