El sexteto femenino deslumbró al Espacio La Granja ayer, sábado 11 de marzo, con El sonido de las caracolas, una travesía por la vida de muchas mujeres a lo largo de la historia de Canarias. Representándolas a través de la música, Las Caracolas contaron anécdotas, conseguidas en entrevistas, de las «guerreras» que dieron forma a las islas que conocemos hoy en día. El hilo conductor de la noche fueron los mismos municipios y ciudades de Tenerife, como San Cristobal de La Laguna o Puerto de La Cruz; lugares donde vivieron las protagonistas de las historias de las canciones.

Sobre el escenario se estrenó con fuerza la banda tinerfeña Caracolas  integrada por Nuria Hernández como voz solista, Aborá Cel Abreu con el violín y los coros, y Aileen López y  Karina Martín con la percusión. A continuación, Iván Prado irrumpió en el escenario, haciendo que el público lo arropara con aplausos. Primero, dio las gracias por asistir a los presentes y  en especial a la Asociación Pallasos en Rebeldía por su trayectoria solidaria durante años apoyando estos eventos. Minutos más tarde, inició la lectura dramatizada de los poemas del libro, que dedicó «a todas las mujeres que sostienen el pueblo palestino en situaciones de precariedad y luchan para salvar sus vidas».

«Debemos mirar hacia arriba»

A continuación, comenzó la actuación aérea por parte de la compañía Kanbahiota Troup. La acróbata sorprendió al público con su espectáculo lleno de fuerza y acompañado de música dramatizada. Al finalizar golpeó con patadas enérgicamente un muro de cartón de la decoración, con el que pretendía simbolizar el muro que debemos derribar en Palestina e invitó al público a «mirar hacia arriba, que nos hace falta, sobre todo aquí en el presente cuando estamos tan cabizbajos dentro de las pantallas».

La gala continuó aumentado el interés de todos los presentes, que disfrutaron nuevamente de las maravillosas voces de la banda Caracolas, acompañadas de la actuación de Kanbahiota Troup en una de las tres canciones en las que se adentraron. Además, en la canción final se unió Iván Prado relatando más poemas del libro con la música de fondo, provocando dramatización en sus palabras y incitando un mayor interés a los espectadores.

Los problemas técnicos no impidieron continuar el acto

Para finalizar el evento se proyectó un vídeo, que aunque por problemas técnicos no se pudo ver completo, mostró de forma clara y cercana a todas esas personas reales que sufren situaciones precarias en Israel. También evidenció la labor de las organizaciones solidarias que pretenden aumentar la visibilidad a situaciones que tal vez no nos afecte tanto al primer mundo, pero que deben ser importantes para toda la humanidad. Este video rindió homenaje a las mujeres y niñas de Palestina que conviven continuamente con conflicto militares y que luchan cada día dándonos una lección de dignidad.

Debido a numerosos cortes del video para intentar solucionar el problema, Iván Prado entretuvo al público con risas y chistes. «Si alguien me puede dejar un poco de agua por favor, y no es broma», «parece que el video va poco a poco, mejor eso que nada», fueron algunas de sus frases para distraer la atención. Esto dio pie a que el autor relatara una de sus vivencias más duras en Palestina en el año 2003. Se disponía, junto a sus compañeros, a actuar como payasos cuando comenzaron a bombardear el campo de refugiados donde se encontraban en ese momento. «Abrí la puerta de la sala de escobas donde nos encerramos y vi como niños y niñas cantaban y aplaudían para evitar el miedo», relató conmovido, «en ese instante me di cuenta que quería dedicarme a esto, como por unos minutos de risa o canto se podía olvidar el caos de la guerra».

Llegando al final, se unieron al autor en el escenario, las integrantes de la banda Caracolas, la presentadora Elena Castillo, así como la artista acróbata para dar la despedida y, nuevamente, las gracias al público. «Quiero hacer llegar un abrazo solidario a todas las mujeres en Palestina y para ello os pido que os levantéis y golpeéis vuestro pecho», dijo Iván Prado afligido. El teatro se puso en pie y comenzaron las palmas, mientras Nuria Hernández cantaba, el público le seguía el ritmo con sus aplausos. Finalmente, el acto acabó pidiendo «Free Palestine» a la vez que el autor sacudía la bandera de Israel, lugar en el que se vive en condiciones en las que no se respetan los derechos humanos.