La Asociación Cultural Pinolere lleva realizando durante más de diez años festivales en La Orotava dedicados a relucir y homenajear tradiciones de los municipios del archipiélago canario. Tras dos ediciones marcadas por la pandemia, la feria volvió a abrir sus puertas durante tres días. El pasado viernes, 2 de septiembre, se abrió al público con un total de 160 puestos de profesionales de la artesanía, alejados de los 210 que solían acudir con anterioridad. Los problemas económicos generados tras la crisis del coronavirus afectaron a un área que ahora busca apoyo para evitar la desaparición de profesiones que ayudan en la difusión y conservación de las costumbres canarias.
El cierre de algunos puestos remarcaron las dificultades que han tenido que sobrellevar las personas participantes en la celebración de este año. La subida generalizada de los precios en sectores como el de servicios, electricidad y proveedores han propiciado una bajada en la rentabilidad de los talleres al reducirse las posibilidades monetarias de la población. A esto se le suma el problema con la incorporación de jóvenes para arreglar el relevo generacional que sufre la industria.
Ante este futuro incierto, se observó como en el momento de la inauguración el alcalde del municipio, Francisco Linares, hacía hincapié en la necesidad de aportar los recursos necesarios con los que ayudar al sector. Por su parte, el Proyecto Cultural Pinolere prevé impulsar la digitalización de manera internacional con el programa Edicra, cofinanciado con la plataforma Erasmus +.
Los Tesoros Vivos de Canarias fueron los protagonistas elegidos este año por la asociación villera, a la par que se enfocó en visibilizar las costumbres de Los Realejos. Ayer, domingo, 4 de agosto, la Orquestina Pinolere condujo la clausura de un evento que desea retomar la normalidad en futuros encuentros.