«Viva la música, muera el reguetón» con la letra inconfundible de El Kanka asoma por el hombro de su guitarra. A su vez asoman y se escapan de sus bocas letras directas, con un mensaje sólido, con el puño en alto, el grito de guerra y el corazón en la mano. Se podría resumir así a la cantautora teguestera, Étel Santos. Su andadura musical empieza desde la cuna prácticamente ya que su hermana tocaba el órgano. Casi jugando, el día de su décimo octavo cumpleaños y rodeada de amigos se animó a alzar la voz y cantar para ellos. Debido al asombro y apoyo, comenzó a caminar.
Poco después se metió en un coro donde estuvo nueve años. El último año, un alma de madera y seis cuerdas le llamó la atención y de manera autodidacta, empezó a aprender a tocar la guitarra. Fue entonces cuando le puso música y más vida a sus ideas y se lanzó a la aventura de Las noches de Trova que se celebraban en el Jóspital.
En el camino, se cruza con muchos otros cantautores y personas que empezaron a contactar con ella. En 2011 le llamaron desde las charlas TED para abrir las conferencias y repitió al año siguiente. Más tarde, el equipo de Despiertos también la localizó para contar con su arte en uno de sus encuentros.
Con vistas al presente más cercano, se unió al proyecto MujerArte junto con otras artistas de muchos ámbitos artísticos con el fin de visibilizar el arte femenino. La guinda del pastel la colocó a finales del año pasado con la publicación de su primer trabajo de estudio, La nueva humanidad grabado en la comodidad de su hogar con un sonido casero y transparente. Este disco, que está cargado de amor y lucha, se nutre de diversos estilos y se empapa de muchas visiones de ambas ideas.
