Estrella de plata,
te sigo como un loco en silencio, valiente y taciturno.
Cargando en mi pecho con un campanario a las doce
del día, te señalo en lo más profundo del cielo,
atajando el agua blanca y resonante,
marcando ningún límite,
arrancando sombras, situando estaciones.
Rodando en mi entrecejo, catapultando la imaginación,
rompiendo constelaciones y el inquebrantable
viento de esta isla, escurridizo y sonoro,
como un pañuelo de cascabel…
Gira la noche en su instrumental órgano oscuro,
pero me quedo contigo, jugando con tu posición,
recogiendo tus besos de la arena.
Estrella de plata, tu lejanía es mi pueblo, la luz de mi casa,
con ventanas al mundo…
Déjame colgarme de ti, estrella, en un anzuelo de plata,
acurrucándome en el norte, hacia tu boca luminosa…