El lenguaje políticamente correcto, ¿a qué se refiere realmente? Creo que no lo tengo del todo claro aún después de muchos años. No sé si consiste en decir persona de color, en lugar de negro, o homosexual en lugar de gay o marica. ¿Cuál es el punto determinante entre lo correcto y lo que sobrepasa la raya de lo sencillamente aceptable? Miramos a nuestro alrededor y todo esta lleno de prejuicios y estereotipos constantes, pero las palabras deben ser medidas y miradas con lupa.
Las modelos deben de ser delgadas, rozando la anorexia, porque si una chica lleva una 36 está gorda. Si se le dice que lo está, eso estaría fuera de lugar, pero sí que se piensa y se cambia por frases más sutiles como “no das el perfil”. Vivimos en una sociedad donde la falsedad prima como el valor principal, donde los que tienen poder sí pueden hacer y decir lo que les plazca, mientras que los sumisos permanecen en su envase por miedo a las represalias.
Los medios de comunicación saben muy bien de lo que hablo. Pero, ¿y si saltarse las reglas les proporciona más beneficios de los habituales? Entonces, el juego cambia. Si en el caso de Gabriel se resalta que la atroz fechoría fue realizada por una persona dominicana, y se pone en el titular, ¿llamará la atención mucho más que poner el nombre de Ana Julia? Eso sí, las consecuencias que trae consigo son ajenas a la responsabilidad del medio, quien lanzando la piedra y escondiendo la mano, produce una oleada de odio y racismo, del cual se desentiende.
«La hipocresía debería dejar de estar en cabeza y dar paso a la honestidad. Ya le toca gobernar un tiempo»
Parecen niños inocentes que no entienden por qué los regañan cuando hacen algo malo, pero lo peor es que sí que son conscientes de sus actos. Otro caso reciente, en Lavapiés, un hombre muerto, pero ¿alguno sabía como se llamaba? En la mayoría de los titulares salía la palabra «senegalés» o, simplemente, “mantero”. Con ello, lo que pretendían era que el número de visitas a sus páginas aumentara, que los clientes vieran quién era el que daba más juego, el que sacaba más jugo al asunto. Lo que provocan con todo esto es realmente que se siga juzgando sin conocer e insultando sin saber.
Antes, las mujeres tenían que ser políticamente correctas, es decir, sonreír y asentir del brazo de su marido. Y si alguna se salía de los cánones establecidos, se le insultaba y vejaba. Se consideraba que estaba loca, pero yo no creo que lo estuviera. Podemos expresarnos, y claro que hay ciertos límites, pero la hipocresía debería dejar de estar en cabeza y dar paso a la honestidad. Ya le toca gobernar un tiempo.