«Si cada persona dona al menos una lata de atún a una familia, tal vez les estaríamos salvando de un día sin consumir una de las tres comidas diarias»

Eduardo García es jardinero, agricultor y colaborador de la Cruz Roja desde el 2009, y sus ganas de ayudar lo impulsan a ser voluntario en actos benéficos locales del pueblo Villa de Arico. Su proyecto solidario consiste en darle frutas y verduras de su propia cosecha a quienes no disponen de ingresos suficientes en sus hogares. Esta idea surgió al ver la necesidad provocada por la crisis de la Covid-19 en las vecindades más cercanas a su finca. Comprometido con aliviar la situación de las familias, el agricultor entrega cada 15 días una bolsa de alimentos de la cesta básica para que complementen la semana de comidas.

Con su compañía, Jardines Eduardo, obtiene el presupuesto necesario para invertir en su invernadero. Es por ello que no ve necesario vender los alimentos que siembra, «a menos que me encuentre en una situación de anormalidad». Antes de la pandemia de la Covid-19, el invernadero ubicado en el patio de su finca era una de sus fuentes de ingresos, aunque ahora sea una «fuente de ayuda para el resto y para mi propia familia».

«No deberíamos ignorar lo que pasa a nuestro alrededor»

Considerando la precariedad en la que viven las personas que se encuentran en el paro por falta de trabajo, García comenta que «como seres humanos merecemos que nos tiendan la mano en momentos difíciles», haciendo referencia a sus recuerdos cuando emigró de Latinoamérica en el año 2000. «Recibí mucho apoyo de la vecindad cuando no contaba con trabajo estable para mantenerme», expresa. En su adolescencia en Venezuela, su país de origen, estuvo rodeado de situaciones similares: «A pesar de que yo no pasé necesidades, veía a la gente en la calle pidiendo comida y dinero para poder mantener a sus familias». Gracias a esto, su voluntad por ayudar, cada vez más, se encuentra intacta.

«Yo veo cómo el mundo necesita más nobleza entre las personas», destaca al ver que son muchas personas quienes no hacen caso a la necesidad que se puede ver al caminar por las propias calles de Tenerife. «No puedo entender el corazón de alguien que no tiene solidaridad con quien está al lado», añade. Eduardo García se dedica a la agricultura porque le apasiona «el arte de ver cómo de una semilla puede salir el alimento para nuestra supervivencia», al igual que «el cuidado de las plantas, que le dan vida al planeta y son nuestra fuente de oxígeno».

En este mes de mayo del 2020, el agricultor no cuenta con ningún voluntariado externo para el mantenimiento de su invernadero, a excepción de su padre, que ayuda en su tiempo libre con la limpieza y en la recolecta. García confiesa que no le pesa no tener ayuda porque lo hace «con mucho gusto». Define este acto benéfico como «agotador», por tener que cuidar de más los alimentos, ya que «hay plagas que, por más que pongas productos, se adhieren a la planta. Ese es mi miedo mayor, que toquen a mi puerta y no tener qué ofrecer».

«Dar más de lo que somos es recibir más de lo que esperamos»

«El sentimiento de cambiar los días de una persona es mi mayor pago», menciona. Su voluntad de ayudar se deja ver en el plan de la Cruz Roja, donde hace donaciones económicas para el sustento de la infancia en África. También ha colaborado en recolectas de comida en la Iglesia San Juan Bautista de Arico para las personas necesitadas, obra que hace con gusto por ser «una persona muy católica». García recalca que sus creencias culturales y religiosas «influyen mucho en la forma de ver las cosas» y que agradece a sus padres haberle inculcado el amor por el prójimo.

Por la situación actual a nivel mundial, espera que «sean más los cambios positivos que negativos. La gente lo está pasando mal y los gobiernos no están prestando atención». También recalca que le parece injusto «ver cada día más personas en la calle y que nadie haga nada», pero esos son motivos para permitirse seguir con sus obras solidarias «hasta que el bolsillo le alcance».

