Arte, debate, reflexión, interculturalidad, feminismo y activismo, más que de la mano, unidos en uno solo. Desde este pasado viernes 12 de noviembre hasta ayer, domingo 14, la Casona de San Luis en Santa Úrsula acogió el I Festival Voces de Mujeres con una programación cargada de actividades tan diversas como quienes las prepararon. Cantantes, escritoras, activistas, arquitectas, abogadas y muchas más profesionales en su ámbito se reunieron para, en un evento tanto artístico como reivindicativo, dar voz a mujeres con mucho que decir.
La organización corrió a cargo del Instituto Canario de Igualdad y el Ayuntamiento de Santa Úrsula, con el apoyo de Canarias Crea Canarias y la producción de Karmala Cultura. Representantes de dichas instituciones inauguraron las jornadas en la tarde del viernes con una pequeña presentación que dio paso a una mujer que se define por su carisma, fuerza y potencia. Ella es Asha Ismail, activista contra la Mutilación Genital Femenina (MGF) tras haberla sufrido, y fundadora de la asociación Save a Girl Save a Generation.
Al haber sido infibulada -tercer tipo de MGF, el más agresivo- a los cinco años, relató cómo todavía hoy ese trauma continúa teniendo efectos en su vida. No obstante, eso no le quita las fuerzas y ganas de luchar para que, en un futuro, esta práctica pase a ser parte de la historia.
Algo parecido le sucede a Loueila Mint El Mamy, abogada especializada en extranjería, quien fue la siguiente ponente. Ella, siendo consciente de los privilegios que tiene por haber podido entrar en los mecanismos de la sociedad blanca y europea, persigue que las personas migrantes tengan los mismos derechos que ella y cualquier otra persona. Por ello, se vuelca en trabajar con inmigrantes en situación irregular que han llegado por vía marítima. En concreto, a través de la peligrosa Ruta Canaria.
La tarde tomó un rumbo diferente con un taller impartido por la escritora Ana Vidal, donde los autocuidados se convirtieron en el foco reivindicativo. En él, las participantes se escribieron cartas de amor a sí mismas a partir de tres pautas: definir pequeñas rarezas que las hacen únicas, recordar momentos en que se hicieron felices sin mediación de segundas personas y planes de futuro que vivir consigo mismas. Con esos elementos, redactaron textos que les puedan servir de apoyo en momentos duros en los que necesiten amor.
Para cerrar la noche, la cantautora Tata Zirga dio un concierto, inicialmente a solas con su ukelele, y más tarde acompañada de un clarinetista y un guitarrista. Antes de empezar, destacó que, a pesar de ser feminista, el empoderamiento ha sido y sigue siendo un proceso largo para ella. Es más, en su caso, siente que se empapa de él cuanto más se junta con otras feministas.
El Festival, como no podía ser de otra forma, pretendía incluir a todas las personas que quisieran formar parte. Bajo esta premisa, también hubo dos espacios de cuentacuentos, durante la mañana del sábado y el domingo, bajo la voz experta de Bonaí Capote. La narradora oral de tradición bubi narró y escenificó una serie de historias dirigidas a la infancia, en las que también hubo canciones, juegos, humor e interacción con el público.
Para sus padres, madres y demás personas adultas, hubo dos charlas paralelas. El sábado fue el turno de Belén Galmar y Jessica Barrios, dos empresarias que deconstruyeron mitos sobre el emprendimiento. El domingo, el de la artista y tejedora de derechos Verónica Silva, con una charla y acción colectiva.
Galmar y Barrios, entre otros aspectos, ofrecieron a la audiencia distintas claves para emprender con conocimiento de causa y sabiendo que este modelo de trabajo no está hecho para todo el mundo, y que no por ello se es menos. También comentaron una serie de consejos dirigidos a quienes sí quieren emprender su propio negocio, como la importancia de diferenciarse a partir de una etiqueta personal, así como saber reconocer las oportunidades.
Después, prosiguieron las intervenciones de las trabajadoras sociales Laia García, Laura Nieto y Mary Puerma. A través de una charla-taller, desmintieron mitos y verificaron información sobre la trata de personas, sufrida por más de 3 de cada 1000 personas. El 50 % de las víctimas son también explotadas sexualmente, cifra que va a asociada a la prostitución, que solo en España mueve cinco millones de euros cada día. Esta práctica, además, va ligada a la vulnerabilidad y al desconocimiento de los propios derechos.
Transcurridas algunas horas, las arquitectas Elena Vega y Marta Vega emprendieron una pequeña marcha exploratoria por Santa Úrsula en la que mostraron a la asistencia cómo fomentar la inclusividad, la diversidad y los espacios seguros a través del diseño urbano. Con las claves necesarias para analizar críticamente las estructuras, abrieron un debate de propuestas sobre cómo mejorar los entornos públicos para que quepa en ellos toda la ciudadanía y pueda sentirse representada e incluida.
