Ariadna Simó González estudió su primer año de carrera en Salamanca y finalmente se graduó en Filosofía por la Universidad de La Laguna. Además, tiene el Máster en Performance por The Gaiety School of Acting de Dublín y un doctorado en Dirección Escénica de teatro musical por The Trinity College. Desde pequeña, dedicó su tiempo libre a formarse en el mundo artístico, de ahí viene su pasión. Pero encontró que su zona de confort no era en el escenario o frente a una cámara, sino detrás de ella. En la actualidad, es directora de la Escuela Interpretarte, así como de la compañía teatral Amateatro.
Hizo un Erasmus y pasó durante muchos veranos sus vacaciones en Irlanda, lo cual le llevó a sentir un gran cariño por el lugar, su gente y su cultura. “Me dije a mí misma que o me enamoraba del sitio o no duraba dos días”, reconoce. Como uno siempre quiere lo que no puede tener, la joven, que estaba acostumbrada a la vida insular, encontró algo totalmente diferente. Allí, se sacó el certificado bilingüe, lo que le facilitó su futuro laboral. La directora comenta que hay pocas cosas malas que pueda decir del país y de sus paisajes, que los define como “los más bonitos de Europa”. Si le preguntan si piensa en volver, se muestra dudosa: “A lo mejor algún día me compraré una casita allí y me retiraré, quién sabe”.
“No era feliz porque no hacía lo que me gustaba”
A pesar de esa devoción hacia la tierra extranjera, volvió a Tenerife. La razón de su regreso fue que no le permitían ejercer su verdadera vocación, que era llevar obras de teatro y musicales. Aún con su formación, solo le abrieron la puerta para interpretar. “Tenían una plantilla muy cerrada y no había oportunidades para dirigir”, dice. Incluso, trabajó como técnico de reparación de ordenadores, aunque no estuviera relacionado con sus conocimientos. “No era feliz porque no hacía lo que me gustaba”, confiesa.
Lo que le permitió dar el paso de volver a sus orígenes fue una llamada para ofrecerle participar en un proyecto del área educativa del Auditorio Adán Martín llamado Musical IES. Por otro lado, consiguió que le cedieran un local familiar para poder montar una escuela en la que poder combinar sus conocimientos de inglés y de teatro. Así fue como logró atar los cabos necesarios para su regreso a la Isla.
Pero emprender no es fácil, y Ariadna Simó lo tuvo muy en cuenta. Para poder formar su escuela Interpretarte necesitó de subvenciones y emprendedores. “Yo lo pedí todo y no recibí nada. Me encontré con que las ayudas que ofrecen no son reales”, declara. Admite que tuvo que empezar “con una mano delante y otra detrás”, y, a través del boca a boca, se fue ampliando el número de alumnos que recibía. Al cabo de un año y medio dejó la iniciativa para aunar sus esfuerzos en la parte escénica. Está segura de que “cada vez se demandan más ese tipo de nuevas pedagogías”, en las que por un lado los niños pueden aprender otro idioma y por otro desarrollar su capacidad física, corporal y espiritual en escena.
Por los numerosos trabajos que ha desarrollado, se tuvo que adaptar a todo tipo de edades. Sin embargo, asegura sentirse más cómoda en un ambiente más adulto porque su formación no va orientada a niños, así que nota “ciertas lagunas en muchos aspectos”. “No me gusta invadir terrenos profesionales. Si tenía que dar una clase de inglés la daba, pero la actuación con los más pequeños era un terreno inexplorado”, indica.
Un trabajo y una labor social
De alguna manera, la carrera que decidió estudiar la ha conseguido relacionar con su trabajo, aunque aparentemente poco tengan que ver. Simó hace alarde de que lo que aprendió en el grado, cada día lo aplica más. “Me gusta que las cosas que hago y mis proyectos tengan repercusión y algo que reivindicar, por eso la filosofía me ayuda a trabajar desde la casuística en cualquier producción y desde un punto de vista femenino y feminista». Asimismo, reconoce que ha sido vital la capacidad de investigación y estudio con la que se instruyó: así es como logra encontrarle “la vuelta de tuerca a todo”.
