Querido cáncer de mama:

Opinión

Hoy podría hablar de ti, del daño que haces y de la gente que matas, pero no eres lo suficientemente importante como para dedicarte unas líneas. Nos hemos cansado de ti y de tu mala educación, de que entres por la puerta cuando nadie te ha llamado. Hoy, les toca a ellas. Las que tintaron sus prendas de color rosa, dibujaron en sus caras dos marcas de guerra, se colocaron el pañuelo en la cabeza y pusieron el contador a cero.

Se transformaron, sus modos de vida y sus percepciones del mundo comenzaron a cambiar. Caminaron en aquel desierto de incertidumbre durante mucho tiempo, aunque quizás fue menos para el resto de la gente y, un día, allí a lo lejos, en una cajita estaba él: el coraje. Lo acogieron, lo cuidaron y lo hicieron parte de ellas, así que él no dudó en ofrecerles todo lo que tenía, todo lo que era.

Así continuó la historia. Parecía que en el desierto empezaban a brotar hojas de esperanza, y a veces encontraban la alegría en aquellos charcos de tristeza. Desde el cielo se podía observar como todas caminaban solas, en distinta dirección, cruzándose, mirándose, pero con temor. Sin embargo, un día, en un claro de luz, se encontraron. Agudizaron sus emociones y la energía les hizo bailar sin comprender por qué. Rieron y, sin mediar palabra, continuaron juntas.

«Se ajustaron el pañuelo a la cabeza, dieron un paso más, se miraron convencidas y siguieron»


Parecía que el camino no tenía fin y, justo cuando creían que ya habían llegado, otra pasarela les invitaba a continuar. Ni todos los sorbos de agua, ni todas las horas de sueño podían sanar aquel cansancio que tenían. Las fuerzas flaqueaban, y aquella respiración agitada solo indicaba que debían parar. Pero no, se ajustaron el pañuelo a la cabeza, dieron un paso más, se miraron convencidas y siguieron.

Quizás esa fue la mejor decisión que tomaron, porque enseguida, el desierto empezó a quedarse atrás y una selva frondosa y de aire puro las esperaba. En un reencuentro con el sol, la luz y la alegría, divisaron el final del camino: la vida. El tesoro más preciado. La nueva oportunidad. Batalla tras batalla, escalón tras escalón, ganaron la lucha.

No nos olvidamos de ustedes


El desierto siempre estuvo lleno de trampas, y no todas pudieron hacerle frente. Para todas las compañeras que aguantaron en busca del final del camino, que se armaron de fuerza y coraje por conseguir ganar la lucha, pero solo consiguieron la victoria en las batallas: no nos olvidamos de ustedes.