La emancipación es uno de los objetivos que tiene la juventud para marcar la transición hacia la vida adulta. Sin embargo, las personas españolas no consiguen alcanzarla debido a las elevadas tasas de desempleo juvenil y a las características que definen su acceso al mercado laboral (contratos temporales, salarios mínimos, jornadas a tiempo parcial y escasa protección social, entre otros). La población joven constituye el colectivo más golpeado por la crisis. Según los datos obtenidos de Eurostat, la tasa de desempleo en España alcanza el 38 %, superando la media europea con un 20,9 %.
La crisis financiera y económica, que comenzó en 2008, truncó la prosperidad que estaba prevista para la sociedad en general y para las personas jóvenes en particular. Por un lado, según los datos que ofrece Eurostat, la tasa de desempleo juvenil, en la franja de 15 a 29 años, alcanzó en España su punto más alto en el año 2013, llegando al 41,4 %, siendo aún mayor para la población joven con un nivel educativo inferior al de secundaria, cuya tasa de desempleo alcanzó el 51,4 %. Por otro lado, para la misma franja de edad, la tasa de temporalidad en España se situaba en el 57,4 %, según los datos de Eurostat.
«Un 38,6 % en hombres y un 41,5 % en mujeres»
La alta temporalidad y las elevadas tasas de desempleo juvenil son elementos definitorios de la precariedad laboral a la que tienen que hacer frente la juventud. La proliferación de contratos temporales provoca que las personas jóvenes estén en el mercado laboral de forma intermitente, siendo más frecuentes los períodos de desempleo.
Además de esto, los contratos a tiempo parcial y los bajos salarios constituyen elementos que favorecen la precariedad laboral, que está relacionada con el tipo de empleo que tienen las personas jóvenes. La temporalidad y el empleo a tiempo parcial provocan que la población joven tenga una retribución más baja, teniendo así una menor base de cotización y una protección social reducida. De la misma manera, estos elementos que configuran el escenario de la precariedad favorecen el incremento del riesgo de pobreza y exclusión social, derivando en lo que se denomina working poors o personas trabajadoras pobres.
La temporalidad y la discontinuidad del empleo puede implicar una despersonalización de la carrera profesional de los individuos, que se debilita o deja de existir, tanto desde el punto de vista objetivo (inseguridad, promociones discontinuas, imposibilidad de planificar la carrera, menosprecio del currículum oculto, etc.), como desde el punto de vista subjetivo (desmotivación y falta de satisfacción con el trabajo como generador de identidad y seguridades personales).
La situación laboral de las personas jóvenes viene siendo una preocupación por su dimensión cuantitativa y cualitativa. Algunas de las consecuencias más visibles de esta situación son: el aumento de la conflictividad social, la obligación de migración para el estudiantado joven universitario, la pérdida de la autoestima o, por ejemplo, el retraso en la edad de la primera fecundidad, que pasa a ser una de las más tardías de Europa.
Además, uno de los grandes hándicaps al que tienen que hacer frente la población juvenil para acceder al mercado laboral es la falta de experiencia laboral. Gloria Rojas, catedrática de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad de La Laguna comenta que «son sujetos de los contratos laborales más precarios, ideados para ellos, precisamente para que se cualifiquen y vayan adquiriendo experiencia». Además, la catedrática añade que «lo que no es malo, lo malo es perpetuarse en la precariedad, cosa que la ley impide en esos contratos, pero que la práctica permite a través de sucesivas modalidades».
Tras la gran recesión económica, la llegada y el impacto de la pandemia de la Covid-19 ha generado un escenario en el mercado laboral repleto de incertidumbre y precariedad. Gloria Rojas comenta que la brusca caída de la actividad económica en 2020 ha sido asimétrica tanto por sectores (mayor impacto en el sector servicios, comercio, transportes y hostelería) como por países, debido a los diferentes modelos productivos.
Impacto de la Pandemia
Además, el impacto de la Pandemia sobre el mercado de trabajo está siendo desigual, siendo las mujeres, la gente joven y las personas trabajadoras con ingresos bajos, los colectivos más afectados. Por ello, la crisis sanitaria eleva el riesgo de la población joven a tener peores condiciones de trabajo, tanto para la entrada como para el mantenimiento del empleo del mercado de trabajo.
Todo esto nos permite delimitar cuál es la configuración del modelo de empleo juvenil precario en España: desempleo, temporalidad, contratos a tiempo parcial, bajos salarios y escasa protección social. En él, no solo influyen los elementos estructurales que sitúan a la precariedad como protagonista del mercado laboral, sino que también participan factores institucionales tales como la distribución de los recursos públicos, a través de las políticas de empleo.
Según lo establecido en los artículos 40 y 41 de la Constitución española, el Real Decreto Legislativo 2/2015, la define como el conjunto de decisiones y actuaciones de los poderes públicos que en forma de políticas activas (actuando en la formación, la igualdad de mujeres y hombres, las oportunidades de acceso y el fomento del empleo) y pasivas (protección por desempleo en el sistema de Seguridad Social) se orienta básicamente a hacer posible la fluidez en la contratación ante concretas situaciones socioeconómicas.
Por ello, de forma anual se proyectan una serie de acciones y de medidas de políticas activas de empleo a través del Plan Anual de Política de Empleo (PAPE) financiadas con fondos estatales y con recursos propios de cada Comunidad Autónoma, así como las propias del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). En el PAPE actual se ha tenido en cuenta el Plan de Choque por el Empleo Joven 2019-2021, que tiene como objetivos mejorar la integración laboral de lo jóvenes a la misma vez que contribuye al desarrollo de un nuevo modelo productivo con estrategias a largo plazo que impulsen medidas de apoyo estratégico a la innovación aplicada a sectores o ramas concretas. De esta manera, se intenta generar un nuevo tejido productivo que sea capaz de resistir a las crisis económicas venideras.
Gloria Rojas determina que los retos del Derecho del Trabajo para mejorar la situación de la juventud son «dignificar el salario, reducir la temporalidad y la parcialidad en la contratación, y perseguir de forma adecuada el fraude para conseguir el reto marcado a nivel internacional del trabajo decente para todos».
De la misma manera, Eduardo Rojo Torrecilla, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Autónoma de Barcelona, recomienda a la población joven a tener una actitud positiva ante la vida, siendo proactivos en todos los aspectos, formándose en conocimientos, capacidades y habilidades para tener unas buenas condiciones de acceso al mercado laboral por cuenta ajena o propia, insta a las personas jóvenes a no desanimarse ante los problemas y les recomienda a rodearse de personas que tengan ganas de vivir, de aprender y de luchar.