Estefanía Pérez es sorda y no cuenta con Intérprete de la Lengua de Signos Española (ILSE). La alumna del Máster en Intervención y Mediación Familiar, Social y Comunitaria comenzará el periodo de exámenes el próximo 1 de junio. Tras contactar con la empresa que le proporciona intérpretes, le dijeron que su convenio con la Universidad de La Laguna había finalizado. Eso le impide acudir a tutorías y aclarar dudas con los profesores. La estudiante presentará hoy jueves, 30 de abril, un escrito a todas las administraciones de la ULL «para denunciar la situación en la que se ha visto inmersa desde el comienzo del Máster», que le ha causado, declara, «un grave perjuicio en su evolución académica».
La estudiante comenzó a tener servicio de ILSE a finales del primer cuatrimestre, ya que tras ponerse en contacto con el Vicerrectorado de Estudiantes, Empleabilidad y Campus Guajara a principio de curso, le comunicaron que «al ser una alumna de nuevo ingreso la gestión iba a tardar un tiempo y luego todo iría a mejor». Estefanía Pérez asegura que «esta situación no puede ser justificable y tomada como excusa para no facilitar los recursos necesarios a los alumnos con discapacidad». En cuanto a esto, defiende que «una institución de la altura de la ULL, debería prestar un mayor apoyo al alumnado de nueva incorporación, quién, con mayor probabilidad, necesite de su acompañamiento».
En el documento que enviará hoy, explica que la Universidad tiene dos formas de contratar a los ILSE: mediante una gestión directa por parte de la ULL y, como es su caso, a través de un convenio con una entidad externa. En el primer caso, los intérpretes acompañan a los alumnos tanto a las clases, como a las tutorías; en cambio, de la otra forma se acogen a las condiciones laborales de la empresa. «Esta situación ocasiona no solo una desigualdad respecto al resto del alumnado en general, sino que incluso genera desigualdad entre el alumnado sordo», afirma.
«A día de hoy sigo sin recibir apoyo con los apuntes, con la excepción de un profesor»
Una vez se solucionó su problema, solo pudo contar con intérpretes en el horario de clases. En caso de necesitar ese servicio para tutorías, estas no podían excederse más de una hora. De lo contrario, debía ponerse en contacto con la ULL. Estefanía Pérez dice que vivió en un estado de incertidumbre al no saber si se le brindaría ese servicio cada vez que requería de él. «Las tutorías son un elemento clave para el aprovechamiento de mis estudios y no deberían tener más limitaciones respecto a su duración que las impuestas por el propio docente como ocurre con el resto del alumnado», asevera.
Un inconveniente con el que también se llegó a encontrar es que los profesionales de la entidad con convenio en la universidad lagunera iban rotando. Esto dificulta su aprendizaje, ya que no existe un acuerdo entre alumna e intérprete sobre los signos empleados para los distintos conceptos explicados en clase. De la misma manera, recalca, «a día de hoy sigo sin recibir apoyo con los apuntes, con la excepción de un profesor».