Con una madre y padre mayor, la dificultad para encontrar alimentos y la escasez de personal sanitario hizo que se replanteara una forma de ayudar, aunque sea a través de miles de kilómetros: «Mi corazón se quedó allí y todos los días pienso en las personas que sufren todo eso».

En la actualidad, la Asociación, recién constituida, desarrolla un solo proyecto: la apertura de un comedor comunitario infantil en un barrio muy humilde de la parroquia San Juan Bosco, en el Estado de Carabobo, Venezuela. En Canarias solo está la junta directiva que se encarga de la búsqueda de fondos a través de iniciativas como la que realizan con la parroquia de San Guzmán, ubicada en la capital tinerfeña. En esta, con un proyecto ambiental de cuidado del ecosistema entre la juventud canaria, se obtiene una modesta cantidad en donaciones.

Desde los comienzos, la pandemia significó un atraso en los planes de la inauguración para la organización. «Cuando se generó la pandemia, yo justamente me estaba formado para iniciar los trámites de creación de la asociación, así que se podría decir que el plan se retrasó unos cuatro meses», añade Sandra Gil. Esperan obtener visibilidad  a través de la campaña de Fundraising, que está siendo planificada para ser lanzada este mes de abril con el objetivo de recibir más personas voluntarias que aporten donaciones materiales o servicios.

¿Cómo se organiza Cáritas para los proyectos benéficos? «Aquí, en Tenerife, nos organizamos a través de proyectos vinculados a colectivos en situaciones de vulnerabilidad. Trabajamos en el ámbito de la vivienda, del empleo, de la economía solidaria. También tenemos empresas de inserción social, una tienda de comercio justo, recursos alojativos para personas sin hogar. Y, además, contamos con unidades móviles de atención en calle para ellas. En general es un poco la acción social de la Iglesia, Cáritas es una entidad de la Iglesia Católica, somos su brazo social, su acción social».

Con la situación pandémica que vivimos hoy en día, ¿las donaciones y ayudas que les dan a las familias han disminuido o, por el contrario, han aumentado? «Han aumentado. Hace unos días se presentó un informe de Cáritas española sobre cómo ha sido nuestra acción durante los meses del estado de alarma. Hemos atendido a 500 000 familias nuevas en todo el estado español, familias que hasta ahora nunca habían tenido la necesidad de acudir a la organización.

También han aumentado mucho las donaciones en Tenerife en concreto, ha habido una corriente de solidaridad. Incluso las personas donantes que ya colaboraban con Cáritas, han ampliado sus cuotas o han hecho aportaciones extraordinarias para ayudar a las familias durante este periodo tan complejo que estamos viviendo».

¿Son muchas las personas que se ofrecen para realizar voluntariado? «Pues la verdad que sí. Canalizamos esas peticiones a través de un departamento de voluntariado, que se encarga de ver cuáles son las inquietudes de esas personas y ver también en función de sus experiencias, capacitaciones y su formación profesional, dónde pueden ubicarse dentro de la institución, si pueden colaborar en un proyecto, en una acción, o en cualquier otro departamento. También contamos con personas voluntarias profesionales en Derecho, Economía, Trabajo Social.

Y, luego, personas que trabajan y colaboran en las Cáritas parroquiales y arciprestales, prestando lo que llamamos «la acogida», es decir, esa primera labor de escucha y acompañamiento a todas las familias que se dirigen a esas parroquias pidiéndonos ayuda».

«La sociedad se construye con el aporte de todos, fundamentalmente con el de las entidades públicas»

Además del voluntariado, ¿existe algún ente gubernamental que se haya unido a ustedes? «Colaboramos con todas las administraciones públicas, ya sea el Cabildo de Tenerife, el Gobierno de Canarias o el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. La verdad es que hay muy buena colaboración todo el tiempo, igual que nosotros venimos colaborando desde hace muchos años con ellos sin ningún problema.

La sociedad se construye con el aporte de todos, fundamentalmente con el de las entidades públicas, ellas son las encargadas de salvaguardar todos los derechos de las personas y nosotros lo que hacemos es colaborar en la medida de lo posible con esas instituciones. Es lo mismo que esas instituciones a través de proyectos que financian y en los que colaboran nos ayudan a desarrollar todas nuestras acciones, es una colaboración mutua que en los últimos meses se ha reforzado».

