Fotografías reales de Numa Turcatti. Foto: PULL

No hay amor más grande

Opinión

La última obra de Juan Antonio Bayona, La Sociedad de la Nieve, al final sin el premio de un Óscar, ha desafiado las expectativas al colocar en el epicentro de su narrativa a un personaje no esperado, Numa Turcatti. En la película que cuenta la trágica historia de los sobrevivientes del vuelo 571 que se estrelló en Los Andes en 1972, Turcatti se sitúa como la figura central y mas importante del largometraje. A diferencia de la versión estadounidense de la historia, ¡Viven!, que se centró en los más reconocibles Parrado y Canessa, Bayona optó por una dirección más arriesgada al dar voz a un personaje menos conocido. Enzo Vogrincic encarnó el papel de Turcatti, un hombre cuyo destino trágico se convierte en el alma de la película.

Pero, ¿por qué Numa Turcatti? ¿Por qué contar la historia desde la perspectiva de alguien que no era miembro del equipo de rugby ni estaba conectado directamente con la mayoría de los pasajeros? La respuesta yace en la esencia misma de la película: un homenaje a la solidaridad y a los que no pudieron sobrevivir. «Dimos la oportunidad a los sobrevivientes de expresar un gracias a los fallecidos», explica el director.

«La película es un testimonio conmovedor sobre el poder del compañerismo la compasión y el sacrificio»

El relato de Turcatti, impregnado de humanidad y empatía, ofrece una perspectiva única sobre la lucha por la supervivencia en condiciones extremas. Su legado perdura en las palabras de quienes lo conocieron y en los corazones de quienes conocen su historia. En palabras de José Luis Inciarte, uno de los sobrevivientes: «Numa se merecía un premio y no era la muerte».

Enzo Vogrincic, el actor que da vida a Turcatti en la pantalla, entrega una actuación conmovedora y auténtica, capturando la esencia del hombre que se convirtió en un símbolo de esperanza en medio de la desesperación. Su interpretación sirve como un recordatorio poderoso de la fuerza del espíritu humano frente a la adversidad.

Esta tercera versión de la tragedia de los Andes es más que una película sobre un desastre aéreo y una lucha por la supervivencia. Nos recuerda, personificado durante gran parte de la película en la figura de Numa Turcatti, que incluso en los momentos más oscuros, el espíritu humano puede encontrar la esperanza y solidaridad. Su historia resuena como un faro de luz en la oscuridad, recordándonos la capacidad del ser humano para encontrar esperanza incluso en los momentos más oscuros. Turcatti falleció diez días antes del rescate dejando una nota en sus manos: «No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos».

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