Alicia Méndez, natural de la isla de Tenerife, es amazona aficionada e integrante del Club Hípico El Rocío. Además, es estudiante de segundo curso del Grado en Biología en la Universidad de La Laguna. La deportista se ha entregado desde pequeña a una de sus grandes pasiones, los caballos. La preparación forma parte de su rutina para poder dedicarse de lleno a esta disciplina y llegar lo más lejos posible. Otro de sus principales propósitos es superar los obstáculos económicos que se le han impuesto durante su larga trayectoria.
La joven se subió por primera vez a un caballo con apenas unos meses de vida, influenciada por un amigo de su familia. No obstante, tras ser preguntada sobre cuales son las primeras imágenes que se le vienen a la mente, comenta que su verdadera pasión por la hípica empezó con seis años de edad, cuando vio una película de animación llamada Spirit. Esta marcó un antes y un después en su destino.
Su especialidad es la doma, una modalidad muy armoniosa que trasmite belleza a la vez que pulcritud. La música, que es otro de sus hobbies, está muy relacionada con uno de sus subgéneros, el kür, con el que se pueden crear diferentes melodías rítmicas con las que el animal debe seguir los pasos de un compás establecido. “La música es otra de mis mayores aficiones, y tener la oportunidad de compaginarla con la equitación es algo increíble”, afirma. Por otra parte, incide en que una de sus proyecciones futuras es mejorar en salto, pues asegura que es una actividad elegante y brillante.
Durante su recorrido se ha adentrado en otros estilos que requieren de una gran profesionalidad y suponen mucho esfuerzo mental y físico. Es el caso del raid, que consiste en llevar a cabo carreras hípicas por el monte. El recorrido más largo que ha hecho hasta ahora ha sido de 120 kilómetros. Tal es su dificultad que, de vez en cuando, durante la práctica, el animal tiene que realizar una parada y pasar por un análisis médico, con el que se decide si está en condiciones o no de continuar. Si no puede seguir adelante, queda descalificado. «Tanto la persona como el corcel deben entrenar bien para realizar algunas de las pruebas», manifiesta.
“Mi mayor sueño es representar a España en las Olimpiadas”
La joven afirma de forma tajante que su mayor sueño es representar a España en las Olimpiadas aunque, de momento, lo percibe desde un punto de vista lejano. Su intención es dedicarse profesionalmente a la hípica, pero supone un coste muy elevado que no se puede permitir. “Ser entrenadora sería sin duda una de mis utopías, pero con mi situación económica actual no me puedo permitir una buena formación», subraya. Además, explica que la equitación, desde la antigüedad, siempre ha sido cosa de ricos. La solución que propone ante esta situación es que en que se destinen más fondos a esta actividad por parte del Gobierno.
Sin embargo, le alegra saber que en algunos lugares del país como Segovia hay centros ecuestres bastante completos financiados con dinero público, donde se imparten clases de forma gratuita. “Esta iniciativa debería tener mayor acogida a nivel nacional y generalizarse. El objetivo de mi grupo es seguir estos mismos pasos, aunque se trata de un proceso progresivo”, declara.
“Pienso que el ejercicio que realizo aporta muchos beneficios y la sociedad no lo sabe apreciar”
Tras plantearle si existe alguna otro problema, argumenta que a todo esto se le suma otro impedimento importante, el de la infravaloración que sufre su deporte en el ámbito social, pues piensa que el ejercicio que realiza aporta muchos beneficios y la sociedad no lo sabe apreciar. Ante esta realidad, opina que esto no debería ser así, pues puede transmitir muchas cosas positivas al ser humano, sobre todo en el marco de la salud. «Por ejemplo una compañera que tiene esclerosis múltiple pasó por una dura etapa cuando le diagnosticaron la enfermedad. Al tiempo, comenzó a tratar con estos animales, y eso le ayudó bastante a salir adelante».
Por consiguiente, Méndez expresa que los caballos son muy nobles, pues saben comprender y son capaces de acompañar a sus amos en los instantes más complicados. «Ellos saben cuándo estás mal. Poseen algo que hace que se te levante la moral». Por lo tanto expresa que la equinoterapia ayuda a personas que sufren diversos trastornos como síndrome de Down o Asperger. Además recalca que «este tratamiento genera autoconfianza y destreza física a los enfermos, según he podido apreciar. Aporta más que otros deportes muy seguidos dentro de nuestra cultura, como el fútbol o el baloncesto”.
Actualmente, la tinerfeña compagina la actividad con sus estudios de Biología en la ULL. A la pregunta de si es capaz de organizarse fácilmente entre los estudios y su pasión por la hípica, Alicia responde: «Sí. No me cuesta, ya que no tengo muchas responsabilidades. Sin embargo, se debe tener mucha paciencia».
Ante lo expuesto, admite que se encuentra en una posición relativamente privilegiada, porque no tiene caballo propio, sino que se lo prestan sus compañeros de equipo, así que no tiene que darles el cien por cien de su atención. «Si tuviera el mío, sí que le dedicaría todo el tiempo necesario, porque es un modo de vida. Ahora mismo practico dos días a la semana y no tengo ningún inconveniente para compatibilizarlo”, expone la joven. Tras cuestionarle sobre quién asume el papel de los cuidados del establo, aclara que son los dueños quienes se encargan de esta complicada labor y que no es para nada algo sencillo.