Tras varias horas de maquillaje, vestimenta y una divertida pero laboriosa preparación, en un proceso casi de metamorfosis, nace Bency Superstar. Ella es una exuberante mujer, segura de sí misma y de su andar. Con una mirada feroz y unos ojos color azabache luce los más despampanantes vestidos, la mayoría en colores rojos, destacando así su tez morena. Con pelucas que varían según su antojo se transforma continuamente en lo que quiere ser, pero con la última finalidad de lucir lo más diva posible.
Sin embargo, tras esas capas de maquillaje y de cejas perfectamente arqueadas se esconde otra persona completamente distinta. Su nombre es José Joaquín Fernández. Con 38 años de edad y establecido en Lanzarote, el artista de origen cubano le debe su vida al espectáculo.
El bailarín profesional empezó su carrera artística en el famoso Cabaré Tropicana en la Habana, Cuba. «Comencé a realizar Drag en el Cabaré Tropicana. Mis compañeros y yo nos transformamos e imitamos al reconocido grupo musical femenino dominicano llamado Las Chicas del Can. Esa fue mi primera vez de tantas», sentencia.
Pero las ansias de manifestarse artísticamente se trasladaron de un continente a otro. Luego de mudarse a España, realizó varios eventos en las Islas Baleares y Canarias, pero no fue hasta un buen día que la oportunidad de revivir a su personaje le hizo plantearse a qué se quería dedicar realmente.
Ante un contratiempo del hotel donde se presentaba nace su personaje. Entre risas confiesa que «un día la empresa me pidió montar un show de cabaré inspirado en el musical de Liza Minnelli, para el que yo necesitaba a dos mujeres y a un hombre, pero éramos solamente una mujer y dos hombres. Hablé con la dirección y por políticas económicas no me podían contratar otra bailarina, así que, sin perder tiempo, decidí que yo sería la bailarina que faltaba. De esta manera creé el personaje de Bency Superstar, la cual salvaba los shows en aquella época».
«El Drag nunca se termina»
El nacimiento de Bency Superstar recibió el visto bueno del público, pero para ella eso no es suficiente. Bency es decidida y trata cada día de mejorar tanto a nivel actoral como de persona ya que, en sus propias palabras, «el Drag nunca se termina».
José Joaquín Fernández, quien lleva en el mundo del espectáculo desde los 14 años, agradece el apoyo que tuvo de su familia, que comprendió desde muy temprano la versatilidad y expansión que conlleva en sí una disciplina de este tipo. Por ello, sabe que ha sido afortunado y que no todas las personas pueden correr con igual suerte: «Homofobia y rechazo hay, pero es algo que no afecta si sabes que estás haciendo un trabajo profesional».
La inestabilidad laboral en España hace que no se pueda vivir completamente del Drag
Con un futuro por delante algo incierto, anhela poder dedicarse al Drag los 365 días del año, pero tras chocarse ante un muro de realidad confiesa que es un arte muy caro, «¡en especial por las pelucas!», señala. Tiene muy claro que intentará todo lo que esté a su alcance para no abandonar su pasión; una afición que demanda el dominio de muchos aspectos como el maquillaje, movimientos escénicos y una buena presencia, además de otra serie de factores que demuestran el compromiso y dedicación de cada una de las personas en este arte.
El Drag enseña con canciones rítmicas y pasos atrevidos que la interpretación no tiene por qué estar siempre ligada al género. «El arte del Drag es totalmente performático. Aunque quienes lo hagamos más visible seamos la comunidad LGTBIQ+, la verdad es que la preferencia sexual o el género nada tienen que ver con quien decida ejecutarlo». Pese a las dificultades que comprende ser Drag y consagrarse plenamente a ello, cree que se le debería dar una mayor importancia este tipo de arte, que al fin y al cabo es una forma más de expresión.
Al acabarse la función se descorre lentamente el maquillaje y las lentejuelas esparcidas por el piso dejan entrever que la música ha llegado su fin, y con ella la actuación. Tras quitarse los complementos uno por uno, especialmente los altos tacones, los pies doloridos reposan en el piso frío que le hace volver a la realidad del sueño que acaba de protagonizar. Es en esos momentos cuando logra la plenitud, ya que en sus labios rojos desgatados por los sudores se puede escuchar lo siguiente: «El arte Drag me da otro tipo de fortaleza y seguridad en un rol que como varón no puedo hacer o ejecutar correctamente».