“El fin del periodismo en papel se producirá en 15 años”. Esta afirmación del año 2012 de Jaume Roures, presidente de Mediapro, alimentaba aún más si cabe las diferentes visiones apocalípticas que preveían la muerte de la prensa escrita. Siete años después, el soporte sigue vivo pero en la UVI. Convaleciente se ha topado con la llegada de los cibermedios y las redes sociales, dos enemigos íntimos. Todos estos avances tecnológicos generan un cambio en el funcionamiento de las empresas periodísticas y, sobre todo, en los nuevos perfiles profesionales demandados.
La creación de la imprenta en el siglo XV por parte de Gutenberg, el primer proceso de fabricación industrial en masa, cambió el sentido de la comunicación y promovió el nacimiento de la prensa como heraldo, (caballero que difundía las noticias de cada comarca), y como encarnación de la era industrial. Proporcionaba, por tanto, un mecanismo idóneo para distribuir de forma rápida y rentable los datos. Seis siglos después, la información ya no es un bien escaso, sino que se ha convertido en abundante, gratuita, multimedia, interactiva, inmediata y con un lenguaje hipertextual basado en Internet.
Estas características han amenazado durante estos años a un medio convencional que ha intentado sobrevivir reduciendo costes, plantillas y buscando mayores ingresos publicitarios. Esta visión tecnocéntrica, que culpa a la tecnología, simplifica la realidad y provoca un cambio cultural de los usuarios que buscan otras maneras de informarse. ¿En qué lugar queda entonces el periodismo en papel?
Carlos Sosa, periodista y director del diario digital Canarias Ahora, responde de manera rotunda: “Ni el vídeo mató a la estrella de la radio, ni Internet y las redes sociales harán que desaparezcan los periódicos tradicionales”. Sin embargo, la crisis es patente. Según la Oficina de Justificación y distribución (OJD), la prensa escrita española ha experimentado un derrumbe de más del 30 % en términos de difusión.
Los motivos para el periodista y exsubdirector de El Día, Jorge Espinel, son claros. “La falta de calidad, la obsesión por la primicia, el periodismo ciudadano y la superficialidad informativa están quitándonos la credibilidad que nos habíamos ganado años atrás, y esto se ve reflejado en las ventas”, asevera.
Papel vs digital
En este nuevo escenario, que reúne a los periódicos impresos, en caída libre, y a los digitales, en ascenso, se aprecian diversas diferencias, y no solo en la producción de las noticias. El periodismo electrónico nació en los años noventa en Estados Unidos con el Daily Telegraph, por ello, tal y como apunta Sosa, “los cibermedios están en plena adolescencia”
Esta indefinición es palpable en muchos aspectos. Uno de ellos es la escasa creación informativa propia. Según el Estudio General de Medios, cerca del 80 % de lo que se publica en un diario digital proviene del papel, de ahí que se antoje complicada la desaparición de este último.
“En la actualidad, los diarios en papel tienen ese momento de reflexión y un enfoque analítico al publicarse al día siguiente. Es una ventaja frente al digital que se debe a la inmediatez”, afirma Espinel. En cambio, desde el otro lado se ve de una manera distinta.
Sosa: «Hay que hacer periodismo sin importar el soporte”
“A menudo se reprocha a los cibermedios la pérdida de rigor por esa inmediatez, pero la radio también es inmediata y no se le ha colgado ese sanbenito. Al fin y al cabo, hay que hacer periodismo sin importar el formato”, comenta Sosa.
Y es en lo multimedia y multiplataforma en lo que se han centrado los medios online que, a pesar de su juventud, aportan grandes ventajas, entre ellas: una mayor accesibilidad, la reducción de costes al no necesitar industrias de impresión, mayor personalización de nuestros contenidos, menor limitación espacial, y una mayor interactividad que se resume en la comunicación bidireccional con los públicos.
A todas estas ventajas se le suma un importante obstáculo: la escasa fidelización y un modelo de negocio aún por definir. “La publicidad convencional, programática o por patrocinio no serán suficientes para cubrir los costes. Tenemos que abandonar este espacio de frialdad que en apariencia tiene el soporte para generar una comunidad de lectores que abonen cuotas anuales razonables”, argumenta el director de Canarias Ahora.
El futuro del periodismo impreso
A pesar de las múltiples diferencias existentes, en la mayoría de los casos ambos formatos se complementan y no rivalizan en cuanto a lectores. En este sentido, Espinel opina que «la crisis en la que está inmersa la prensa impresa va más allá de sus homónimos digitales y tiene soluciones».
Algunas de ellas las reseña José Cervera, licenciado en Periodismo y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos. «La selección, validación y comprensión de las noticias ofreciendo herramientas de contexto y análisis deben ser las armas principales para combatir el conocido como pseudoperiodismo”, admite el docente.
Es aquí donde entran técnicas como el naciente periodismo de datos, de precisión o el hiperlocalismo, el cual tiene como máximo exponente lo glocal, información global en un entorno local. Estas claves, por tanto, se presentan como el estilete de un sector que necesita recuperar la rentabilidad económica y la audiencia perdida en este entorno digitalizado y preso de la inmediatez.
Es en este terreno, el económico, donde también se trabajan diferentes fórmulas de financiación y modelos de negocio. “Hay que buscar el término medio entre la calidad de lo que ofreces, y el término empresarial para que te compren y se publiciten. Antes se pagaban suscripciones sin protestar, esto junto a una periodicidad semanal pueden acrecentar la rentabilidad de este medio”, concluye Espinel.
En peligro de extinción o no, el soporte tradicional está sumergido en un peligro de extinción constante y en una idea que puede presentarse como salvación: nueva periodicidad e innovación. ¿Acertará Roures? Quedan ocho años.