Hillary Clinton – Periodismo ULL https://periodismo01.ull.es Diario digital de la Universidad de La Laguna Fri, 19 Oct 2018 12:24:54 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 https://periodismo01.ull.es/wp-content/uploads/2016/04/cropped-PULL_Redondo-1-32x32.png Hillary Clinton – Periodismo ULL https://periodismo01.ull.es 32 32 «El futuro de este país depende en gran medida de todos sus periodistas» https://periodismo01.ull.es/el-futuro-del-pais-depende-mucho-de-sus-periodistas/ Fri, 19 Oct 2018 09:01:40 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=80463 Después de haber vivido del periodismo en Estados Unidos desde los veinte años, María Rozman regresa a su tierra, Tenerife, para pasar más tiempo con su familia. El pasado miércoles visitó la Pirámide de Guajara para impartir una charla sobre su trayectoria profesional y la situación de los medios de comunicación a los estudiantes de primer año. En el encuentro comentó que, a pesar de haber estudiado Derecho en la Universidad de la Laguna, siempre quiso ser periodista. La tinerfeña tuvo su primer trabajo de reportera en Univision para luego trabajar en Telemundo y CNN. Ha sido galardonada tres veces en los Premios Emmys y nominada en ocho ocasiones.

El documental de las pandillas salvadoreñas toca temas muy fuertes como la extorsión y el tráfico de personas. ¿Cómo aborda una información tan delicada sin perder la esencia de la misma?  «La idea del reportaje era tener un mensaje positivo. La guerra de los salvadoreños viene con la lucha contra el gobierno, y la única manera de hacerlo es si buscan armas, porque si no los militares los matan. Cuando vives en esa violencia constante estás un poco insensibilizado, si esto lo extrapolamos en Estados Unidos es totalmente alarmante. Gran parte de su modo de hacer las cosas lo aprendieron en Los Ángeles. Queríamos presentar por qué han surgido estas pandillas, cómo operan y qué se puede hacer para ponerles fin. Ofrecer una solución para que las personas no se sientan impotentes ante todo eso. Si quieren ayudar lo pueden hacer».

«Estamos equivocados al creer que solo las noticias negativas venden»


¿Se establece algún límite cuando presenta alguna noticia o investigación sobre temas muy violentos? «No creo en utilizar el morbo. En Estados Unidos no se puede publicar contenido así y, quizás, por eso me he acostumbrado. No todo vale y hay que tener cuidado con la sensibilidad de las personas, saber lo que aporta y lo que no. Estamos equivocados al creer que solo las noticias negativas venden, ya que exponer lo positivo también es importante. Insensibilizamos al público si solo ponemos lo adverso. No creo que se deba ir al extremo solo para vender un periódico porque al final acaba siendo contraproducente. En esa parte he sido muy rígida. Al final puedo vivir mirándome al espejo y sigo manteniendo lo que he querido en la línea».

Entrevistar a los políticos debe ser complejo. ¿Tiene alguna técnica para sacar aquello que quieren ocultar? «Es la técnica de cada periodista. En principio, es no crear un ambiente de hostilidad, hacer que se sienta cómodo para poder enfocar la conversación, saber a dónde quieres llegarle y tener algo un poco preparado para así no irte por las ramas. Debes saber muy bien quién es la persona con la que estás hablando y no tener miedo a pedir aclaraciones. Seguir insistiendo. Si ves que la primera pregunta no está llegando, se debe plantear de otra forma. Es un poco de psicología. También es importante entender que tú no estás ahí para atacar a nadie, estas ahí para buscar respuestas. No eres portavoz de ellos ni trabajas para la oposición, estas ahí para sacar una respuesta».

«Puedes preguntar lo que sea y Obama te va a responder lo que él quiere»


¿Es difícil evitar las respuestas que los políticos siempre tienen bajo la manga? «A veces es muy difícil o imposible. Poco se van a salir de lo que tienen preparado y Obama es muy bueno en eso. Tú puedes preguntar lo que sea y él te va responder con lo que él quiere. Hillary Clinton no. Yo la entrevisté en 2008, durante las primarias contra el propio Obama, y ella se molestó con mi pregunta. Todos le preguntaban qué haría si ganaba y yo le pregunté qué haría perdiera, si trabajaría con Obama. Ella se molestó y se fue; se podría haber ido por la tangente pero no lo supo manejar».

Elaboró un documental sobre la vida de un boxeador. ¿Cómo hace para no invadir la privacidad del protagonista? «Esa persona sabe a lo que se expone. Cuando vas a trabajar con ellos tienes que dejarles saber el ángulo que va a tomar, qué es lo que tú quieres conseguir y cómo lo vas a sacar. Si engañas para sacar la información es una falta de ética. Tienes que tener información de ambos lados, si se trata de algo polémico y esa persona lo sabe, tiene que saber entender. Le estas dando la oportunidad de que se explique y de dar su punto de vista sobre la historia, puede que el producto final no le guste pero es importante mantener la honestidad».

Ha compartido un rato con algunos estudiantes de primero. ¿Hay futuro en el periodismo español? «Por la parte que vi, sí. Los vi muy atentos y haciendo preguntas muy interesantes, creo que eso debe hacer un profesional. Alguien que atiende, ve lo que ocurre y quiere informar. El futuro del país depende, en gran medida, de sus periodistas. De estos grupos salen muchos enfoques laborales, pero habrá un grupo crítico y analítico que busque la verdad, los llamados soldados de la verdad».

