Un MENA, 4700 euros al mes, tu abuela, 426 euros de pensión/mes. Esto es lo que se podía leer en el cartel, ya archiconocido, colocado por VOX, el pasado mes de abril, en una de las paradas del Metro de Madrid. Aunque la Fiscalía y el PSOE presentaron una denuncia por un presunto delito de odio, esta no sirvió de mucho pues el Juzgado de Instrucción número 53 de Madrid decidió archivar la causa. Independientemente de la sentencia del Juzgado, que, a decir verdad, no me sorprende, lo que realmente me causa desconcierto en esta situación es la sencillez, claramente intencionada, con la que algunas personas se refieren a esta población de menores migrantes.
Ciertos grupos, vinculados, sobre todo, a la derecha, llevan mucho tiempo intentando despojar de significado al término MENA pretendiendo, así, invisibilizar la realidad de estos niños, niñas y adolescentes que no han tenido más remedio que partir de sus hogares rumbo a otro país en busca de un futuro mejor o, por lo menos, más digno.
«El uso de esta sigla no es, en ocasiones, un mero gesto para economizar el lenguaje»
El uso de esta sigla no es, en ocasiones, un mero gesto para economizar el lenguaje. Probablemente, existen muchos más intereses de los que creemos detrás de esta decisión lingüística que aparenta ser tan anodina.
Intereses tales como el de crear un estigma alrededor de este término asociándolo a personas que, según Rocío Monasterio en un mitin de VOX en Fuenlabrada, reciben una ayuda económica superior a la pensión de tu abuela, atemorizan a las mujeres y atracan a nuestras familias. Todo ello con el objetivo final de reducir sus realidades a otro lastre más para los derechos de la población española de bien.
¡Qué fácil es decir MENA! Qué fácil es decirlo cuando nunca has conocido a una persona que sufre este problema, cuando nunca has tenido que embarcarte en un cayuco sin ninguna compañía, cuando nunca has extrañado a tu familia y no tienes noticias suyas… ¡Qué fácil!