Canarias contó con una comunidad muy arraigada a la tierra, pero las prácticas ligadas a este ámbito han quedado apartadas y dejadas en un segundo plano. En la actualidad muchas de las personas pertenecientes al mundo de la agricultura sienten que no se toma en cuenta lo que supone este sector para las bases de la vida diaria. La gente solo consume despreocupadamente sin pensar en el proceso y dificultades que conlleva la obtención de estos productos.
El trabajo y esfuerzo de todos los integrantes de la plantilla de una finca son indispensables, desde el peón hasta el encargado de la administración y gestión de la misma. La persistencia y el compromiso son necesarios para obtener los recursos y lograr la sostenibilidad de la plantación, siendo esta la principal preocupación de dueños de grandes extensiones de tierra dedicadas a la explotación agraria.
Jesús del Castillo es empleado de la finca El Apio, una platanera ubicada en el pueblo de Valle de Guerra, perteneciente al municipio de La Laguna. Se desempeña en el puesto de regante. El día empieza muy temprano para él ya que debe llegar a tiempo para empezar su jornada laboral a las siete de la mañana. Es un hombre sabio y pensador, de esos de la vieja escuela, que valora mucho los modales y valores básicos humanos. También es fácil reconocer su carácter alegre y su predisposición para ayudar a quien pueda.
Viaja cada mañana de lunes a viernes, y algún sábado, hasta la plantación. Suele escuchar música o encender la radio, aunque no tenga muy buena señal llegando a Valle de Guerra. Es fanático del rock y tiene una especial admiración por Miguel Ríos y su Bienvenidos. Este hábito le permite empezar con buen pie cada día.
Al llegar a la finca tiene que comprobar el cuaderno de campo, donde se anotan todas las operaciones de cada día, revisar las existencias de abono y fitosanitarios necesarios para nutrir las plantas y tratar las plagas que azotan los cultivos. Luego debe asegurar la calidad del agua y asegurarse de que esta llegue a todas las huertas de forma eficiente al realizar el riego diario. Además, debe procurar el mantenimiento de todo el sistema de mangueras y válvulas que recorren varias hectáreas de terreno.
Jesús del Castillo llegó al mundo de la agricultura de casualidad debido, como él explica «a las circunstancias de la pérdida del empleo, lo que me llevó a reinventarme y aprovechar la oportunidad que me dieron para trabajar en el sector agrícola».
Hay poco más de 38 600 afiliados a la Seguridad Social en activo dentro de los regímenes agrarios dentro del Archipiélago según el último informe del ISTAC actualizado para el primer trimestre de este 2020.
Como cualquier trabajador, Del Castillo tiene una rutina, una jornada y un sueldo pero debe enfrentarse a situaciones poco comunes en una oficina. El cansancio y la falta de aprecio de la labor agrícola le hace afirmar que «a veces, uno se siente minusvalorado y con pocas opciones de progresar y avanzar».
A pesar de las adversidades y retos que supone su labor, confiesa que aprecia el contacto con la naturaleza, ver los cambios y el progreso que se producen en el campo día a día, disfrutar del sol, el aire y la tranquilidad.
El día en El Apio termina a las 14.00 horas, tanto para él, que debe anotar todas sus acciones en el cuaderno de campo, como para el resto de los trabajadores. Desde el encargado hasta los peones que sacaban la hierba en las huertas más descuidadas. Todos se reúnen en el depósito para dejar las pesadas botas, las máscaras y herramientas tras una jornada más.
Jesús del Castillo vuelve a su coche y se despide de todo el que encuentra en su camino de salida. Enciende el reproductor y disfruta de los viejos éxitos hasta llegar de vuelta a casa. Él es un empleado como muchos otros pertenecientes a esta industria y confiesa con tristeza que «este es un sector al que la mayoría de las personas no le dan la importancia esencial que tiene, la gente suele despreciar este trabajo».
El precio del plátano canario en supermercados es 4,65 veces superior al percibido por los agricultores
Ana Rosique es administradora de El Apio. Las dificultades de gestionar y emprender este negocio como ella explica, «son varias pero la principal, y más antigua, es la enorme diferencia entre el precio en origen de los productos agrícolas y el precio final que paga el consumidor por ellos».
En Canarias el precio medio del plátano percibido por el agricultor es de 0,58 euros, según datos del Instituto Canario de Estadística. Supermercados como Alcampo ofrecen el plátano autóctono por un valor de 2,70 euros por kilo, un valor 4,65 veces superior.
Rosique revela que «los niveles salariales son muy moderados y la imposibilidad de incrementarlos viene frenada por el bajo nivel de ingresos que se obtiene de la venta de los productos». Esta es la razón por la que muchos definen a la agricultura como un sector laboral precario.
Esa precariedad es, en parte, debido a los altos gastos en recursos de gran valor, como los desorbitados precios del agua, un producto escaso y básico para la agricultura. «Ninguna explotación agrícola puede sobrevivir hoy en día si no se poseen acciones en compañías de agua que garanticen el suministro», asegura.
Otra gran dificultad para el desarrollo del sector a nivel comercial es la competencia dentro del mercado con otros productos extranjeros, provenientes de países donde «el coste pagado por mano de obra es el 80 o 90 % más bajo», que se venden por precios más baratos y en las mismas plazas que la mercancía local.
