José Antonio Ramos es profesor de Filología Hispánica de la Universidad de La Laguna. Además, también es el coordinador de la Agrupación de Teatro de Filología, un grupo amateur que ha llevado a escena una gran cantidad de obras, entre las que destaca el musical Cabaret. La implantación del Estado de Alarma ha afectado a todos los sectores, y el teatro no se queda atrás. En esta entrevista Ramos Arteaga nos explica cómo les están afectando las medidas de aislamiento y qué cambios supusieron.
Normalmente, ¿cómo es la organización de los ensayos de la Agrupación de Teatro? «Nosotros solemos quedar dos o tres veces por semana, generalmente los lunes, miércoles y jueves. Como tenemos actividades durante todo el año tenemos que estar en contacto sí o sí, incluso a veces ensayamos los fines de semana».
Por lo tanto, el estado de alarma les obligó a cambiar la organización de los ensayos… «Así es, pero seguimos trabajando en un área que es muy conocida de nuestro Grupo que es la de estudiar el teatro en Canarias. Es un pequeño colectivo, dentro de la agrupación que se dedica a rescatar y editar textos del teatro canario inéditos, no conocidos. Sobre todo manuscritos anteriores al siglo XIX. Precisamente ahora estamos terminando el primer tesoro de Canarias, son un montón de textos que hemos recopilado del teatro inédito. Y precisamente ahora, durante la cuarentena, estamos aprovechando para trabajar esto en línea».
«Los esfuerzos que estábamos haciendo han quedado en balde»
¿Cómo les está afectando el confinamiento? «Pues nos ha hecho abortar varios montajes que ya teníamos preparados. Uno para Tenerife Noir, que era precisamente la semana que empezó la cuarentena. Luego había una gala en la que íbamos a participar el 27 de marzo, organizada por el colectivo Los Invisibles. Además, teníamos una intervención en el Instituto de Estudios Teológicos que la llevamos a cabo todos los años; y el musical que íbamos a realizar a finales de abril. También, cada año colaboramos en el Instituto de Estudios medievales. Y claro, todo esto ha supuesto que los esfuerzos que estábamos haciendo quedaran en balde».
¿Pero sus actuaciones se aplazaron o se cancelaron definitivamente? «Todas estas actividades se han aplazado. Así que ya damos por hecho que cuando nos incorporemos a la Universidad la situación será de intentar cuadrar la actividad docente y de las clases. Pero yo creo que ya vamos a dar prácticamente por cerrada la cuestión de teatro de este curso, porque me imagino que cuando los alumnos se incorporen al curso estarán tan ocupados con las cosas de clase que lo del teatro se quedará parado. Además, el grupo se ha caracterizado siempre por no interferirles en los estudios, sino ser precisamente un acicate más para la universidad. Igual si vemos que en un momento determinado la situación nos permite recuperar alguna de las cosas que habíamos trabajado, lo haremos».
«Estamos llenos de un sabor agridulce y se nos han quitado las ganas de convertir esto en una experiencia graciosa»
¿Se han planteado utilizar esta situación como inspiración para el argumento de alguna obra? «La semana pasada surgió una idea de una compañera del grupo que es intentar dramatizar, a partir de la experiencia común del confinamiento y del día a día de cada uno, una obra muy coral y divertida. Lo que pasa es que estamos llenos de un sabor agridulce y se nos han quitado las ganas de convertir esto en una experiencia graciosa».
¿Y quizás desde otra perspectiva más dramática que alegre? «Sí, hemos pensado en profundizar en otros aspectos. Reflexionar sobre cómo la gente está asumiendo esto con seriedad y con altruismo, o hacer una especie de teatro balconero porque está resultando enternecedor y emocionante las salidas a los balcones a las siete de la tarde. También estamos pensando en mostrar cómo esto nos está obligando en parte a habilitar relaciones afectivas que ya habíamos desechado o que no les dábamos mucha importancia. En definitiva, hemos pensado en buscar otras formas de enfocarlo que no sea nuestra experiencia personal, sino mostrar esta especie de desasosiego que parece que tenemos sólo nosotros, pero que si nos asomamos a las pantallas de la televisión podemos ver que es a nivel mundial».
Ahora mismo muchos artistas están volcando su contenido en Internet para apoyar la situación que estamos viviendo. ¿Cuentan ustedes con alguna iniciativa de este tipo? «Nosotros tenemos un pequeño problema y es que, sí que tenemos algunas actuaciones grandes grabadas, pero date cuenta que las únicas grabaciones buenas son las del Paraninfo. La mayor parte de nuestras actuaciones suelen ser en espacios no tradicionales para el teatro. Por ejemplo en la Biblioteca de Guajara o en el patio del Convento de Santo Domingo. Y eso hace que las grabaciones no sean de gran calidad. Pero ahora que lo dices me has dado una idea fantástica: tener grabaciones buenas, aunque sea de los ensayos generales, por si ocurre otra situación como esta, contar con nuestra propia teatroteca».
«Levantarse después de este shock va a ser difícil»
En relación con otras agrupaciones, ¿saben cómo están gestionando esta situación? «A nosotros lo que nos preocupa no es lo que están haciendo los grupos amateurs sino más bien qué pasará con los que profesionalmente viven de esto o de las actuaciones culturales. Tenemos muchos amigos músicos o actores y claro, esto les va a suponer un parón de tal categoría que estamos muy preocupados por ellos. También es verdad que algunos grupos profesionales siguen con los ensayos, en parte como forma de distracción pero también para estar preparados cuando esto acabe».
¿Cree que esto será un fuerte golpe para el sector cultural? «En las redes mismo te das cuenta que toda esta profesión está peligrando y que levantarse después de este shock va a ser algo difícil. A los profesionales artistas les va a ser más complicado remontar. Además estos meses eran un momento crucial porque coincide con el día del libro, el día del teatro… muchísimos bolos que generaban mucha actividad».