A pesar de que el fútbol cuenta con un gran número de personas aficionadas, en muchas ocasiones son habituales situaciones de violencia tanto dentro como fuera de los estadios que manchan la imagen del deporte. Pero esta realidad no dista mucho de lo que se acontece en el fútbol base, y es que en los últimos años se han repetido varias veces estos vergonzosos actos. La violencia verbal en este deporte traspasa el ámbito profesional y se está instalando en las categorías inferiores, donde los futbolistas son niños y niñas que tienen entre 6 y 16 años y que juegan en ambientes cargados de tensión.
La violencia verbal en este deporte traspasa el ámbito profesional y se está instalando en las categorías inferiores. «Siempre por desgracia la mayoría de las personas que estamos vinculadas al mundo del fútbol hemos vivido algún tipo de incidente similar», afirma Fran Batista, psicólogo de Informa Psicología y Deporte y del Club Deportivo Tenerife.
Existen muchos factores que afectan a que esto suceda. Según Batista, «conseguir un buen resultado o afán de competición, el ego personal como entrenador o como padre o madre, el formato de las competiciones que están premiando más los resultados que el esfuerzo o la formación». Este cúmulo de factores hace que los perjudicados sean los menores y se empañe la formación en el deporte.
Existen actos violentos en uno de cada diez encuentros
En Canarias, según estadísticas del Consejo Superior de Deportes, en el 10, 89 % de los partidos de fútbol se produce un incidente violento. ¿Cuál es el detonante para que esto suceda? Las denuncias realizadas por entrenadores, árbitros y clubes señalan a un único culpable: los padres y madres de los niños y niñas que practican este deporte. Así lo avalan los estudios realizados por la Federación de Fútbol de la Región de Murcia, que emprendió en 2009 una investigación para medir la violencia verbal en el fútbol base.
El estudio mostró que en un 80 % de los casos el principal culpable del ambiente de crispación en esta modalidad, no solo son los padres de los deportistas, sino también los espectadores que se encuentran en la grada observando el encuentro y en un momento determinado pierden el control.
El clima de extrema competitividad y el fermento moral del fútbol, un deporte donde en categorías inferiores es habitual escuchar máximas como «este es un deporte para pillos», donde está legitimado socialmente cargar con violencia verbal contra los árbitros, o donde la simulación y la agresividad cuentan con respaldo de jugadores, entrenadores, directivos y familia. Es la otra cara de la moneda: la que solo llega a los medios de comunicación como anécdota viral.
Otro aspecto que tiene influencia directa sobre estos incidentes es el de los directores técnicos. En la actualidad, en Tenerife, no se requiere de titulación específica de entrenador para estar al cargo de un equipo, por lo que cualquier persona puede estar al frente de un conjunto de niños y niñas.
Según datos de la Federación Tinerfeña de Fútbol (FTF) hasta el mes de febrero han sido expulsados durante los encuentros 2451 técnicos, de los cuales 629 poseen titulación propia en fútbol. Las 1822 expulsiones restantes son personas que no poseen licencia. Esta estadística hace reflexionar y destacar la importancia de que los entrenadores y entrenadoras de los niños y niñas que practican deporte posean una preparación académica para no sólo saber conocimientos futbolísticos, sino transmitir valores y educar a los deportistas. «En estas edades hay que dejar de lado la palabra entrenador o monitor y centrarse en la palabra formador o educador», señala Batista.
El deporte más impulsivo
En la pasada temporada de los 227 partidos con incidentes, el 95,60 % se produjeron en encuentros de fútbol. El 4,40 % se produjo en otros deportes. ¿Cuál es la solución? La Federación Tinerfeña de Fútbol implementó en 2019 el Punto de oro y el Balón de oro, premios al juego limpio y deportividad que pretende eliminar estos actos de los terrenos de juego. Desde el Comité de Árbitros de Tenerife apoyan esta medida de la Federación que señala y destaca tanto las buenas conductas como las malas.
Estos proyectos tienen como finalidad promover los valores en el deporte y observar la convivencia y el juego limpio desde las conductas de todas las personas involucradas en un partido, para así detectar y analizar las conductas individuales y grupales desde una perspectiva educadora, para posteriormente articular procesos de intervención para corregir estas acciones negativas.
El Balón de oro pretende promover, premiar y reconocer los valores éticos de convivencia en positivo evaluando el comportamiento de jugadores, entrenadores-monitores, espectadores y directivos presentes en los campos de fútbol en situaciones de competición. El Punto de oro es el punto de encuentro de los educadores presentes en el terreno de juego, los entrenadores y entrenadoras de ambos equipos, el delegado de campo y el árbitro. Se acudirá a este punto cuando el colegiado considere que ha habido algún acontecimiento o actitud negativa y que esté generando un clima no educativo.
En el fútbol es probable que se generen conflictos, por ejemplo, un choque entre jugadores, uno puede considerar que ha sido fortuito y otro pensar que ha sido intencionado. En muchas ocasiones estas acciones y decisiones son percibidas como erróneas e incluso injustas por los presentes en el campo y desencadenan emociones y niveles de tensión, en algunos casos de ira, que desembocan en actos poco apropiados.
Gestión de las emociones
La gestión de las emociones y las expresiones es importante, pues según la FTF son el principal foco para actuar, especialmente, con los entrenadores y las entrenadoras, y aficionados. Estas emociones, tanto las negativas como las positivas, se contagian de unos a otros y se ha evaluado que estas situaciones de tensión se van incrementado a lo largo del partido y en algunos casos pueden desembocar en conductas violentas, la mayoría de carácter verbal.
Además, desde la EMF Adeje se promueven otras iniciativas como las reuniones de prevención de acciones violentas con los padres, madres y tutores de los deportistas, dado que no se debe ahorrar en la educación de los niños y sus padres. Federación, directivos y clubes, árbitros, entrenadores y familiares deben trabar de la mano para saber gestionar sus emociones y solucionar este problema que mancha el fútbol base y la formación deportiva de los menores.