La protección de datos y la obligatoriedad de mayor transparencia fueron ayer viernes, 26 de octubre, cuestión de debate en el transcurso de la reunión nacional de gerentes de universidades españolas que acoge y organiza la Universidad de La Laguna. Si bien parecen dos valores contradictorios, no lo son, según aseguraron los ponentes: los centros de educación superior deben velar con extremo cuidado por la privacidad de sus integrantes, al tiempo que han de ser transparentes con sus procesos, sistemas de selección y, en general, con su forma de gobernanza.
El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia y director de la Cátedra de Privacidad y Transformación Digital de Microsoft del mismo centro académico, Ricard Martínez, fue el primero en intervenir: “Somos universidad, protegemos personas, no datos. Como universidad no nos podemos permitir el lujo de no estar a la vanguardia de la defensa de los derechos de las personas”. Además, añadió que “debemos ser líderes en este país, y la protección de datos tiene que estar a la cabeza de ese liderazgo, porque sin ella no hay transformación digital”.
«Esta norma no es antipática»
Para el ponente hay que hacer una lectura de que esta norma es una inversión que ayudará a gestionar los procesos, “y no verlo como una norma antipática”. La falta de diseño estratégico de las instituciones hace que resulte un sujeto incómodo a aquél que se ocupe de la protección de datos, que no es una cuestión exclusiva del delegado encargado de esta materia, sino más bien una cuestión coral. De hecho, no es casual que se diga que el responsable de estas informaciones dependa solamente de la dirección de la organización ya que le hace falta una posición transversal en la compañía.
Martínez también alertó de usos habituales en la docencia que ponen en riesgo la protección de datos, tales como el uso de una red social que sirva como aula virtual, lo que obliga a los estudiantes a poner a disposición sus trabajos en una plataforma cuyo dueño es un operador privado y a lo que pueden negarse. “Hay que revisar los protocolos de video vigilancia, dado que hay trabajadores sometidos a riesgos nucleares o bacteriológicos, así como las políticas de protección de tratamientos que afecten a menores y el marco de garantía de los derechos digitales de los empleados”, agregó.
La importancia de los rankings
El presidente de la Fundación Compromiso y Democracia (CYD), Frances Sole Parellada, que elabora clasificaciones anuales sobre la transparencia de los centros educativos y participante también en la sesión, centró su intervención en el valor de los rankings. «La transparencia es la suma del propósito, la eficiencia de lo que tenemos control y la comparación y uso para la rendición de cuentas», dijo.
El también experto en preparación de planes estratégicos de muchas universidades españolas y latinoamericanas, apuntó que la transparencia “hay que ejercerla, y punto”. Preguntó a los más de 50 gerentes en la sala del Paraninfo si su universidad tenía foco, o no, es decir, si tenían claro lo que hay que hacer, cuál es el modelo de negocio y el propio fin de la universidad. “Tener una transparencia traslúcida sirve de poco, se ha cumplido malamente, con cuatro datos, y listo, pero no se atiende al propósito”.
«La presión social obliga a las instituciones a ser más claras»
El último en intervenir en la sesión de la mañana sobre transparencia fue el miembro de la Oficina del Defensor del Pueblo de la Comunidad Valenciana, Miguel Ángel Blanes: “Si la gente no se indigna, no pregunta y no se interesa por lo que se publica en el portal de transparencia de las organizaciones, nos es más difícil trabajar». Alegó que «la presión social obliga muchas veces a ser más transparentes”.
Blanes explicó que el silencio es una mala praxis que sigue muy extendida, pero ya hay tribunales autonómicos que han considerado que el silencio es positivo y le da la razón a los demandantes, sobre lo que hay duda si vulnera la competencia estatal. “El silencio positivo ha conllevado buenos resultados, porque las instituciones se han apresurado a contestar”, sentenció.
Los valores protagonistas de este encuentro no son antagónicos ni irreconciliables, pero lo cierto es que las instituciones pueden ser mucho más transparentes: “Las universidades están ante una oportunidad excelente para que su reputación no decaiga y se vea incluso fortalecida. No se consigue de la noche a la mañana, hay que dedicarle recursos y tenerlo claro”.