El acceso al cuidado de la salud mental es una quimera económica en nuestra sociedad. Ante ello, de la mano de la Dirección General de Juventud del Gobierno de Canarias junto con Valtia Formación, nació el Proyecto Camarada, una iniciativa que ofrece sesiones terapéuticas presenciales y gratuitas a jóvenes entre los quince y los treinta años. Camarada fue impulsado en febrero de 2022 tras el lanzamiento de una página web para las inscripciones que en apenas diez días colapsó, hasta que en marzo se cristalizó su puesta en marcha con una duración de tres meses. Ahora, el proyecto ha vuelto a ponerse en marcha en el Centro Atlántico de Juventud ubicado en La Laguna.
Beatriz Castro, coordinadora del proyecto, comenta que Camarada surgió «como respuesta a una necesidad social ante la falta de recursos de atención psicológica, las largas listas de espera de la Sanidad Pública y la dificultad de costear una atención privada». Además, incide en que se dirigen a la población que se encuentra entre dos estratos sociales: quienes pueden acceder a medios de atención especializada para población en riesgo de exclusión y quienes pueden permitirse la terapia privada.
Romper estigmas para normalizar la atención psicológica
El principal objetivo es acercar la salud mental a la juventud y romper estigmas para normalizar la atención psicológica. La coordinadora de la iniciativa desglosa que el fin es «ofrecer las herramientas apropiadas y validar a las personas para que, una vez finalizada la terapia, sean capaces de enfrentarse a dificultades o recaídas futuras». Por ello, recalca el compromiso que gestó Camarada: «Queríamos construir un espacio seguro donde poder expresarse y compartir emociones de manera cómoda y libre de miedos a que nos juzguen o nos cuestionen».
Tras el éxito cosechado en la primera edición a modo de proyecto piloto, este año se plantea una nueva propuesta ampliando el número de sesiones para cada persona usuaria con el objetivo de «ahondar en cada caso planteado y poder ayudar de manera real a las dificultades que sufren las personas que acuden a este servicio». Asimismo, la tinerfeña agrega que la pandemia ha acrecentado los problemas de salud mental en una población joven que «en esta etapa evolutiva se encuentra en construcción y con mucha confusión, inseguridad o baja tolerancia a la frustración».
Esta situación ha puesto de manifiesto «datos alarmantes con los que no debemos ser excesivamente catastrofistas» para intentar dar la vuelta a esta estadística y poner el quid de la cuestión en la falta de recursos y con una determinación clara. «Hay que romper el estigma de que acudir a terapia es algo de lo que avergonzarse o el clásico de que allí solo van las personas que están locas», zanja la coordinadora.
«Las iniciativas públicas basadas en las necesidades reales funcionan»
Los resultados obtenidos en la primera edición son positivos y así lo destaca Castro, quien resalta la motivación depositada para volver a impulsar este proyecto a partir de «la necesidad real que sigue existiendo en la población y de la maravillosa respuesta obtenida por parte de la ciudadanía en la primera edición».
En este sentido, agrega que gracias a esto han podido corroborar algunos asuntos que ya suponían al proponer la creación de la iniciativa, y por lo que lo sigue siendo tan necesaria: «Nuestra juventud no le tiene miedo a los tabús como pasaba con generaciones anteriores, entiende la importancia y necesidad de una salud mental accesible y de calidad, y lo está pidiendo a gritos».
Castro resalta la insuficiencia de los recursos actuales invertidos en salud mental, sin embargo, reconoce que desde Camarada no quieren enfocarse en la causa, sino aportar una solución y dar visibilidad a un problema que va más allá. «Los proyectos públicos basados en las necesidades reales de la población funcionan, solo hace falta poner atención a las demandas de la gente y cariño a nuestro trabajo», asegura.
«La mayoría de las personas jóvenes perciben falta de apoyo de sus familias»
La iniciativa está dirigida por dos psicólogas expertas en atención juvenil. Una de ellas es Natalia Pérez, quien explica que las consultas se centran principalmente en la mejora de la autoestima, la gestión emocional y las estrategias de afrontamiento. Dada la alta demanda que presentó el proyecto el año pasado, la principal conclusión que han podido extraer es que la juventud prioriza y tiene un alto interés en mejorar su salud mental.
