La enfermedad celiaca se trata de una alteración que ataca al intestino delgado de los pacientes. El sistema inmunitario, en vez de protegerte de los virus, ataca a las propias células sanas del cuerpo y, en ocasiones, el diagnóstico se produce tras varios años de vida. Asimismo, los alimentos sin gluten suponen un coste económico mucho más elevado en comparación a los productos convencionales que encontramos en cualquier supermercado. Todas estas dificultades las experimentan cientos de miles de españoles cada año y, también, Naima, Carmen y Eduardo.
El caso de Naima Abidifal, estudiante de 18 años, es curioso ya que lleva desde su nacimiento conviviendo con esta alergia. «Yo nunca me enteré de que la tenía, sino que fueron mis padres quienes se dieron cuenta cuando solo tenía unos meses de vida”, relata la joven. Además, explica que bajó mucho de peso y sus padres, preocupados, la llevaron al médico. A raíz de esto, fue sometida a varias pruebas, entre ellas una biopsia, donde pudieron detectarle este trastorno.
“A cualquier persona le puede llegar en cualquier momento de su vida”, cuenta Abidifal. Con respecto a la alimentación, señala que «aquellas personas que se acaban de enterar que son celíacos y no tienen mucha información les puede resultar difícil controlar su dieta». Por este motivo, es frecuente que usen una hoja en la que apuntan los productos que tienen prohibido consumir.
Para concluir, argumenta que “no a todo el mundo le afecta por igual», ya que hay personas que solo con oler se les taponan las vías respiratorias. A pesar de ello, la gran mayoría de celíacos pueden comer trigo, aunque les resultará perjudicial en un corto periodo de tiempo.
Otro afectado es Eduardo Fuentes, estudiante de 20 años al que le diagnosticaron esta enfermedad hace dos años, algo que cambió completamente su vida. «Llevo un día a día normal, debido a que mi celiaquía es de las comunes”, asevera.
Fuentes se frustró durante un tiempo porque se percató «de que tenía que realizar una modificación drástica en sus hábitos alimenticios”. El proceso de cambio fue complejo pero, tal y como comenta, «comenzó a tener más cuidado de los lugares en los que comía», pues podían ponerle alimentos que hubieran rozado otros con gluten.
«Los productos con gluten cuestan el triple que los convencionales»
Por otra parte, Carmen Delia, de 44 años, manifiesta que desde que le detectaron la dolencia el propio médico le dijo que tenía la ‘’enfermedad de los ricos’’. Esto se debe a que la mayoría de los productos sin gluten que se encuentran en el mercado son muchos más caros que los corrientes. «Echo mucho de menos las comidas dulces porque soy muy golosa», admite. Y es que la mayoría de bollería que se encuentra en los supermercados tiene el ingrediente prohibido: el trigo.
Ella, junto con su familia de nueve hermanos, tres de ellos diagnosticados, consideran que “actualmente el mercado sin gluten está mucho mejor que años anteriores por la variedad». Además, esta mejoría permite a los celíacos mantener una dieta sana, a pesar de gastar el triple de dinero que alguien no afectado por dicha alergia. El motivo: su mayor coste de fabricación.