]]>
¡Cómo nos escandalizábamos el miércoles! https://periodismo01.ull.es/como-nos-escandalizabamos-el-miercoles/ Sun, 13 Nov 2016 08:00:17 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=9713 Gabrielle López es una joven anglocanaria de 27 años que reside en Kensington, uno de los barrios más exclusivos de Londres. Se dedica a la banca y es una persona profundamente religiosa. Suele moverse en los círculos más distinguidos de Gran Bretaña, calzar zapatos de más de 900 euros y bolsos que superan las cuatro cifras. Toda una esnob a ojos de un ciudadano corriente. Un tanto excéntrica y clasista, tal vez. Conservadora, seguro. Pero la realidad dista bastante de estos prejuicios. En las pasadas elecciones generales de su país, Gabrielle votó al Partido Laborista de Ed Miliband. Un partido que, en España, etiquetaríamos como progresista. ¡Menuda contradicción! Aunque su voto no haya ayudado a desplazar a los conservadores a la oposición, siente que hizo lo correcto. Al fin y al cabo, nunca ha entendido el porqué una persona puede renunciar a sus valores de la noche a la mañana.

Por eso, la joven economista se levantaba esperanzada la mañana del pasado martes 8 de noviembre. «Tenía claro que Hillary Clinton (Partido Demócrata) iba a ganar las presidenciales norteamericanas. Iba a ser la primera mujer en la historia [en convertirse en presidenta de los Estados Unidos]…», comenta con un hilo de voz, casi entre susurros, tras el auricular del teléfono. Pero su ánimo se desvaneció nada más acceder a la versión digital de The New York Times. «Trump triumphs (Trump triunfa)», rezaba el titular principal. Gabrielle apenas recuerda lo que hizo el resto de aquella jornada. «Estaba conmocionada, paralizada y enfadada. ¿Cómo podía haber ganado el machista y xenófobo Donald Trump (Partido Republicano)?», expresa.

Algo que nadie parece entender


Tras la difusión de las imágenes de Trump celebrando su victoria o durante su visita a la Casa Blanca, su nuevo hogar desde el próximo 20 de enero, donde se reunió con Barack Obama, el mundo entero ha ido entendiendo que el magnate es ya el presidente americano. Y digo entendiendo, porque todavía son muchos los que se resisten a asumir los resultados.

Es verdad que Trump es un personaje provocador, arrogante, histriónico, propenso a proferir majaderías, con un aspecto que puede resultar bastante repelente. Pero, precisamente por esto, se hace más necesaria una explicación convincente de su inesperado triunfo, una interpretación algo más profunda que calificar de ignorantes e inmorales a sus votantes. No es argumento serio afirmar sencillamente que son estúpidos todos aquellos que no votan a los míos», escribían Javier Benegas y Juan M. Blanco en un artículo publicado ayer en Vozpópuli. «(La mayoría de analistas, politólogos y periodistas) se resisten a bajar de su nube, a analizar lo sucedido prescindiendo de sus preferencias y prejuicios», enfatizaban.

A lo largo de estos cuatro días, he podido escuchar conversaciones en cafeterías en las que sus interlocutores, escandalizados, se llevaban las manos al pecho con cierto temor en las miradas. «Estallará la III Guerra Mundial con Trump al mando del país más potente [militarmente hablando]», decían unos. «¿Y si construye de verdad un muro en la frontera con México?», se preguntaban otros. Si bien es cierto que no puedo aportar ninguna respuesta satisfactoria a estas cuestiones, sí que puedo traer a colación otras ideas que me han llegaban mientras esperaba mi turno en una charcutería: «Trump es muy ruidoso, pero será un buen presidente», comentaba un señor de unos cuarenta años de edad. «¡Por supuesto! Es más, todos saldremos beneficiados… ¡Sabe de negocios!», le respondía su esposa.

Un sinsentido


Cuando regresaba a casa, pasé por las puestas de una cervecería que está al final de mi calle. Los clientes también hablaban de Trump. «Nosotros (en referencia a los españoles) deberíamos poner un muro que nos separe de Marruecos», mascullaban. Al parecer, el discurso del republicano ha calado en nuestra sociedad. Una sociedad que, por cierto, ha mostrado paradójicamente un rechazo feroz al ya presidente electo, definiendo sus propuestas como un sinsentido. Con todo, me pregunto si nos hemos olvidado de que muy cerca de nosotros, en Ceuta y en Melilla, existe una auténtica valla que «tiene tres metros de alto, pura concertina, un grueso alambre de púas en espiral que corre en paralelo a lo largo de los 11,5 kilómetros de la triple valla española, y va acompañada de un foso de 2,5 metros de profundidad», tal y como podíamos leer en una pieza de El País hace unos meses. «Marruecos acaba de terminar de construir, a tan solo un puñado de metros de la alambrada melillense, su propia verja en su territorio (…) para el control de los flujos migratorios para España y Europa». ¿Nos escandalizamos con estas informaciones, tal vez, la mitad de lo que lo hacemos con las promesas de Trump? Sí, lo sé, seguro que argumentaremos que son cosas totalmente diferentes, que es mejor no comparar.

En lo que respecta a Gabrielle, no duda que la decisión del pueblo americano ha sido democrática, pero no por ello necesariamente correcta. Aún así, no olvida que Gandhi dijo una vez: «Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio». A nosotros, como sociedad y como humanidad, nos sigue faltando la reflexión y la humildad. En soberbia y en prejuicios ya somos expertos…


Si te apetece leer mi análisis sobre lo que nos cuenta el estilo de Melania Trump, clica en:

mel

]]>