Iraides Guillén es enfermera en el IASS (Instituto Insular de Atención Social y Sociosanitaria) y vencedora del cáncer de mama. Con motivo de la celebración del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama, ÁMATE (Asociación de Cáncer de Mama de Tenerife) nos ha ofrecido la oportunidad de conocerla. Confiesa que nunca dejó de hacerse las revisiones que, regularmente, se hace una mujer: mamografías, ecografías… Eso sí, en 2015, tras las pruebas correspondientes, saltó la alarma. En principio no era nada grave pero cambió de ginecólogo y el 3 de noviembre de ese mismo año le dieron la noticia…
¿Qué fue lo que primero qué pensó? “En mis hijas. Y luego, acto seguido, en mi marido. Y dije: ‘Dios mío, es a él al que le toca ahora luchar también’. Pero he de decir que, gracias al apoyo de mi familia, seguimos adelante y nunca me sentí débil, siempre fuerte”.
A partir de ahí, ¿cuál fue el camino que decidió escoger? “En esos momentos, una que ya es enfermera y conoce el patio, comienza un camino muy duro. Ya sabía lo que el médico me iba a decir, las consecuencias que esto iba a tener, cómo mi estado físico iba a cambiar… Así que uno de los caminos que escogí fue acudir a un psicólogo para que me prestase ayuda”.
¿A qué se aferró para superar el cáncer? “A la vida. Podía valerme por mí misma, confiaba en la ciencia, en la medicina… Y, claro, tengo fe”.
¿En qué momento se curó de la enfermedad? “Prefiero no llamarla enfermedad. Para mí no lo fue. Nunca quise llamarla así. Fue un episodio más de mi vida. Así, en noviembre o diciembre de 2016 terminó. Además, recuerdo que recién salida de este bache me presenté a unas oposiciones en mi rama de salud”.
«Ahora ya no soy la misma, soy mejor»
¿Podría definirme en una palabra su historia con el cáncer? “Fortaleza. Ahora ya no soy la misma, soy mejor. Para mí ya no hay nada imposible, todo se puede hacer y nada me va a parar”.
¿Cómo conoció a ÁMATE? “Cuando me diagnosticaron cáncer, busqué más ayuda que la psicológica, y ahí llegó ÁMATE. Siempre me sentí bien, en familia. Había compañeras en la misma situación que yo, podía hablar de la enfermedad con normalidad y comparar los logros de todas las personas que lo habían superado. Fue un aliento de esperanza”.
¿Cuál es su función en la asociación? “Siempre que puedo y me lo permite el trabajo, vengo como voluntaria a ayudar. Siento que tengo un compromiso con ellos y que no les puedo abandonar”.
¿Cree que las mujeres estamos suficientemente informadas acerca del cáncer de mama? “No, no hay información suficiente sobre la enfermedad. Vamos por la vida con mucha carga de trabajo y ocupaciones y no nos paramos un poquito a pensar en nuestro cuerpo”.
¿Qué mensaje le gustaría transmitir a todas las mujeres que están luchando en estos momentos? “Que no se rindan. Sé que es duro el camino. No es de rosas, pero se supera. Que no abandonen su tratamiento y busquen diversas opiniones. No dejen que nada ni nadie les apague las ganas de vivir”.