Juan Carlos Cabrera cree que el deporte proporciona una necesaria paz mental a las personas. Foto: Kevin J. García

«En Cuba hay una cultura deportiva importante. Siempre se practica algo»

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Juan Carlos Cabrera es un luchador de yudo que ostenta el cinturón negro en una actividad que lo cautivó desde muy pequeño. Nacido en Cuba y con ascendencia canaria, recuerda su etapa en campeonatos cubanos donde llegó a competir a nivel nacional contra medallistas olímpicos. El deporte estuvo presente en su día a día en un país en el que se convirtió vital practicarlo con la entrada de la década de los años sesenta. Ahora, asentado en Tenerife, mantiene las ganas de ejercer como instructor para enseñar a la gente que las artes marciales solo aportan beneficios para la salud de las personas.

¿Cuándo empezó con el yudo? «Empecé justo en el tercer año de cursos primarios. En mi provincia teníamos dos tatamis, que son salas especializadas en las que luchan unos treinta o cuarenta atletas. El siguiente año me uní a una escuela de iniciación deportiva tras haber sido campeón provincial once veces en mi categoría».

¿Cómo nació esa curiosidad por practicar algo que no parece ser tan popular? «En Cuba lo más conocido es la pelota, que aquí denominan como béisbol normalmente. Sin embargo, desde que nací, en las calles se reunía el pueblo para ver quién ganaba en las luchas. Eso empezó a despertar en mí un interés que fue cogiendo fuerza con el tiempo hasta el momento en el que me apunté a una clase y se convirtió prácticamente en mi vida».

Parece que llevaba aspiraciones para llegar a lo alto. ¿A qué nivel llegó a competir? «A la misma vez que estaba estudiando para graduarme en biología llegué a conseguir algunas medallas, como la de oro en un campeonato que se realizó entre todas las facultades. Y debido a puestos como ese me quisieron llevar a combatir a niveles más altos, pero como eran en La Habana me quedaba muy lejos de mi casa y no accedí. Pero fui a competencias nacionales en las que quedé siempre del quinto puesto para abajo, y hasta me otorgaron el cinturón negro a los 16 años».

El judo tiene su origen en japón y consiste en intentar derribar e inmovilizar en el suelo al oponente con diversas técnicas. Foto: PULL

«Me enfrenté a medallistas olímpicos como José Rodríguez Carbonell»


En esas competiciones más exigentes supongo que existía una dificultad importante. ¿Tuvo rivales reconocidos? «Por eso mismo quedaba en esos puestos. Tuve que luchar contra figuras como el medallista olímpico, José Rodríguez Carbonell. También Ricardo Tuero, que fue bronce en competiciones panamericanas. Incluso algunos que en estos momentos son profesores como Valentín Lizanos Luna. Todo esto fue alrededor de 1970, en aquella época Cuba tenía grandes campeones y yo tuve la suerte de enfrentarme a algunos».

¿Estaba entre sus opciones estudiar algo ligado a la educación deportiva? «Mi carrera universitaria tenía un enfoque educador. Me hubiese gustado estudiar algo relacionado con las Ciencias del Deporte, pero acabé en Biología porque no conseguí hueco con mi nota de acceso. Pero eso no me alejó de lo que me gustaba, al mismo tiempo que estudiaba la licenciatura era el encargado de mi universidad en coordinar torneos de karate y taekwondo. Organizaba a los equipos y sus viajes a otros lugares».

¿La gente solía realizar actividades a diario? «La educación mantenía una conexión total al ejercicio, el alumnado entrenaba en su disciplina después de terminar las obligaciones de cada día. El deporte está masificado en Cuba, existe una cultura muy grande en este sentido. El que no practica judo está en gimnasia o béisbol. Recuerdo que eran gratuitas y se podía apuntar cualquiera».

«En Cuba se practica la lucha canaria»


¿Qué le diría a quienes consideran los deportes de contacto como agresivos? «Tienen que entender que se practican para ver las técnicas que se llegan a aprender luego de mucho esfuerzo. Yo me acuerdo como los combatientes cantábamos las canciones que el profesorado nos enseñaba, el compañerismo no se ausentó en ningún momento. Puede haber alguien que se escape de lo normal, pero no se puede generalizar».

Cuba siempre ha mantenido un contacto estrecho con las Islas. ¿Llegó ese sentimiento de alguna manera al judo? «En Cuba llegué a hacer lucha canaria. En mi municipio justo fue el lugar en el que primero se empezó a llevar a cabo ya que existen grandes comunidades canarias. Incluso se llegaron a hacer torneos nacionales. Si vas para allá verás que se conocen a los descendientes canarios como isleños, unos habitantes que han sido muy trabajadores».

¿No ha pensado en convertirse en instructor de yudo? «Me encantaría dar clases porque yo ya había ofrecido algunas en Cuba y a mí el yudo me apasiona. El problema es el costo para la homologación del título que se requiere».

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