Con 76 participantes en total, Pérez destaca que la iniciativa de acudir por cuenta propia hace que influya positivamente en el nivel de conciencia sobre los aspectos a mejorar y la puesta en marcha de cambios. Sin embargo, existe una señal que alarma. Como manifiesta Pérez, «la mayoría de las personas jóvenes manifiestan que perciben falta de apoyo de su familia de origen, lo que evidencia la necesidad de poner en marcha programas y recursos dirigidos a la mejora del bienestar psicológico y la educación emocional, principalmente, desde la familia y la escuela».
La psicóloga incide en la problemática que produce vivir en una sociedad individualista que prioriza la productividad y la inmediatez junto al escaso apoyo social. «Se tiende a minimizar el malestar emocional y las estrategias de afrontamiento. Esto en una población vulnerable, como es la infancia y la adolescencia, puede tener efectos negativos como así lo demuestran las cifras», afirma Pérez.
A pesar de que los estigmas parecen que van desapareciendo, para Natalia Pérez la población juvenil actual representa a las próximas generaciones, por tanto, señala que es de vital importancia abordar las necesidades psicológicas que presenten actualmente y apoyar iniciativas hacia un mejor bienestar psicológico como lo hace Camarada.
«Muchas veces vamos a terapia porque otras personas no van a terapia»
Águeda Cuervo, exusuaria del proyecto y paciente de Natalia Pérez en la pasada edición, afirma que desde su llegada de Badajoz por estudios decidió unirse a Camarada para cambiar de aires, salir de su zona de confort y romper con su estilo de vida anterior «porque estaba demasiado estancada y la gente de mi alrededor no me estaba aportando lo que yo necesitaba».
Como comenta, para ella el proyecto supuso un punto de inflexión en su vida porque le permitió reconocer distintos patrones y actitudes que no le estaban haciendo bien, además de aprender algunas herramientas o estrategias para encontrarse mejor y alejarse de personas que le hacían daño. «Decidí entrar al proyecto en ese momento, aunque yo sabía que desde hace tiempo lo necesitaba. Ahora me encuentro bien, buscándome, analizando distintas formas de actuar, aceptando como soy y cambiando algunas estrategias para estar mejor conmigo misma y con la gente de mi entorno», confiesa Cuervo.
La exusuaria hace especial hincapié en el aspecto gratuito de la iniciativa al presentarse como una oportunidad real para las personas que no tienen los recursos económicos suficientes para costearse una atención psicológica especializada. «Toda la sociedad debería tener ese recurso y poder estar en contacto con una persona que te ayude en tus altos y bajos, así como con tus emociones para saber cómo gestionarlas, porque muchas veces vamos a terapia porque otras personas no van a terapia», subraya.
Tras su paso por Camarada, la pacense recomienda a todas las personas jóvenes acudir a terapia cuando se sientan preparadas porque «es un problema muy grave del que desconocemos sus dimensiones. Si nos encontramos mal estamos mal con nuestro entorno, por lo que es complicado darse cuenta de que necesitas ayuda psicológica. De hecho, existe aún una estigmatización tremenda. El suicidio en España es una de las causas de muerte no naturales más extendidas y eso es muy fuerte. Necesitamos ayuda».
«No se puede recurrir solamente a los fármacos»
En este sentido, Cuervo resalta la importancia de valorar la salud mental en la juventud, puesto que «las emociones son esenciales y si no estamos bien con nosotros y nosotras mismas no vamos a estar bien de ninguna de las formas». Una gestión emocional que, a su juicio, debe enseñarse en las aulas y desde la niñez: «Las personas necesitan hablar y que se les enseñe nociones de inteligencia emocional y de educación afectivo-sexual. No nos instruyen y carecemos de mecanismos para tratar los problemas de nuestro día a día».
«A las instituciones les diría que dedicasen los recursos al sistema sanitario para que la ciudadanía que necesitemos ayuda podamos obtener una atención de calidad. Muchas personas que van al médico de cabecera acaban siendo derivadas a psiquiatría para mandarte una pastilla y solucionar el problema, pero no se puede recurrir solamente a los fármacos», sentencia.
Este reportaje ha sido realizado de forma conjunta con Pablo Herrera.