Scarlett Johansson, en el papel de The Major Mira Killian, es también conocida como Motoko Kusanagi, una vigilante del futuro que lidera un grupo de élite denominado Sección 9. Su objetivo es enfrentarse a los delitos tecnológicos y al ciberterrorismo. La última producción americana de Rupert Sanders dura 107 interminables minutos en los que el director no disimula al transmitir que la película no aporta nada nuevo.
Ghost in the Shell: El alma de la máquina, como se estrenó en España, es un reboot del filme animado de 1995. Es homónimo del manga creado en 1989 por Masamune Shirow, que Mamoru Oshii llevó ese año a la gran pantalla, el cual se proclamó como uno de los más simbólicos del género cyberpunk. Es una película que, como todas, antes de su estreno ofrece sus mejores secuencias en los trailers con el fin de generar expectación en la audiencia.
La realidad llega cuando el espectador se aventura ilusionado a sentarse un par de horas para comerse, aparte de las cotufas, una sesión de cine para salir con la sensación de que le han mezclado Matrix, a la que sirvió de inspiración, con Robocop, Blade e incluso, en alguno de los saltos que dio, se pudo ver a Fiona en Shreck. Cuenta con buenos efectos especiales en los que, tal vez, se abusa del ordenador. Superficial en sus ideas y menos emocional que su sinónima, da la sensación de que su parte oscura y compleja se ha esfumado para dar paso a secuencias de peleas al estilo nipón.
La actuación de la protagonista, que hace de cerebro dentro de una amasijo de hierros, puede encajar con sus actuaciones en Under the Skin, Her (2013); Lucy (2014) y las películas de Marvel, y cumple con lo que se espera de ella como actriz. Los actores secundarios tampoco decepcionan. Un profesional, Takeshi Kitano, en el papel de Daisuke Aramaki, se apodera de todos los planos y Juliette Binoche, que interpreta a la doctora Ouelet, es otra de las actrices que destaca en su interpretación. La diversidad étnica caracteriza la cinta con la representación de figuras japonesas, chinas, australianas o francesas.
Lo anterior no quiere decir que la película sea un triunfo, ni que se aproxime al éxito de la cinta de animación que se ha llegado a calificar de insuperable. Esta producción pasará a la historia como una copia floja de este clásico del manga que, según las críticas, tiene mucho de hierro y poco de alma
Una reflexión sobre la identidad humana
Es otra de las producciones cinematográficas que pone sobre la mesa la reflexión del ser humano sobre su identidad, sobre la necesidad de conocer su historia y de admitir que su situación actual ha cambiado. Según este relato, en el 2029 estaremos en la era de la poshumanidad.
El hecho de descubrir que solo eres un cerebro en un cuerpo asexual pero con rasgos femeninos, que es manipulado para satisfacer intereses ajenos, introduce la trama en una repetición de historias vistas una y otra vez. La creatividad parece estar en peligro de extinción. En resumen, los 140 millones de dólares de su presupuesto se emplearon en una producción sin riesgo, con poco fondo para tanta forma. Es otra historia más de los malos contra los buenos en la que lo que más destaca es su empaque.
Sus seguidores encontrarán escenas adaptadas con fidelidad a la de los 90’s y sus desconocedores la encontrarán plana y con un ritmo insoportable. Lo mejor, la acción que se resume a tres escenas, su entorno cyberpunk, la banda sonora y los efectos especiales. Lo peor, su cadencia aburrida, el desperdicio de la capacidad de la protagonista que se pierde en el guion y la extraña combinación entre los criminales y los argumentos que pueden ofender a sus seguidores.
Este intento de llevar a la carne y al hueso los dibujos animados no ha conseguido el objetivo de superar a su gemela caricaturizada de hace veintidós años y que todos los amantes de cine japonés y del manga con seguridad conocen.
El guion de William Wheeler y Jamie Moss tiene aspiraciones, aunque pierde aptitudes a la hora de ser adaptado al original. Categorizada dentro del género de ciencia ficción, acción, cyberpunk y manga, cuenta con música a cargo de Clint Mansell y Lorne Balfe y fotografía de Jess Hall en esta versión de Hollywood que fue producida por DreamWorks SKG, Grosvenor Park y Seaside Entertainment.