Sebastian McLean es profesor, traductor de inglés y le gusta escribir y leer. Ha escrito Tierra de Van Diemen, un libro basado en hechos reales. Además, ha sacado la segunda edición de esta. Es una novela de aventura sobre Australia a principios del siglo XIX. Ha sido mochilero y está en proceso de escribir una novela sobre sus experiencias. «Es muy dinámica, entretenida y fácil de leer», afirma el escritor.
En la sinopsis indica que está basada en hechos reales y que «Thomas Bodenham es condenado injustamente», ¿quién es el protagonista? «La historia gira en torno a este chico, un joven que vivía en Irlanda a principios del siglo XIX y que fue condenado de manera injusta por una ofensa menor y trasladado a Tasmania (una isla situada al sur de Australia), que fue la cárcel de Inglaterra durante esa época. Allí, nuestro protagonista se enfrenta a numerosos retos e innumerables peligros».
¿Qué fue lo más difícil de hacer en la vida real de lo que relata en el argumento (enfrentarse, escapar o convivir)? «La novela refleja los problemas de la época en un entorno muy peculiar. El conflicto con los aborígenes tasmanos, las duras condiciones de trabajo de los convictos y, con ello, la aparición de los forajidos (convictos que decidían escaparse y vivir en los bosques), entre otros».
Si pudiera describir este libro en una frase, ¿Cuál sería y por qué? «Es difícil para mí describirlo en una sola frase, pero supongo que si tuviera que hacerlo diría que Tierra de Van Diemen es una novela de aventuras en su sentido más puro. Tiene acción, aventuras y romance. Está inspirada en autores que a mí me gustaban de niño como Julio Verne o Alberto Vázquez Figueroa».
Como lector habitual, ¿Qué suele leer? «Leo para que me inspiren de una u otra manera, que me ayuden a expresarme mejor y que canalicen mis ideas. No tienen porque ser tendencias actuales ni de una línea de género concreta. Un autor que nunca falla es Gabriel García Márquez. También, está la narrativa de Herman Hesse que me parece espectacular, o la manera tan divertida de escribir de Bill Bryson. Además, cada cierto tiempo reviso los clásicos, pero también leo poesía, el National Geographic y el País Semanal. Al fin y al cabo, de todo se saca algo».
¿Cuál fue el motivo por el cual decidió contar su historia? «Fueron varios motivos, pero el más acuciante fue que, estando en Tasmania, me di cuenta después de un tiempo de mucho deambular, preguntar y leer, que ahí había una historia. La vi en mi mente de forma nítida. Me sorprendí mucho cuando vi que nadie había escrito una novela al respecto. De repente, se me había aparecido como una epifanía, iba a tener que escribir sobre ello yo mismo».
¿Qué fue lo más difícil de relatar de esta historia tan compleja? «El contexto histórico y la falta de referencias bibliográficas. Yo quería ser fiel a la historia y poder discutir con un historiador si fuese necesario. Me sorprendió mucho ver que no había prácticamente bibliografía al respecto. Los aborígenes tasmanos habían sido exterminados y no podía contar con su versión. Del lado de los ingleses había muy poca información y estaba muy sesgada, así que eso me supuso un gran reto».
«Escribir es terapia»
¿Tiene un espacio o rutina concreta en donde escribir? «Rutina sí, por supuesto. Sin rutina no consigues nada, pero yo creo que la inspiración no existe como tal. Uno se pone a escribir como el que trabaja en un oficio, día sí y día también, hasta que poco a poco van saliendo cosillas que más o menos te satisfacen. Eso luego hay que seguir trabajándolo y puliéndolo hasta conseguir un producto final, del que por fin te desprendes como el que ha estado pintando la misma pared un año seguido».
¿Espera a que llegue la inspiración y se pone a escribir en cualquier lugar? «Hay momentos de inspiración, sin duda, pero llegan después de muchas horas de estudio y trabajo. No hay varitas mágicas ni milagros. Existe el esfuerzo, la constancia y la perseverancia, que no tiene porqué traducirse en éxito, pero que desde luego que sin ellos no habría un solo libro en el mundo».
¿Tiene pensado seguir su carrera como escritor? «Sí, de hecho estoy metido de pleno en un segundo proyecto. Un relato de viaje de mis años de mochilero en los que recorrí más de treinta países a lo largo de más de diez años. Estoy disfrutando mucho del trabajo y espero que vea la luz este verano».
«La inteligencia artificial me preocupa e intriga a la vez»
¿Qué opina de la inteligencia artificial y los nuevos medios de lectura? ¿Cree que es una ayuda que beneficia a quiénes se dedican a la escritura? «En cuanto a los medios de lectura, como el e-book, creo que es un avance porque agiliza mucho y promociona la lectura. En cuanto a la inteligencia artificial (IA) como medio de producción narrativa, me preocupa y me intriga a partes iguales. Me asusta porque está lejos de asemejarse a la creatividad humana y eso nos pondrá en un punto de incertidumbre en el que nunca hemos estado anteriormente. Sin embargo, también me genera interés porque desde luego que el potencial de la IA es enorme y utilizado con sentido común puede ser una gran herramienta».
¿Qué mensaje le gustaría transmitir con lo que ha vivido tras crear esta obra? «Leer te ayuda a entender el mundo, de lo que estamos hechos y hacia dónde vamos. Escribir es terapia, es autoayuda y es entregarte a algo con todo tu ser. En ambos casos no se me ocurre nada mejor en lo que invertir tu tiempo».