Queda tan solo unos meses para que llegue la Navidad. Una época llena de infinitas listas de deseos y peticiones de juguetes, de mirar anuncios y catálogos en familia. Desde por la mañana hasta por la tarde se produce un bombardeo constante de publicidad orientada al público infantil que, a través de melodías y colores, trata de absorber la atención. En fechas como estas la publicidad se convierte en una herramienta peligrosa para el desarrollo de infantil.
Durante la niñez, los juguetes son un mecanismo educativo que configura el sistema de valores. Las familias deben ser conscientes de los problemas que puede conllevar atribuirle a una niña un bebé y a un niño un coche, por ejemplo. Sin embargo, el sector juguetero sigue reproduciendo los roles de género. De manera indirecta emplean colores pasteles para las chicas, como un sinónimo de delicadeza y dulzura. En cambio, para los chicos utilizan colores saturados con la finalidad de resaltar la fuerza y poder que deben tener.
La Universidad Pedagógica Nacional define el juego como «una actividad espontánea y creativa que se realiza por el mero hecho de resultar agradable». Entonces, hay que tener en cuenta que todas las actividades lúdicas constituyen verdaderos ejercicios de preparación para la vida con los que las personas pueden iniciar un camino lleno de descubrimientos.
«Las jugueterías siguen segmentando por colores, pasillos y géneros. Limitan la decisión y creatividad»
La aprobación social en la infancia es fundamental, sobre todo cuando se realizan actividades consideradas propias de cada género. A su vez, se comienzan a interiorizar las supuestas normas de conducta. Los juguetes sexistas son un reflejo del mundo adulto.
A simple vista, los juguetes parecen una tontería, pero provocan numerosas consecuencias como la discriminación, puesto que se presenta lo femenino como algo débil. También, generan problemas emocionales pues se insta a actuar en función de los estereotipos de género que se inculcan en casa.
El Instituto Canario de Igualdad lanzó en diciembre de 2021 una campaña navideña conocida como Es Toy harta de las cocinitas. Su objetivo era concienciar acerca del peligro de regalar juguetes sexistas. El anuncio se caracterizaba por el lema: Queremos libertad de diversión. No obstante, en las jugueterías siguen segmentando por colores, pasillos y géneros. Por tanto, limitan la decisión y creatividad.
En las familias se debe educar desde la igualdad, eliminando las barreras distintivas entre géneros. Cada juguete tiene una finalidad: desarrollar una destreza o habilidad diferente. Por tanto, todos los juguetes son igual de importantes. La educación es la base para crear una sociedad justa e igualitaria.