Es curioso cómo hay quienes tienen la capacidad de negar lo evidente y cómo miran hacia otro lado cuando se habla de víctimas. Un proyecto de ley que pretende proteger a las víctimas de violencia de género que conviven con sus maltratadores debería estar respaldado por el conjunto de la sociedad, y más aún, por aquellas personas que dicen representarnos. La ONU ha instado a los estados a dar una respuesta al peligro que supone convivir 24 horas con un agresor. Esa respuesta debería haberse dado desde el primer minuto del confinamiento y no haber esperado a que ningún organismo lo propusiera.
No se debe dejar actuar después de observar el gran aumento de llamadas al 016. El Gobierno y el Ministerio de Igualdad ya sabían que el domicilio familiar fue el escenario del 83 % de los casos de asesinatos a mujeres a manos de sus parejas o exparejas en 2018. No entiendo a qué esperaban para actuar y protegerlas de manera extraordinaria. Las llamadas al teléfono de atención a víctimas de violencia machista aumentaron casi un 50 % en la primera quincena de abril con respecto al mismo periodo de 2019. En esos quince días el número de llamadas registradas fue de cuatro mil, es decir, tres mil llamadas más que en el mismo periodo del año anterior.
Algunas personas han considerado que es «lamentable» hablar de violencia de género en el Congreso. Lo lamentable es olvidarnos de las 17 mujeres asesinadas este 2020, una de ellas durante el confinamiento, y no darle a este tema la importancia que se merece. No se trata de propaganda como quieren hacernos creer, se trata de ayudar a las mujeres que conviven con un maltratador y que no pueden marcharse de su casa porque tienen miedo por sus hijos o porque dependen económicamente del agresor. Estas mujeres están sufriendo un doble infierno con este confinamiento. Por esta razón, nunca podré comprender cómo avanzamos tanto en algunas cosas y retrocedemos en las que nos hacen ser humanos.
En esta situación complicada la clase política tiene que tomar medidas para proteger a la ciudadanía de un virus que ha acabado con la vida de 25 mil personas. Pero hablar de otras víctimas que también pueden morir y, en este caso, ser asesinadas, no es una pérdida de tiempo ni una falta de respeto. Se trata de salvar la vida y proteger a todas las personas. La violencia de género también es un virus que hay que erradicar.