¿En qué puntos de la Isla se puede donar? «Durante el estado de alarma pusimos en marcha una cuenta específica para realizar donaciones que se encuentra en nuestra página web, ahí pueden encontrar el número de cuenta y también hacer un bizum con el código 33616. Esas son las dos principales vías, pero luego pueden acudir a cualquier Cáritas parroquial o bien participar en las colectas del primer domingo de cada mes en las iglesias que, gracias al obispado de Tenerife, está imperado para la organización. Es decir, todos los beneficios de esa colecta van destinados a los proyectos y acciones de Cáritas Diocesana de Tenerife».

En cuanto al plan de formación que ofrece Cáritas Diocesana, ¿cuál es su objetivo? «Cuando una persona se dirige a Cáritas para ser parte del voluntariado, le hacemos una formación específica donde explicamos en qué consiste Cáritas, cuáles son las acciones, cuáles son los proyectos y dónde se puede colaborar. Aparte tenemos un plan de formación para el personal porque siempre tenemos que estar en continuo aprendizaje. Ahora, durante la pandemia, nos hemos convertido en youtubers y tuiteros, hemos tenido que aprender a manejar nuevos conceptos de comunicación y navegar por las redes sociales. Eso está todo incluido dentro de nuestro plan de aprendizaje, es continuo, se va desarrollando año a año y se va adaptando un poco a las necesidades de cada departamento».

Disponen también de un gabinete jurídico, ¿cómo funciona este servicio? «El gabinete jurídico es un departamento que es trasversal, es decir, presta servicios a todos nuestros proyectos y a todas nuestras acciones, además de la gente profesional en Derecho que tenemos contratada y que forma parte de la identidad de la casa. También hay unos cuantos bufetes de abogacía de las provincias que colaboran en determinadas cuestiones con nosotros.

Fundamentalmente trabajan en el ámbito de la vivienda, el tema de la exclusión residencial, los desahucios, las ejecuciones hipotecarias y los lanzamientos. También trabajamos mucho en el ámbito de las migraciones, las personas que se encuentran en situación administrativa irregular y, en general, prestan asesoramiento a todas las personas que son atendidas por Cáritas y que demandan de este servicio».

«Tenemos que poner nuestro granito de arena para conseguir una sociedad más justa e igualitaria»

¿Quiere enviar algún mensaje para animar a la ciudadanía a que se unan como voluntaria? «Como siempre decimos, Cáritas es un poco como urgencias. Está abierta las 24 horas del día, los 365 días del año, pero Cáritas se sostiene gracias al voluntariado, es un pilar fundamental de nuestra institución, y animamos a todo el mundo a que nos visite, a que nos conozca, a que entre en nuestra página web y colabore de alguna manera. Tenemos que poner nuestro granito de arena para conseguir una sociedad más justa e igualitaria».

Desde la Asociación sentencian que «lo peor está por llegar». «Sin ánimo de ser pesimistas ni catastrofistas, después de 12 años trabajando en esta área, estamos aprendiendo a analizar cómo transcurren los comportamientos de las personas a las que atendemos», afirma las personas voluntarias en Kairós.

No es tiempo para el optimismo. El voluntariado de Kairós, consciente de la realidad pandémica que vivimos, y dadas sus consecuencias sociales y económicas, asevera que «se está disparando la demanda de ayuda por personas y familias que se encuentran paradas, en ERTE, o en alguna forma en la que su sustento básico no les llega».

Con todo, aseguran que  «a la bolsa de pobreza estructural existente desde hace años, ahora hay que ir añadiendo a las personas que se ven afectadas por este drama».

Por el momento, han recibido ayuda del Gobierno de Canarias para la compra de alimentos, pero recuerdan que cualquiera puede ayudar a través de donaciones de comida o aportes económicos para la compra de los mismos. Esperan que este año, y si la pandemia lo permite, puedan retomar las actividades que han suspendido y ofrecer un nuevo curso para personas en situación de desempleo con orientación en base a  sus capacidades.