Aarón González estudia Magisterio en la ULL, tiene veinte años y toca dieciséis instrumentos musicales. La lutería forma parte de su vida desde los catorce años, cuando arregló un desgastado bajo eléctrico que le regalaron. Desde ese momento, la curiosidad le condujo a seguir indagando en el oficio, defendiendo que el instrumento no solo hecho para sonar sino también para inspirar. Construyó su primer timple estando todavía en el instituto y ha fabricado cerca de veinte instrumentos de cuerda a la carta. Se considera autodidacta y mantiene que, sea como fuere, la música estará en su vida.
El camino para saber fabricar timples no fue fácil. Superó las dificultades, como dice el músico, «a ensayo y error». El problema estaba, asegura, en que había muy poca información en Internet para construir un timple. Por eso, decidió transportar las guías de fabricación de guitarras al instrumento canario. Pidió consejo a algunos luteros del municipio de La Orotava, y con mucha dedicación, creó su primera obra.
«Mi almacén de maderas es el sitio que más me gusta»
Los planos, los moldes, la calibración y el barnizado, son algunas de las tareas que realizan quienes se dedican a la lutería. Aarón, que se vio atraído por poder crear instrumentos musicales a su gusto, ahora trata de refinar su técnica pensando en los pequeños detalles. Propone plantillas a sus clientes y, además, una gama de maderas internacionales que guarda a buen recaudo. «La madera de la tapa debe elegirse bien, porque representa el 80% del sonido del instrumento», dice el músico.
A partir de estar tres años expuestas en una zona húmeda y con los cambios de temperatura adecuados, las saca del cuarto donde las guarda para combinar las comunes con las exóticas. Por ejemplo, el palosanto de India o el cedro canadiense, junto al nogal o el cedro canario. «Uso maderas de todo el mundo y de todos los colores: amarillas, verdes, distintos tonos de marrón, blancas, negras, rojas o violetas», afirma con orgullo. El lutier considera su almacén como su sitio favorito porque es de donde sale el instrumento.
Después de la selección de maderas y los preparativos, sigue la forma tradicional del «tacón español», es decir, une la tapa, el lado y el mástil, para poner luego el fondo. «El timple tiene una parte curva por detrás, «el camellito» o «la jorobita», y es lo más complicado de hacer», apunta.
«Me gustaría poder transmitir las ganas de aprender música a estudiantes»
La música acompaña a Aarón desde los cinco años, cuando comenzó a tocar el teclado. A partir de entonces, su pasión le ha llevado a aprender a tocar dieciséis instrumentos en total de percusión, viento y cuerda. Este afán por la aprender también lo notaron sus profesores, y por ello, desde los trece años, forma parte del Grupo Folclórico Támbara. Ha estado en dos grupos de rock, es intérprete, lutero, profesor particular de piano y guitarra, y espera lograr mucho más.
«Cuando pasas cierto tiempo en la música, es raro que te puedas desprender de ella», dice el universitario al preguntarle sobre el futuro. Por eso, desea intentar transmitir las ganas de aprender música y tocar instrumentos, convirtiéndose en profesor de Música.