La conferencia La violencia iconoclasta en los manuscritos bizantinos iluminados tuvo lugar en la mañana de ayer, 20 de abril, en el Instituto de Estudios Canarios de la ciudad lagunera. Inmaculada Pérez Martín, investigadora del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y el Oriente Próximo, fue la encargada de exponer las imágenes que mostraban dicha agresividad. La ponencia, que forma parte del XXVIII Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas: Crimen y castigo de la Edad Media, comenzó a las 12.00 horas con un posterior debate en torno a las tres conferencias que habían tenido lugar.
La charla empezó con una introducción al contexto histórico bizantino en el que la ponente está especializada. Es por eso que ha elaborado trabajos que hablan sobre la formación intelectual de las mujeres bizantinas, las cárceles de Bizancio o una tesis doctoral sobre la filosofía de Platón en este ámbito. Además, es directora de la Revista Internacional de Estudios Bizantinos. Pérez explicó que “dicha época fue un período iconoclasta en el que se apreciaba cierta violencia en las imágenes religiosas”. Por tanto, las representaciones del cristianismo rechazan el culto a lo sagrado y optaban por la brutalidad.
El Salterio Chludov
La investigadora se refirió entonces al salterio, el libro de Salmos en el que se recogían los himnos que los laicos cantaban en la iglesia. “Era considerado un texto tan poderoso que hasta los niños aprendían a leer con él”, comentó. Este era un manuscrito iluminado en el que, junto a las letras de las composiciones musicales, podían apreciarse imágenes históricas, de emperadores o la imagen de quien donaba el salterio.
Pérez hizo especial hincapié en el Salterio Chludov, el más emblemático. Se trata de una fuente histórica que fue elaborada en Constantinopla en el siglo IX, pero actualmente se conserva en Moscú. “No era un libro muerto, sino un texto maleable que se podía llevar a distintos planos de significación”, declaró la experta.
Para finalizar, la ponente proyectó algunas imágenes de este breviario con el objetivo de que el público apreciara la violencia presente. Las ilustraciones solían ser viñetas en los márgenes. En ellas, destacaba la lucha espiritual en la que estaban inmersos los monjes, en especial en la pelea contra los demonios internos. Uno de los ejemplos más agresivos fue el titulado El que blasfema contra la Santa Iglesia de Dios en el que se percibe como un ángel, que suele ser una figura bondadosa, le arranca la lengua a aquel que había renegado de Dios.