Rutas por la igualdad – Periodismo ULL https://periodismo01.ull.es Diario digital de la Universidad de La Laguna Wed, 16 Mar 2022 20:29:48 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 https://periodismo01.ull.es/wp-content/uploads/2016/04/cropped-PULL_Redondo-1-32x32.png Rutas por la igualdad – Periodismo ULL https://periodismo01.ull.es 32 32 Las mujeres trabajadoras que tejieron la historia de la ciudad lagunera https://periodismo01.ull.es/las-mujeres-trabajadoras-que-tejieron-la-historia-de-la-ciudad-lagunera/ Tue, 15 Mar 2022 07:00:58 +0000 https://periodismo.ull.es/?p=195381 La Concejalía de Comercio, Turismo y Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de La Laguna rindió especial homenaje a todas las mujeres que ejercieron labores vitales para el crecimiento de dicha ciudad con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer. En colaboración con Adaris Canarias, la ruta guiada Trabajadoras. Oficios femeninos o desempeñados mayoritariamente por mujeres en la historia local organizó un recorrido de hora y media por el casco antiguo lacunense con la finalidad de visibilizar las tareas y la dedicación de este colectivo tan desprestigiado y olvidado. El itinerario y las fotografías de antaño facilitaron la visualización de estas memorias.  

El evento, que abarcó del 10 al 13 de marzo, pretendía mostrar cómo las mujeres de la época eran polifacéticas, multiocupadas y auténticas luchadoras. A pesar de ser reconocidas de manera exclusiva por sus ocupaciones domésticas como amas de casa, ellas realizaron trabajos que requerían esfuerzo físico, paciencia y minuciosidad: eran lavanderas, aguaderas, santiguadoras, recolectoras de la cochinilla, agricultoras del plátano y tomate, criadoras de pavos, vendederas, artesanas, bordadoras y cigarreras. En todas estas profesiones no recibían ninguna remuneración ni estaban nunca en los puestos de mando, pues se consideraba una simple aportación a sus familias.

Elisa Falcón muestra fotografías inéditas de La Laguna antigua. Foto: L. Rodríguez

La ruta comenzó en la Plaza de la Junta Suprema, donde antes había una laguna y en la actualidad se ubica una placa con el plano más primitivo de la ciudad, trazado por Leonardo Torriani en 1588. Uno de los oficios de eminencia femenina fue el de las lavanderas. Para ello, se instalaron lavaderos en La Laguna, el primero fue en 1625.

Ellas solían ser negras y esclavas, solteras o viudas que lavaban la ropa de las casas pudientes. Primero, la tendían en el suelo para que absorbiera el sereno, en un proceso que llamaban «curar la ropa», y así podían eliminar las manchas con más facilidad. Después de enjuagar y jabonar las prendas, con fuerza y con sus propias manos, las extendían en los campos de trigos para su secado al sol. Este era un proceso agotador y del que no obtenían remuneración.

Las mujeres fueron objetos y no sujetos


Los escritos, cartas y testimonios que se conservan, aludían a “infelices y útiles féminas” de “condiciones humildes” entregadas al cometido de lavanderas, que limpiaban atuendos mientras estaban semidesnudas. No obstante, estas declaraciones no eran ciertas: sus vestidos se humedecían y adherían al cuerpo, lo que hacía pensar en su desnudez. Como consecuencia, se cerraron ciertos lavaderos para resguardar a las obreras de la vista pública.

Las aguaderas cargaban cántaros de agua en la cabeza, un trabajo que implicaba realizar a pie trayectos largos y fatigosos. Era muy común verlas andar descalzas, con sus descendientes enganchados a la cadera. En cuanto a las santiguadoras, la mayoría de ellas viudas, eran miradas con recelo y admiración. La Inquisición las acusaba de ser brujas y hechiceras, pero sus rezados curaban enfermedades culturales como el mal de ojo, la culebrilla, la erisipela, el susto, la insolación o las hernias umbilicales de bebés. También asistían partos y hacían pruebas de embarazo.

Seña Lugina fue una de las santiguadoras canarias más famosa y solicitada. No tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, por lo que aprendió los rezados que su madre le enseñó, pues esta labor era solo de mujeres. Existe un libro en el que se recogen sus oraciones y se cuenta que nunca cobraba por sus servicios: ella solía decir «la voluntad».

Parada en la Catedral en honor a las vendederas o gangocheras. Foto: L. Rodríguez

La ruta avanzó e hizo una parada en la antigua Calle de los Molinos, ahora Núñez de la Peña, para destacar la ocupación de las mujeres en la agricultura y ganadería. En el siglo XIX la mayoría de la población pertenecía a la clase trabajadora y, en concreto, al mundo agrario. Y las féminas eran las encargadas de cultivar el tomate y plátano, alimentar al ganado, recoger los huevos y procesar los quesos y las morcillas. Fue una entrega total sin honorarios.

