El Puerto de la Cruz suele ser reconocido como uno de los enclaves turísticos más importantes de las Islas Canarias. Sin embargo, más allá de sus costas o su clima, este municipio acoge de una de las joyas más importantes de la Historia de la Ciencia: se trata de la Estación de Antropoides de Tenerife, situada en La Casa Amarilla, en el barrio de La Paz. No obstante, su valor histórico no hace justicia a su estado, ya que, aunque desde el 2005 fue declarada como Bien de Interés Cultural, actualmente se encuentra en la Lista Roja del Patrimonio por su riesgo de desaparición.
La importancia de este edificio, y también de su finca conocida como «La Huerta de los Machangos», reside en que, en ella, se produjeron los primeros experimentos sobre la inteligencia de los chimpancés, cuyas aportaciones revolucionaron la psicología animal, así, como información clave para la primatología y la etología. Además, más tarde, servirían de fundamento para una de las escuelas de psicología más importantes de la historia moderna: la corriente de Gestalt.
El proyecto comenzó a inicios del siglo XIX, gracias a las aportaciones del profesor y neurofisiológico de la Escuela de Medicina Animal de la Universidad de Berlín, Max Rothmann. En ese punto, en 1912, se reconocían las semejanzas entre los procesos evolutivos de los simios antropomorfos y los seres humanos: tanto en la sangre, como en la estructura cerebral de ambas especies, y demás rasgos físicos. Sin embargo, él mismo argumentó que, hasta ese momento, no se habían realizado estudios sobre la características psíquicas de estos animales, que no fuesen criados en cautiverio o a través de trabajos de campo. De ahí, su justificación para poder abrir este nuevo espacio de experimentación.
Un proyecto pionero en el mundo
Tras conseguir el apoyo de la Academia Prusiana de las Ciencias, Canarias se convirtió en la candidata ideal para el asentamiento del personal científico: en primer lugar, por las condiciones climáticas adecuadas para los chimpancés, y luego, por su posición geográfica, ya que se encontraba próxima a la comunidad investigadora europea, y a su vez, cerca del continente africano por lo que el traslado de los simios desde Camerún y Tánger, sería menos costoso.
Konsul, Sultán, Grande, Tschego, Tercera, Rana, Chica, y otro más, que no tenía nombre al morir prematuramente, conformaron el grupo de chimpancés que iban a participar en los experimentos. De esta forma, en 1913 se puso en marcha la Estación bajo la dirección de Eugen Teuber, creador de la psicología experimental.
Tras firmar un alquiler, se trasladó junto a su mujer a la famosa Casa Amarilla, ubicada en mitad de una plantación de plátanos, con cuatro habitaciones y con un terreno de 2.000 metros cuadrados. Mientras, los chimpancés vivirían en un campo próximo, donde gozarían de una semilibertad. Además, se contrataría a un vecino de la zona para que se hiciese cargo del bienestar de los animales.
Teuber decidió regresar a Alemania en 1913, después de realizar sus estudios sobre la conducta inteligente de los chimpancés. Su lugar lo ocuparía uno de los referentes de la Psicología de la Gestalt, Wolfgang Köhler, el que sería el último director que tendría este centro de investigación. Así, junto a su familia, en 1914 comenzó a hacer experimentos sobre la percepción y la inteligencia de los chimpancés, la mayoría de ellos, pruebas sencillas como apilar cajas, abrir puertas, unir cañas de diferente grosor, etc.
Gracias a las experiencias vividas con estos animales, Köhler publicó, entre otras obras, Pruebas de inteligencia de los chimpancés, donde se describía todo el proceso experimental, y Sobre la psicología del chimpancé, una obra que le llevaría al reconocimiento y el respeto de la comunidad científica por todo el mundo. Canarias también fue testigo de otras dos monografías, pero que esta vez, trataban sobre la percepción de los simios, donde al igual que las otras obras, explicó los experimentos que realizó junto a uno de sus hijos, gallinas y un perro.
El Centro Antropológico de Tenerife, un referente en la actualidad
No obstante, la vida académica de este centro no tardó mucho en cesar. La idea principal era que cada cierto tiempo la dirección fuera cambiando regularmente, pero con el estallido de la Primera Guerra Mundial, la familia Köhler tuvo que quedarse en Canarias. En este contexto, se trasladaron a la finca El Ciprés, donde seguirían contando con el espacio suficiente para la libertad de los animales. No fue hasta 1920 cuando se marcharon y cerraron la Estación definitivamente, debido a la crisis económica que sufrió Alemania por la guerra.
Desde su desocupación, este símbolo de la historia de la ciencia siguió en pie y en perfecto estado. No fue hasta 1994, cuando las personas propietarias de la finca decidieron echar abajo su fachada, ya que por la zona, estaba emergiendo un verdadero boom de construcción hotelera debido al auge del turismo. Sin embargo, tras la presión de diferentes grupos en apoyo de la divulgación científica, defensores de la preservación de ese espacio, se inició un pleito legal por el que se luchaba por la declaración de Patrimonio Histórico de La Casa Amarilla, para así, evitar su absoluta demolición.
En este caso, la protagonista fue la Asociación Wolfgang Köhler, que aunque fue constituida oficialmente en 1995, ya desde 1992, instaban al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz a tomar acción para la protección del inmueble, y también, al Cabildo de Tenerife para iniciar los trámites para ser declarada Bien de Interés Cultural. No fue hasta 1999 cuando, por fin, logró ser reconocida como tal.
No obstante, tras ser recurrida la sentencia, en el 2002 el Tribunal Superior de Canarias anuló tal cargo, ya que consideraba que no cumplía con los requisitos exigidos para esta distinción. Posteriormente, en el 2005, el Tribunal Supremo la volvió a establecer como Bien de Interés Cultural, un título que permanece hasta la actualidad.
Una vez declarada su protección, diferentes asociaciones, nacionales e internacionales, luchan por su rehabilitación. De esta forma, además de la ya mencionada Asociación Wolfgang Köhler, instituciones de prestigio, como la revista Nature, que publicó un artículo en 1993 sobre el abandono y el riesgo que sufría la finca, reclamaban a las autoridades correspondientes algún tipo de intervención. Incluso, la propia Jane Goodall, la científica británica conocida mundialmente por su trabajo con los chimpancés y por ser mensajera de la ONU, expresó públicamente la tristeza que sentía respecto al caso, su apoyo a la creación de un museo y, años más tarde, llegó a visitar personalmente el inmueble.
El papel de la Universidad de La Laguna
La Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de La Laguna también está interesada en la rehabilitación de la finca, aunque no solo para la construcción de un museo, sino también para la creación de un laboratorio que esté a disposición del alumnado y de equipos investigadores. De esta manera, en el 2004, se redactó un plan por el que se pretendía llegar a la construcción de un complejo científico, cuyo máximo impulsor es el profesor Carlos Javier Álvarez.
Sin embargo, a pesar de las iniciativas, y tras muchos años sin medidas que provoquen un impacto real sobre el lugar, se podría decir que todavía no hay ningún plan en activo. Mientras tanto, la Casa Amarilla seguirá esperando a que, algún día, las instituciones y administraciones públicas dediquen sus esfuerzos a cumplir un único objetivo: proteger y cuidar un patrimonio histórico.