Amateatro es una iniciativa del Cabildo de Tenerife que cayó en la dirección de la graduada y experta en obras teatrales. Con ella, pretende ayudar a mujeres que se han visto afectadas por el cáncer de mama. Ariadna Simó, se declara la mayor aprendiz de todas, ya que para ella “ha sido una lección tremenda”. Simó ha formado un vínculo con sus alumnas y se ha sorprendido de las ganas y el afán de superación que muestran. “La palabra terapéutico, que he tenido que usar muchas veces, no me gusta. Pero sí que ha tenido un efecto de catarsis para ellas muy importante”, habla desde su experiencia. No se limitó a ser algo formativo, sino “un proyecto familiar y lugar de respiro”, en el que las participantes encontraban su “burbuja de oxígeno” entre amigas.
Todas ellas, a través de Amateatro, han acabado compartiendo el gusto de su profesora por los cantautores y poetas de esta generación, como es el caso de Diego Ojeda. Recordando lo que ha vivido con esta experiencia, se le viene a la mente una anécdota de la última presentación del audio libro del escritor y cantante Marwan, a la que asistió junto a sus alumnas. De repente, se colocaron las 10 mujeres delante del artista a recitar de memoria sus poemas y él lo compartió en sus redes sociales bajo la sorpresa de encontrarse aquel espectáculo. “Fue un momento súper bonito”, reconoce Simó.
La tinerfeña es una caja de sorpresas. Y es que, además de sus múltiples actividades, también sacó tiempo para participar en el show televisivo Saber y Ganar, donde duró trece programas, aunque “no esperaba ni uno”. Era lo que veían de siempre en su casa e incluso habían hablado de que su madre se presentara. Un día, recibió una llamada que le ofrecía participar en el casting. “Yo estaba desorientada, hasta que vi la cara de mi padre y supe que había sido él. Y le doy las gracias porque creo que ha sido lo mejor que podía haber hecho”. De ellos, se lleva el conocer lo que se “cuece detrás de la pantalla, el contacto con los concursantes, presentadores y el equipo”.
La casa de Bernarda Malva
El último trabajo de la directora ha sido La casa de Bernarda Malva. Se trata de una adaptación de la obra original de Lorca, convertida en musical, que se ubica en la movida madrileña de los años 80. Ya la han llevado al escenario del Paraninfo y han sido testigos del buen recibimiento por parte del público. Pero, ¿cómo surgió la idea? Todo comenzó unos meses antes, cuando Amateatro había montado la original Casa de Bernarda Alba de manera rigurosa. En ese momento, Ariadna Simó estudió la obra a fondo y todo lo que tenía que ver con la España de ese momento. Para su sorpresa, poco había cambiado desde entonces y, “a pesar de haber sido escrita en el 36, era tremendamente actual”.
“En mis noches de locura en casa empecé a escribir una versión paralela adaptada a este siglo”, afirma. Jugó también con las palabras del título, sustituyendo Alba por Malva, para representar el color violeta, “que hoy en día se le atribuye a la igualdad de los derechos y al feminismo”. Aunque a ella le pareció muy buena idea, cuando se lo expresó a familiares y amigos se rieron de ella. “Dijeron que era una ida de cabeza”, explica. Aun así ella siguió escribiendo, y el resultado final se hizo realidad en cinco meses.
“Esta obra es algo necesario”, resalta. «Si las 600 personas que fueron a vernos al Paraninfo salieron de allí pensando que algo iba mal, es que hice bien mi trabajo”. Los primeros días después de su debut su móvil se llenó de cumplidos por el espectáculo que había creado. Ahora está barajando posibilidades y espera poder llevar su obra a otros escenarios a nivel nacional. Con todo, sigue sin creérselo y añade que aún no ha hecho la digestión de este proyecto. Aún así, sus expectativas de futuro están claras: “Seguir creando y llenando teatros”.
