La sesión de hoy, 12 de mayo, del XXVII Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas celebrada en la Facultad de Humanidades de la ULL estuvo conducida por la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid Betsabé Caunedo del Potro, experta en comercio hispano medieval. Tras una breve presentación en la que Eduardo Aznar Vallejo, docente y miembro del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna, dio a conocer a la ponente; Caunedo del Potro explicó la valía de la aritmética aplicada a la labor y la formación de los mercaderes en la época medieval.
La intervención de la experta comenzó con una breve explicación de por qué los mercaderes necesitaban una formación en Aritmética. Afirmó que «con el único conocimiento de la lectura y escritura no era suficiente para que los comerciantes europeos pudieran viajar por el mediterráneo para vender», pues era necesario que conocieran rutas, monedas, gestión de sus negocios e indudablemente, cálculo.
«En los siglos XIV y XV la información ya era un recurso indispensable», continuó la profesora. Además, aprovechó su intervención para recordar a los asistentes la importancia de las cartas en el medievo, que eran el principal método de comunicación de noticias y rumores entre los comerciantes. Continuando con esta idea, recordó que «si los mercaderes querían ser buenos profesionales del comercio requerían de una buena formación».
De esta forma, a los vendedores de la época se les enseñaron matemáticas básicas para poder llevar a cabo su labor. Se les mostró el sistema en base 10, prestando especial importancia al ábaco, sumas, restas, multiplicaciones, divisiones y reglas de tres. En las obras que recogían estos conocimientos predominaba la parte práctica sobre la teórica.
La exposición concluyó con una explicación de cómo se aplicaban las reglas de tres y las llamadas reglas de la compañía en los negocios mercantiles. «Era preciso realizar cuentas entre los comerciantes para poder repartir tanto las pérdidas como los beneficios en partes iguales», terminó Betsabé Caunedo.