Los festejos de Navidad se caracterizaban por los encuentros con las vendederas o gangocheras de la ciudad de La Laguna, pero también de toda Canarias. Ellas vendían dulces recién horneados y pasteles salados con arte y picardía. Se trataba de un oficio estacional que compaginaban con las constantes tareas de la casa: cocinar, cuidar, limpiar.

Las vendederas estaban durante todo el año en la antigua Plaza del Mercado, hoy el Adelantado. Estas mujeres fueron, por lo general, viudas, solteras o esclavas que recibieron un puesto en el mercado para conseguir unos ingresos hasta el matrimonio. Ofertaban productos variados: frutas, bubangos, limones, carnes o pescados.

Las mujeres multiocupadas de La Laguna. Foto: L. Rodríguez

La explotación de la cochinilla, también denominada grana, fue crucial para el desarrollo económico de las Islas; y las muchachas pobres y solteras trabajaban todo el año en estos cultivos, sin olvidar a las niñas. En cambio, los hombres no servían para esta profesión, ya que carecían de la templanza y meticulosidad de ellas. En Canarias, el tinte rojo de la grana, el oro rojo, se comercializó gracias a todas las que dedicaron largas jornadas bajo el sol.

La ruta Trabajadoras. Oficios femeninos o desempeñados mayoritariamente por mujeres en la historia local  se acercaba a su fin, y la guía Elisa Falcón resaltó 3 ocupaciones más que fueron de prominencia femenina: las paveras, ellas criaban y engordaban a los pavos para las comidas de Navidad; las bordadoras, sobre todo eran monjas que cosían porque tenían que ganarse la vida dentro del convento, y las cigarreras, que fabricaban los cigarros y los empaquetaban en cajetillas. Las tabaqueras fueron denigradas y cobraron hasta un 30 % menos que los hombres.

Esta actividad aspiraba a la concienciación de todos los oficios que desempeñaban las mujeres en sus vidas multiocupadas. Ellas forjaron, con sudor y sacrificio, el presente de las Islas, de la ciudad de La Laguna. Y abrieron un camino de igualdad a las próximas generaciones femeninas, para que cumplan sus sueños en honor a todas ellas.

]]>
«Empaqueté mi bicicleta y me fui a recorrer varios países del Mundo» https://periodismo01.ull.es/empaquete-mi-bicicleta-y-me-largue-a-recorrer-el-mundo/ Sat, 27 Oct 2018 11:01:55 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=81775 Cristina Spínola, periodista y escritora canaria, impartió el pasado miércoles 24 de octubre la charla Rutas por la igualdad en el Museo Arqueológico de Puerto de la Cruz. La deportista compartió sus experiencias tras convertirse en la primera mujer española que recorrió el mundo en bicicleta sin apoyo técnico. Con pocos acontecimientos negativos y trabajando mientras emprendía su camino, conoció 27 países y pedaleó casi 30 000 kilómetros en solitario. De esta manera, busca impulsar sobre todo a las mujeres para “que las únicas cadenas que lleven sean las de su bicicleta”.

¿Cuál era su razón principal, su motivación y lo que le hizo tomar la decisión de irse? «No estaba satisfecha con lo que hacía. Se me iba la vida y seguía estancada en Canarias. Además, me harté de ejercer como reportera, además de contar siempre los pequeños problemas de la Isla, como el alcantarillado. Quería encontrar significado y propósito, conectarme conmigo misma y con el mundo. Por ello, vendí todas mis cosas, empaqueté mi bicicleta y me largué. Mi objetivo era recorrer centímetro a centímetro cada país, sensibilizarme y convertirme en un ser humano».

Con respecto a promover la autonomía e independencia de las mujeres ¿cómo era el proceso? «Mi plan era muy grosso modo, ya que no tienes idea a dónde vas ni lo que te puedes encontrar. Mi intención era dar charlas y conectar con las comunidades. Esta era una manera bonita para conocer gente de esos lugares y crear vínculos”.

¿Cómo fue el proceso de supervivencia y resistencia física? «La preparación la iba construyendo en el camino, no era una carrera y no había nadie esperándome con un cronómetro. Con respecto al proceso de supervivencia, yo sabía los países a los que quería ir y cuánto tiempo quería estar, pero todos los días no sabía dónde iba a dormir. Me llevaba mi tienda de campaña y, si encontraba un lugar seguro, resolvía la situación. También buscaba en páginas como CouchSurfing. Aprendí que algunas veces planificar es perder el tiempo. Tienes que ir adaptando las rutas, ya que nunca sabes lo que va a ocurrir puesto que las situaciones políticas cambian y  pueden cerrar fronteras de un día para otro».

