Uno de los muros grises del exterior del Campamento de Las Raíces cobró ayer sábado, 17 de abril, unos colores que llegaron para quedarse. Migrantes que llevan meses en Tenerife pintaron más de veinte metros de largo de dibujos, frases y recuerdos, con la ayuda y materiales que aportaron residentes de la Isla. Pero por muy bonita que fuera la jornada, y muy gratificante el trabajo hecho, lo cierto es que solo se trató de otro pequeño acto simbólico que, lamentablemente, no repercutirá en cambios efectivos. Sin embargo, más que una reivindicación política, fue una tarde de autocuidados y lucha por la moral.
Con un poco de cinta de carrocero, a las 17.00 horas, comenzaban las primeras personas a hacer los bordes del que sería el mensaje principal: «Liberté». Pero la brocha azul de un niño canario, hijo de inmigrantes, desató las ganas de pintar del grupo. Improvisando, dibujando monigotes y escribiendo su nombre, estrenó una pared que en pocas horas ya no tenía huecos que rellenar.
Poco a poco, fueron apareciendo mensajes en árabe, wólof, español, inglés y francés. Hay quienes dibujan jaulas, pateras, corazones, pájaros e incluso su pueblo natal. Por otro lado, se embadurnan las manos con pintura para dejar la huella de la palma estampada. Y en el centro, con esmero y concentración, colorean y bordean las grandes letras que expresan su gran aspiración de libertad.
Que se sepa lo que han visto esos muros
Bien se sabía, cuando se organizó el evento, que con pinceles y pintura no se puede hacer milagros. Pero los ánimos ya no están para una lucha activa. La desesperanza crece sin freno en el Campamento después de meses de protestas. Psicológicamente, ya no son quienes eran hace pocos meses. Y es por eso que lo que sí pudo hacerse fue, al menos, despejar la mente y no pensar por un rato. Con algo creativo con lo que ocupar un tiempo muerto que parece infinito, distrayendo unas manos sin nada que hacer, se dieron un pequeño respiro.
Hacia las 19.00 horas, cuando el colorido ya se había adueñado del muro, inmigrantes y miembros de la Red Interinsular por los Derechos de las Personas Migrantes leyeron un comunicado. En él no se expresó nada que no se haya dicho en otros anteriores; nada que no se venga meses denunciando. No solo en Las Raíces, sino en todo el Archipiélago canario y, en general, en un marco nacional e internacional.
Pero hoy, cuando abran las puertas del Campamento, el mural seguirá ahí. Y también, los días siguientes. El acto terminó, pero la huella, que va más allá de una acción concreta, se quedará. Que se sepa lo que han visto esos muros. Que no se olvide el macrocentro en el que se hacinó en condiciones insalubres e indignas a miles de personas. Pero sobre todo, que es lo que más falta hace, que se vea en esa pintura colectiva el deseo y la voluntad de mantener la moral. Porque ahora, en esta situación extrema, también hay una importante lucha interna por no venirse abajo.