Con tan solo dos años la armónica le cautivó y, a partir de los tres, los cordófonos se convirtieron en su especialidad. Hoy en día, la música ha convertido la casa de Félix Morales en un auténtico museo. A sus actuales 28, es multinstrumentista étnico, cantante, arreglista, productor musical, compositor, estudiante de Musicología en el Conservatorio Profesional de Santa Cruz de Tenerife e ingeniero agrónomo por la Universidad de La Laguna.
Fue componente y director de alrededor de cien grupos, tanto de folklore canario como de música étnica, como Jóvenes Cantadores, Son Pa Ti o Quimbao La Nuit. No obstante, Morales destaca con añoranza a la Agrupación Folklórica Majuelos, con quien dio sus primeros pasos en la música, junto a su padre Félix Román, y realizó numerosos viajes. Ahí fue cuando descubrió que podía vivir de la música.
Su curiosidad le llevó a conocer la mayor parte del globo terráqueo y a enriquecerse de muchas culturas, pero, sobre todo, mantiene un estrecho lazo con Cuba y la música latinoamericana. De ahí germinó su pasión por el world music: género contemporáneo que engloba la música popular de diferentes países.
Más de cien instrumentos
El futuro musicólogo calcula que posee más de cien instrumentos en su casa, entre cordófonos, aerófonos y percusión, aunque no en todos tiene un desarrollo profesional, pues algunos solo forman parte de su colección, como el didyeridú australiano.
Para aprender a tocar tantos instrumentos, Morales no tiene una fórmula, sino que aprovecha sus conocimientos y las similitudes técnicas entre ellos para catapultarse a lo que no conoce. Por ello, concibe dos maneras de estudiar la música, en función del mecanismo o del resultado: «Hay mucha gente que aprende a través de la técnica con el fin de que el sonido llegue con los años. Pero otras personas, entre las que me incluyo, lo que buscan es un sonido y que, con el tiempo, la técnica llega sola porque hay una serie de factores que conforman esa habilidad».
El artista dedica una media de cuatro o cinco horas diarias al estudio musical, aunque no tiene tiempo para desarrollar su técnica con todos los instrumentos como le gustaría. Para él es una gran suerte que su trabajo y su pasión sean la misma cosa, «pero a fin de cuentas hay que pagar facturas, comer y seguir viviendo». Por tanto, «los que más rango comercial tienen son los que más toco, como el tres cubano», confiesa Morales.
«El verdadero profesor de un instrumentista es uno mismo»
Tras casi cinco años en el Conservatorio, el sitarista afirma que aprende más de forma autodidacta. Para él, «los músicos jamás tendrán profesores sino tutores, gente que les guíe» en su formación, pues «el verdadero profesor de un instrumentista es uno mismo».
Otra curiosidad de esta figura es que comparte su vida entre la música y su granja que, según explica el compositor, está conformada por alrededor de mil metros cuadrados y un «ganado feminista lleno de gallinas, pavas, codornices…». La agricultura no solo le permite autoalimentarse de su cosecha, sino también a relacionarse con la sociedad desde una perspectiva pasada, por ejemplo, a través del trueque y a beneficiarse desde una perspectiva filosófica porque «cuando tienes la vida y la muerte entre las manos aprendes muchísimo».
Aunque Morales podría vivir perfectamente del campo y a pesar de que ya no tiene más espacio en su casa, confiesa que quiere seguir coleccionando y aprendiendo a tocar más piezas exóticas, con el fin de añadirlos a sus nuevos trabajos. Su lista de deseos abarca desde América hasta Asia, entre los que destacan instrumentos como el riq, el kwitra, el rubab, el sarod o el sarangi. Pero comprarlos en Canarias no es nada fácil.
El artista afirma que «el sitar, por ejemplo, que es mi niño bonito, es un Ravi Shankar. Este fue uno de los mejores concertistas de música carnática e indostana y una gran figura del concertista-lutier. Con su fallecimiento, su producción de sitares acabó y, en el Barrio de la Salud (en Tenerife) un señor me vendió este ejemplar por 300 euros, que actualmente tiene un valor entre doce mil y trece mil euros».
Piélago, fruto del world music de Morales
En su nuevo proyecto musical Piélago, que verá la luz este 2019, Félix Morales mostrará dicho mestizaje de sonidos y culturas de diferentes partes del Mundo que lleva investigando durante años, pero bajo la influencia de la sonoridad de la música tradicional canaria. La finalidad de este disco, y de su música en general, es «verificar si en realidad existe un sonido único y reconocible de nuestro folklore».
De su gran abanico de obras, Morales destaca Amigo ausente: una letanía dedicada al fallecimiento de un compañero de un grupo del norte de Tenerife, que compuso junto a su padre y escritor, Román, y que tiene gran significado para él por las connotaciones empáticas que posee.