Cada año se realizan menos festejos taurinos en España. Foto: PULL

No es arte

Opinión

Manuel Vicent: “Con el calor de la primavera se acerca una vez más el cosechón de cuchilladas, vómitos y descabellos que darán como fruto más de cincuenta mil toros taladrados cuya agonía será servida por televisión en primer plano. Las imágenes multiplicarán por un millón esta infame carnicería, y gracias a este banquete de plasma, planetariamente los españoles seguiremos siendo unos especímenes humanos que se divierten torturando animales y que hacen sonar las charangas para alegrar semejante degüello.” 

En España todavía se considera como cultura y arte un acontecimiento en el que se sacrifica violentamente a un animal por entretenimiento: las corridas de toros. Esta fiesta nacional es un evento público que se basa en lidiar bovinos en recintos cerrados para finalmente matar al animal, la cual se trata de una de las tradiciones españolas más reconocidas y, al mismo tiempo, de las más controvertidas en todo el mundo.

¿Qué es lo que se aclama cuando se va a una plaza? ¿La bravura? ¿El arte? No, se celebra la muerte como el triunfo de la vida, el público acude para contemplar el asesinato minucioso de un animal (o en ocasiones, de dos). Al mismo tiempo que el toro intenta huir del peligro en lugar de enfrentarse a él, pues no debemos olvidar que se trata de un herbívoro, sufre humillación y dolor como cualquier ser con sistema nervioso central. 

Y entonces, ¿dónde está la diversión, en la violencia? El toreo puede traumatizar tanto a niños como a adultos sensibles, además de agravar el estado de los neurópatas atraídos por estos espectáculos, como dijo la Unesco. Los que piensen que esta actividad es una forma de pasárselo bien tienen una idea peculiar de lo que es el entretenimiento. Seguramente este mismo “espectáculo” no tendría la misma acogida por parte de la sociedad si se tratara de otro animal, pues si se criara a un delfín o a un perro con la única finalidad de darles muerte, muchos estarían de acuerdo en que no se debería permitir. Sin embargo, por alguna razón que no comprendo, la tauromaquia es vitoreada por una gran multitud de personas.

Canarias, 35 años sin tauromaquia


Las corridas de toros no están expresamente prohibidas en las Islas Canarias, no obstante, la última que tuvo lugar en el archipiélago fue el 7 de enero de 1984 en la plaza de Santa Cruz de Tenerife, siete años antes de la Ley 8/1991 de Protección de los Animales del Parlamento de Canarias que prohíbe «la utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad y sufrimiento”.  Ahora, 35 años después, Vox apuesta por el regreso de la tauromaquia, queriendo cambiar uno de los mayores orgullos que tenemos los canarios en cuanto a progresos, porque «atrae turismo y actividad cultural». Perdón señor Ortega, pero ¿no sabe que no la celebramos precisamente porque es poco rentable y por la escasez de aficionados en las Islas? 

El maltrato animal no se debe votar, se debe prohibir. No podemos permitir que las costumbres prevalezcan sobre los derechos, pues también la caza de brujas, la ablación del clítoris o la esclavitud se consideraban, o se consideran, tradiciones, lo que no significa que esas prácticas sean adecuadas. El pasado sirve para aprender así como evolucionar, y observar sangre mientras se escucha un pasodoble, sin pararte a oír el llanto de un toro herido, no me parece un avance.

El arte es un tributo a la vida, y la tauromaquia lo es a la muerte.

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