Tras la marcha exploratoria en la ciudad tinerfeña, con la que la gente comenzó a ver el diseño urbano con otros ojos, el público se trasladó al campo de refugiadas de Al-Roj a bordo del documental El retorno: la vida después del ISIS de Alba Sotorra. En él, se cuenta la historia de mujeres occidentales de distintos países que se unieron a la organización terrorista y viajaron a Siria sin conocer las acciones que realizaba. Habían sido captadas y engañadas por algunos de sus miembros. Sus vidas dan ahí un vuelco irreparable y, tras varios años en medio de la guerra, desean regresar a casa para rehacerse, pero sus naciones las consideran terroristas y no las quieren de vuelta.
Al terminar la proyección, la asistencia se quedó momentáneamente en shock, sin saber cómo expresar todo lo que el largometraje le había removido por dentro. Pero la poesía logró cambiar la tónica de la noche de la mano de las escritoras Ana Vidal, Patricia Figuero y Paloma Chen. Con la moderación de Izaskun Legarza, directora de la Librería de Mujeres, recitaron algunos de sus trabajos. Con ellos, manifestaron rabia, dolor, humor y amor. Y cada una, con un toque y un tono especiales y diversos. Ana Vidal desde la serenidad y un humor rebelde; Patricia Figuero con palabras rotas y emocionales; Paloma Chen, reivindicativa, con fuerza e ironía.
Al día siguiente, durante el cuentacuentos de Capote en la mañana, Verónica Silva puso en valor el papel del arte textil a través de una charla y acción colectiva. Al tratarse históricamente de una tarea femenina que no tenía cabida en los museos, mujeres como ella llevan años emprendiendo proyectos reivindicativos en los que recontextualizar esta labor con un mensaje político. A través de múltiples iniciativas como Tejiendo Derechos, Tejedoras Subversivas, Las Penélopes y diversas exposiciones, las formas y motivos que crean con hilos mandan potentes mensajes feministas.
Las últimas horas del Festival se presentaron como espacios en los que reflexionar y dar a conocer realidades diversas. La primera de ellas, La voz como territorio, exploró la identidad, la fuerza personal y los distintos mecanismos que contribuyen a la expresión. En esta participaron Vicky Fotabon, docente afrodescendiente y activista queer, por la diversidad corporal y el antirracismo; Farhana Mahamud, abogada saharaui especializada en extranjería, y Paloma Chen, periodista y poeta de ascendencia china.
En la siguiente mesa de debate también participó Farhana Mahamud bajo el contexto de la migración de mujeres africanas hacia el Archipiélago. Junto con Sukeina Ndiaye, activista y representante de la mujer saharaui en Canarias, y Awa Diop Pathe Ndiaye, presidenta de la Asociación Senegalesa DIAPO, abordaron el fenómeno migratorio africano con perspectiva de género desde su experiencia trabajando en primera fila como abogada e intérpretes.
Entre otros temas, se habló de los muchos motivos que las llevan a migrar (opresión y prácticas machistas, expolio de recursos, catástrofes naturales, aspiraciones de vida, etc.) o de las violencias a las que están expuestas en el trayecto y la llegada a Canarias por falta de protocolos y de consideración de su vulnerabilidad y necesidades específicas como mujeres.
La noche prosiguió de la mano de la periodista Ruth de Frutos, quien, de forma interactiva, reflexionó sobre la cobertura mediática de la violencia machista. A través de casos actuales, propuso varios puntos de análisis. Uno de ellos fue la excesiva mediatización que se hace de las víctimas en vez de poner el foco en sus agresores, lo cual contribuye a la revictimización en múltiples contextos sociales. No obstante, no centró su intervención en los crímenes, puesto que el machismo se detecta en manifestaciones comunicacionales muy diversas pero, al no señalarlos, se neutraliza la violencia.
Destacó algunas prácticas que pueden ser útiles para hacer frente a ello. Por ejemplo, generar narrativas alternativas desde la contrarrepresentación y utilizar la alegría como arma política para crear redes y fomentar los autocuidados. También, para el tratamiento correcto de asesinatos o agresiones, quiso remarcar que cada caso es un mundo, por lo que se debe analizar el contexto más que la situación concreta de la víctima.
Una vez claras ciertas claves, y con mucha información nueva en la mochila después de tres días intensos, la cantautora tinerfeña Mariana colocó el broche de cierre a este primer Festival Voces de Mujeres. Aunque, según auguran las asociaciones organizadoras, habrá muchas más. Con una sensibilidad hipnotizante, transmitiendo emociones contagiosas al público, Mariana interpretó una serie de canciones nuevas, de creación propia, acompañada por su guitarra. Entre melancolía y amor, su última canción la escribió para su abuela y, en general, todas las mujeres de nuestras vidas.