La historia de JJ

Sociedad

La historia de JJ es una de muchas. Tomó estupefacientes por primera vez siendo un adolescente. Comenzó consumiendo porros en casa de una amigo. Reconoce que la primera vez que esnifó cocaína le entro miedo, pero que con el paso del tiempo fue normalizando su consumo. Con la misma edad, también se introdujo en el mundo del narcotráfico a pequeña escala. “Empiezas a querer sacarle beneficio a aquello que consumes”, desvela.
JJ se inició a los 16 años. Se juntó con la gente equivocada y probó diferentes sustancias. Las primeras veces le dio miedo, pero con el paso del tiempo fue consumiendo cada vez más. Hasta que lo normalizó.

¿Con qué empezó? «Con los porros en casa de un amigo, como la mayoría supongo. Con la cocaína y otras drogas sintéticas como el speed o el éxtasis tuve mi primer consumo en una rave (fiesta privada de música electrónica)».

¿En qué momento notó síntomas de que estaba enganchado? «Si sabes controlarlo no te enganchas. No me considero adicto. Yo no consumo todos los días, quizás cada fin de semana, trato de llevar una vida normal. Aunque es verdad que siempre que consumo alcohol, para mí es necesario acompañarlo de otras sustancias».

«Cuándo empecé a consumir, también me entró el gusanillo de vender»


¿Y a traficar? «Pues con la misma edad con la que empecé a consumir. También me entró el gusanillo de vender. Comienzas con media petaca de hachís y  algunos cogollos. Más adelante das el salto a traficar con cocaína que es con lo que más dinero se consigue y lo usas para tus ‘cosillas’ de adolescente».

¿No le entra miedo de que te puedan detener? «Eso siempre está presente. Sabes en lo que estás metido y tratas de estar siempre alerta».

¿Alguna vez le han detenido? «Sí. Nunca con cantidades grandes. Me han pillado con hierba. Me multaron con 400 euros y tenía 15 días de plazo para pagarlo. Si me pasaba de ese plazo la multa pasaba a ser de 800 euros. Y resolví la deuda haciendo más de lo mismo, vendiendo. Es un círculo vicioso».

¿Qué precauciones toma? «No venderle a niños, no tener un punto de venta fijo, en el que estén entrando y saliendo muchas personas, sino ir moviéndote por diferentes sitios. Tratar de venderle a gente fiable con la que sepas que no te va a deber dinero. Vender en zonas donde tengas una buena visibilidad por si acaso se acerque la Policía y en lugares de los que puedas escapar si la situación se pone fea. Eso es lo que he aprendido».

¿De qué manera aprende a desenvolverse como vendedor? «Por observación directa. No le vas a preguntar a nadie cómo hacer ciertas cosas, obviamente».

«Las apariencias engañan, cualquier persona puede tomar drogas»


¿Y ejerce la actividad regularmente o de manera ocasional? «Ahora mismo no estoy vendiendo. Hay algunos que están ‘fijos’ y otros que van por épocas».

¿No le da remordimiento pensar que vender drogas puede dañar la salud de sus clientes? «No, porque cada uno sabe a lo que viene y conoce los riesgos a los que se expone. Cuando empecé a mí nadie me dio precauciones de ningún tipo. Yo, al contrario, cuando veo a chavales muy jóvenes no les vendo y les aconsejo que eviten empezar a consumir, porque al final las drogas te quitan más de lo que te dan».

Describa un poco al perfil del comprador. «Hay varios tipos: los más jóvenes, que son los más fáciles de engañar porque no tienen mucha experiencia. Les puedes meter más corte (venderles la mercancía de peor calidad). Y los más experimentados que son los que te intentan engañar a ti. Por ejemplo, tú le vendes mercancía que sabes que es de calidad, pero ellos te dicen que ‘está mala’ para no pagarte lo que te deben, o dicen que se les perdió o se la robaron. Aun así no existe un perfil fijo. Las apariencias engañan. Te lo aseguro».

¿Cuál ha sido la máxima cantidad que ha llegado a deber? «700 euros. Comienzas a comprar compulsivamente, piensas que lo puedes pagar y se te acaba yendo de las manos. Coincidió en una época donde salía mucho de fiesta. Por norma general, más fiesta es igual a más droga».

¿Y cómo pagó la deuda? «Empeñando y vendiendo oro, le tuve que meter más corte a la droga que vendía, lo que me hizo perder varios clientes. Pero nunca he robado, me considero una persona honrada».

¿Y de dónde obtiene la mercancía para vender? «De traficantes más grandes o de camellos que vendan la misma cantidad que tú, pero que tengan contactos que te la consigan. Debes de ser precavido porque algunos de los proveedores te pueden engañar con la calidad del producto».

¿En qué ambientes se vende más? «En las raves sobre todo. Siempre intento ir a eventos poco populares porque suele haber menos policías. Los propios consumidores son los que se acercan a ti, si te ven esnifando o consumiendo alguna pastilla. Generalmente, si te ven tomando intuyen que también vendes. Te suelen pedir que la compartas con ellos gratis, pero me suelo negar, excepto con amigos muy cercanos».

«Las drogas te cambian poco a poco, sin que te des cuenta»


A nivel personal, ¿Cómo le ha cambiado el consumo? «Te cambia poco a poco, sin que te des cuenta, sobre todo a alguien como yo que no vivo por y para la droga. Te hace más desconfiado,  vas desarrollando la capacidad de saber quién consume y quién no. Empiezas a gesticular de una manera que te puede llegar a delatar. Los efectos que tienen en ti las sustancias no son siempre los mismos. Conozco a gente que la cocaína les relaja y a otras que les sube la tensión».

Si pudiese volver al pasado, ¿empezaría de nuevo? «¡Uff! Lo único que puedo decirte es que si yo tuviera un hijo, él no tendría una vida parecida a la que yo tuve. Me ha quitado salud, tiempo, dinero… Aunque reconozca que me ha dado buenos momentos, creo que no llega a compensar el daño que me ha hecho. Como te dije antes es un círculo vicioso».

La salida


La drogodependencia tiene salida, para escapar de esta situación es fundamental seguir un tratamiento. En Tenerife hay numerosos centros encargados de tratar personas con este tipo de adicciones, dichos centros son conocidos como Unidades de Atención a las Drogodependencias (UAD).

La Asociación Norte de Tenerife de Atención a las Drogodependencias (ANTAD) tiene numerosos centros repartidos por toda la Isla. El tratamiento es multidisciplinar, donde intervienen psicólogas, trabajadoras sociales, y médicas.

Cuando se recibe a los convalecientes, el primer paso a seguir puede variar dependiendo del tipo de paciente. “Puede ser un inicio (primera vez que recibe tratamiento), reinicio (superó la adicción pero volvió a recaer), y un seguimiento como tal”. El tratamiento suele durar alrededor de dos años, en condiciones normales.

Quiero ser periodista deportivo y aunque conozco todos los obstáculos que tendré que atravesar para currar en esta profesión, me excita saber que estoy yendo a por lo que quiero. Tengo más ganas que destreza. Supongo que se necesita lo primero para tener lo segundo.

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