Tranvía y guaguas permiten desde el 1 de junio la entrada a perros fuera del transportín. Estos deben cumplir con algunos requisitos como el uso de bozal y estar atados con correa corta. En el caso del Tranvía, tal y como determina el Metropolitano de Tenerife (MTSA), existe una limitación de un animal por vehículo. Este debe situarse en el último vagón que tenga puertas dobles en sentido de la marcha. En guaguas, TITSA permite un número ilimitado de perros de hasta diez kilos dentro de su habitáculo y solo uno superior a este peso. Estos no podrán situarse en asientos ni escaleras.
Considero que es un paso lógico en la legislación, teniendo en cuenta la importancia que están adquiriendo las mascotas como parte de la familia. Esta creciente conciencia sobre el bienestar animal se ve reflejada en otros espacios públicos como parques urbanos o playas, donde se habilitan zonas e instalaciones específicas. A esto se le suma que, según datos del Registro Canario de Identificación Animal (Zoocan), en Tenerife están registrados 243 855 canes con microchip, por lo que es normal que surjan iniciativas para adaptarse a las necesidades de la población.
El transporte público está al servicio de toda la ciudadanía y debe actualizarse. En este sentido, me parece justo que si alguien necesita, por ejemplo, desplazarse al veterinario y no dispone de coche, no se vea obligado a pedir un favor o pagar un taxi que acepte animales. Sin duda, estas medidas facilitarán la vida de muchas personas.
«El Tranvía y la guagua están al servicio de la ciudadanía y deben actualizarse»
A pesar de lo positivo, entiendo que esta situación genere descontento en parte de la población que padezca alergias o tenga miedo de estos animales. No obstante, creo que hay normas suficientes para garantizar la seguridad, ya que no se permiten perros en todos los vagones y se puede viajar lejos de ellos a voluntad. También es obligado el uso del bozal, aunque puede resultar exagerado en caso de razas pequeñas que no sean potencialmente peligrosas (de las cuales hay 11 986 ejemplares en la Isla). A esto se le suma que el personal conductor tiene autoridad para impedir el acceso o expulsar a quien no respete la normativa.
Por otro lado, un punto que me parece insuficiente es la limitación de un perro por tranvía. Si bien hay que poner un tope para evitar ladridos que molesten al resto de personas, es excesivo. Si mucha gente con perro quiere subirse deberá esperar por tranvías diferentes. Teniendo en cuenta que hay cinco vagones, considero que hay espacio suficiente para que se habiliten al menos dos zonas separadas, lo que agilizaría la situación y evitaría colas.
En definitiva, y a pesar de la polémica que puede suscitar en la ciudadanía, me parece una buena decisión por parte de las empresas de transporte. Mucha gente se beneficiará de ella y sitúa a Tenerife junto a otras zonas españolas que ya lo han implementado como Jaén, San Sebastián o Valladolid. Igualmente, espero que quienes hagan uso de esta posibilidad lo hagan con responsabilidad, lo que generará mejor opinión pública y una futura ampliación de las condiciones.