El beatmaker andaluz Gese Da O sacó este lunes, 20 de abril, su beat-tape Huayra. El trabajo consta de cuatro cortes en los que el artista da un paso más en lo mostrado en sus anteriores discos. A diferencia de Imágenes, EP publicado en 2016, este trabajo no cuenta con la colaboración vocal de raperos, sino que sigue una línea experimental en la que fusiona ritmos de hiphop con música electrónica, a la par que los adereza con sampleados y synhtes propios del funk, desmarcándose de este modo del sonido espacial que le caracterizaba. Esta experimentación también se ha visto recientemente en el disco Andalucía Espiritual, perteneciente al grupo Nigeria 1996.
El primer tema, Nubes, guarda una estrecha relación con el ambiente de Sea of Clouds de Nujabe, recogiendo la estela de los bajos lo-fi del difunto compositor nipón. Pero ahí terminan la similitudes, pues incluso estos los distorsiona a tal nivel, que no parecen del género. Desde una primera escucha es fácil percatarse del inexistente reciclaje de estructuras y elementos, lo que sería normal en este tipo de canciones. El músico reconstruye una y otra vez el single, frenándolo y decorándolo con armonías que se asemejan a las del jazz funk japonés. Esta tónica se repite a lo largo del álbum.
Mezcla de géneros con identidad propia
Solo es difícil de catalogar. Comienza con la introducción de un piano electrónico acompañado por acordes característicos del electro house para, acto seguido y sin previo aviso, añadir bajos de trap, que más tarde cambia por los típicos del reguetón, junto a una flauta y voces retocadas de fondo que la convierten en una canción con un tono fiestero, sin perder en ningún momento el sentimiento melancólico que construye desde el principio.
En Huayra nos encontramos con una visión del dubstep mezclada con el metal trap bastante peculiar, pues es tan suave y armónico que no se acaba de identificar del todo con las corrientes. Esto no hace más que distanciarse, ya que los graves que debería hacer la percusión son sustituidos por los sonidos y voces procesadas del dubstep, aunque se ve un claro homenaje en el sampleo de una parte de Look at me de Xxtentation, notándose la clara influencia del estadounidense en la finalización de la composición. Con todo, es la que más rescata el particular estilo del productor.
La obra termina con Llaft que mantiene los dos géneros de las anteriores piezas, pero alterando el orden de la imposición de uno sobre el otro y dando toques de acid house. Su final es discordante, pues elimina la construcción que llevaba y añade unas melodías que recuerdan a Azymuth, cambiando de este modo la perspectiva, pasando de un sonido agresivo a uno más tranquilo y armónico.
En definitiva, un disco de corta duración que traza las diferencias entre todas sus composiciones, estableciendo un sonido compacto que cobra sentido al escucharlo en su conjunto, pero lo suficientemente delimitado para que cada una sea un mundo aparte. Con todo, a pesar de su pequeña extensión, es tan cautivador e intenso, que es posible que los amantes de esta clase de singles lo escuchen varias veces seguidas tras su término.