Dile a Kubrick que el mayor homenaje a su carrera vendría de la mano de su colega Spielberg y se pondrá más contento que Jack Nicholson dando hachazos en el mítico Hotel Overlook. Ahora dile que su película, El Resplandor, es el spot de un film sobre realidad virtual, cultura pop y videojuegos. Se habría levantado de la tumba y él mismo habría golpeado la cinta al grito de “¡Aquí esta Jack!”. Ready Player One es una oda visual, un placer para los sentidos. Protagonizada por Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Mark Rylance y Simon Pegg, entre otros, este largometraje recaudó 181,3 millones de dólares en los primeros 3 días desde su estreno.
Wade Watts (Tye Sheridan) es un joven que huye de una sociedad distópica, monótona y gris jugando al mayor y más popular videojuego de realidad virtual: OASIS. Se trata de “un universo virtual completo” en el que “la gente entra por todo lo que puede hacer y se queda por todo lo que puede ser”. Cuando su multimillonario creador muere, todos los jugadores lucharan por encontrar el eastter egg que se esconde en los lugares más recónditos de la plataforma. El premio: heredar toda su fortuna, incluido OASIS. Wade, junto a sus amigos, competirá contra la inicua corporación internacional IOI en numerosas pruebas ambientadas en la cultura pop de los 70, los 80 y los 90.
El perfeccionismo que desplaza a la obsolescencia
Ready Player One está basada en la novela homónima del escritor estadounidense Ernest Cline. Spilberg quiso mantener la infinidad de referencias y guiños a videojuegos, series de televisión, animes, películas, comics y grupos musicales que inundan, fotograma a fotograma, la trama principal. Se trata de la fórmula perfecta para atrapar a las generaciones de 3 décadas de expansionismo cultural. Sin embargo, el aclamado cineasta afirmó haber rechazado plasmar en la gran pantalla todas las menciones a sus películas que, al parecer, no eran pocas.
Es difícil para un director septuagenario transmitir la ética y el estilo de vida gamer sin que suene a crítica o quede anticuado. Sin embargo, el perfeccionismo de este virtuoso del séptimo arte reproduce, e incluso revitaliza, la concepción social de los shooter, los multiplataforma, los de carreras o los de rol. La moraleja que se construye no se aleja de la actual y autócrata filosofía de las pantallas digitales. Un futuro próximo fundado en el miedo social y el cobijo del hardware.
Un CGI sutil y preciso
El tratamiento del CGI (Imágenes generadas por ordenador) delata una obra maestra. Preciso, pues no urge la ambición de una exactitud visual completa, un error que ha arruinado producciones enteras. Combinado con la fotografía y la edición, las escenas de acción potencian la atención de la sala, y el espectador permanece quieto en sus asientos, esclavo del multiplano. La música nos transporta en el Delorean de Regreso al Futuro justo a los años 80.
Una pieza digna del 4K. La revolución del cine es un hecho. Ready Player One es la prueba.