«Los que estudiamos Periodismo tenemos que hacer algo para crear un mundo mejor»


Su activismo por las mujeres empezó durante su periodo en Televisión Española. ¿Hubo algún suceso en particular que le haya marcado e influido en su decisión? «El programa que yo presentaba se llamaba Crónica de los sucesos. Me daba rabia que todo estuviera relacionado con la violencia de género. En esa época, España era líder en el ranking europeo. Nosotros como periodistas, los que estudiamos deontología profesional, tenemos que hacer algo para crear un mundo mejor. No estamos solo para acabar con la vida de la gente como hace la prensa rosa, o para servir a los intereses de los poderes públicos. Cada vez el Periodismo es menos independiente y debemos hacer algo, tenemos una obligación moral. Yo no solo estudié para enriquecerme, sino para ayudar a la gente y aportar algo».

¿Su familia la impulso a la aventura o fue por decisión propia? «¡Qué va! Los engañé diciéndoles que me iba a trabajar a Sudáfrica, pero se enteraron porque me hicieron una entrevista en un periódico de Lisboa. A mí me educaron en una familia tradicional, católica y de derecha para ser madre de familia. Me eduqué en Las Teresianas, el centro más elitista de la época, y lo que me enseñaron fue encaje de bolillo, en vez de enseñarme alemán».

¿Cuál fue el país en el que tuvo más dificultades para transmitir el mensaje y conectar con las personas? «Los países musulmanes, además de que debía tener mucho tacto y cuidado. Había sitios donde no decía nada para no herir ni sensibilidades ni culturas. Hay lugares donde solo se preocupan por qué van a comer, no por entender tu mensaje de igualdad. En Latinoamérica ocurrió igual e intentaba convencer a las mujeres. Conocí a buenas familias con equilibrio, pero ellas siempre trabajan más, tanto dentro como fuera del hogar. No he visto a ningún hombre que no llegue a casa y no se ponga a ver la televisión mientras ella se ocupa de la comida y los niños. Sí, hemos avanzado, lo reconozco, pero siguen siendo machistas».

«Los hombres siempre son los privilegiados»


¿En algún país presenció algún tipo de discriminación hacia los hombres? «Sinceramente no, siempre son los privilegiados. Nunca he visto a un hombre maltratado durante mis viajes.  Constantemente observaba a las mujeres con un moretón en el ojo, con un montón de niños, trabajando en la casa y, al varón, muy bien».

¿Qué consejo le daría a los estudiantes de Periodismo para que utilicen su tiempo eficazmente en la universidad? «Les diría que empezaran a trabajar cuanto antes en medios de comunicación, ya que necesitan becarios para sacar el trabajo adelante. Yo empecé en mi primer año en Radio Nacional de España y luego me fui a Prensa Ibérica. Con respecto a mi Erasmus en Bélgica he de decir que fueron los mejores años de mi vida. Todos deberían irse, es como la mili, pero más light. Te saca de tu entorno, no puedes refugiarte ni en familia ni en amigos y eso hace que te descubras. Por otro lado, al irte a un lugar más desarrollado que España, aprendes de una sociedad más avanzada, además de un idioma que podrás aprovechar en el futuro».

«No pasa nada si no tienes todo controlado. Hay que vivir el ahora y buscarse la vida»


¿Cuál ha sido una de las mayores lecciones de vida que ha aprendido, algo que le haya cambiado la perspectiva a medida que viajaba? Lo que más tenía en mente durante todo el viaje es que no pasa nada si no sabes lo que va a ocurrir, si no lo controlas todo. Hay que soltar y pensar que va a pasar lo que tenga que pasar. Por ejemplo, ningún día sabía dónde iba a dormir y no pasa nada. Confío en mis posibilidades, soy suficientemente inteligente para solucionar y buscarme la vida. Quizás esa fue mi lección del viaje. No pasa nada si no tienes todo controlado.

¿Le gustaría volver a trabajar en los medios o prefieres seguir por su cuenta? «No, nadie quiere volver a peor, sino progresar e ir teniendo mejor calidad de vida. Aspiro a vivir de mis libros, de mis vídeos de YouTube y mis conferencias. En definitiva, ser mi propia jefa. Al principio se puede pasar por un medio para que te modele, para aprender de los grandes y, luego, volar tu sola».

Después de presenciar tantas realidades, ¿qué mensaje quisiera transmitir? «Con respecto a la igualdad creo que sí se puede lograr, pero por lo menos tardará cien años en los países desarrollados; en los pobres, mucho más. Es igual que el movimiento de la abolición de la esclavitud, donde se logró tener un presidente de color. Si esto es posible, nosotras también podemos. Por otra parte, hay que salir, ya que el mundo es maravilloso. Es mucho mejor de lo que dicen, la gente es hospitalaria y bondadosa. Esperaba encontrarme con las guerras que nos reflejan los medios de comunicación, pero no, la gente te regala sonrisas continuamente y te da todo lo que posee, a pesar de que no tenga nada».

]]>