El Régimen del Programa Comunitario de Apoyo a las Producciones Agrarias de Canarias de la Comisión Europea concede ayudas a la producción agrícola de las regiones ultraperiféricas europeas, como es el caso de Canarias.
El objetivo es «asegurar el desarrollo de los sectores de la ganadería y la diversificación de cultivos, además de la producción, la transformación y la venta de productos locales». Para esto se conceden un total de 268,42 millones de euros para las explotaciones de todo el territorio insular canario.
El POSEI establece una subvención de 141 100 000 euros para las explotaciones agrícolas con base en la producción única de plátano dentro del territorio canario. La perspectiva de Rosique respecto a estas ayudas es que «están permanentemente amenazadas, sin haber sido actualizadas y la realidad nos dice que, sin ellas, se abandonarían los cultivos, al no hacerse rentables», asegura.
Ana Rosique siente un gran orgullo de pertenecer a este campo y define su experiencia en el mismo como «absolutamente enriquecedora», definiéndolo como «el más básico de los sectores y al que denominaría primordial más que primario».
Ella siente un gran respeto por sus empleados y comparte una visión muy positiva del trabajador de la tierra. Confiesa que, «el campo cultiva sus propios sabios y de ellos no dejo de aprender». Asegura que al agricultor habría que darle su «debido reconocimiento añadiendo la transmisión de su conocimiento y evitando el menosprecio, porque la sociedad que olvida mirar al campo, está huérfana y sin origen».
Canarias depende en gran medida del plátano en cuanto a su producción agrícola. Según datos del Instituto Canario de Estadística, en 2018 se produjo en Tenerife poco menos de 160 000 toneladas de este cultivo. La cifra es muy superior en comparación con el siguiente producto en la lista, la papa, con un total de 47 071 toneladas producidas , seguida del tomate con 17 000 aproximadamente.
La producción no solo comercial, sino también para el consumo propio de papa, viñas, millo y otros cultivos, son cada vez menos frecuentes en la sociedad moderna. Son los pueblos los principales defensores de la extinción de esta práctica que aún está vigente en agricultores independientes.
Una de estas personas es Manuel Hernández, es un hombre de carácter jovial, muy franco, paciente y siempre activo. Nació en La Palma donde junto a su familia se dedica a la producción platanera y de cultivos menores de autoconsumo, como papas, ñame o millo, entre otros. Sin embargo ha desarrollado gran parte de su vida en Tenerife, donde vive actualmente. A nivel profesional, se ha dedicado a la recolección de tomate en invernadero en el sur de Tenerife, para su posterior exportación, y a la producción de hortalizas para mercadillos del agricultor en el norte de la isla capitalina.
Hernández se ha enfocado en la perspectiva ecológica de la práctica agrícola, estudiando y llevándola a cabo a través de planes de inclusión social como empleado de la fundación Ataretaco. Ahí se desempeñó a profesionalmente por un largo periodo como explica, «desde hace casi 15 años, he sido docente en finca, en proyectos de formación como herramienta para la integración sociolaboral de colectivos vulnerables».
La práctica llevada a cabo en la finca ecológica Las Goteras incluye a gran variedad de personas, desde desempleados que buscan un nuevo camino, pasando por personas jóvenes que buscan un rumbo para su vida, hasta inmigrantes que intentan forjarse un destino en nuevas tierras.
Manuel Hernández fue parte de este proceso durante muchos años y vio a gran cantidad y variedad de personas, él asegura que «en todos los casos la agroecología se ha mostrado como herramienta completamente válida para el logro de los objetivos perseguidos». Hoy en día, ya apartado de este empleo, confiesa «me siento agradecido y satisfecho de haber podido disfrutar de este ámbito laboral y de las personas con los que he compartido el curso recorrido».
El plan de Ecocomedores de Canarias favorecen a 102 productoras de las Islas y llegan a más de 10 724 comensales
Dentro de las contribuciones que se hacen desde la agricultura a la sociedad podemos nombrar el plan de Ecocomedores de Canarias promovido por el Instituto de Calidad Agroalimentaria. Este programa permite el consumo de producto autóctono y saludable en las instituciones estudiantiles adscritas al mismo. Actualmente hay 52 centros pertenecientes, llegando a 10 724 comensales y favoreciendo a 102 productoras de las Islas.
Manuel Hernández es una persona que siente gran orgullo y responsabilidad por su labor. Es alguien que ha sufrido cada error y celebrado cada logro, desde esa base reflexiona que «el trabajo agrícola puede llegar a ser una tarea dura, a veces ingrata, pero principalmente apasionante».
Las ayudas del POSEI ascienden a 11,3 millones de euros
La Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias anunció la resolución provisional de ayuda al sector agrícola del POSEI el pasado mes de abril. Establece una subvención valorada por un total de 11,3 millones de euros para productores de distintos cultivos en el Archipiélago, así como un impulso a la exportación y comercialización de los mismos.
La medida beneficia a los productores de aloe vera, olivo, cultivos forrajeos y tomate de exportación. También incluye la ayuda para la exportación de productos agrícolas fuera de la Isla como frutas, hortalizas, verduras y otros cultivos alimenticios.
La medida excepcional se llevó a cabo para garantizar la actividad de las empresas del sector agrícola. Estas se han visto gravemente afectadas por la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus, por lo que estas ayudas son de vital importancia para su supervivencia.