Pagnussatt comenzó explicando que Shiva destaca tres principios del ecofeminismo: que la tierra es un ser vivo y sustento de toda la vida; que la naturaleza y la mujer han sido sometidas bajo el dominio del patriarcado siendo necesaria la liberación de las mismas para ser reconocidas como protagonistas de un nuevo modelo de sociedad; y el respeto por todos los seres vivos.

“Las mujeres del tercer mundo se suelen visibilizar como víctimas del patriarcado. Esta filósofa le da un giro y las convierte en parte de la solución, en sujetos políticos activos”, añadió. La ponente afirmó también que «el feminismo que no es ecologista es una reproducción del patriarcado».

Entre los ejes filosóficos de Shiva se encuentran el poder de la mujer, la subsistencia y la justicia social unida a la ambiental. Una característica fundamental de la pensadora es la lucha constante desde la no violencia. Entre sus logros destaca la paralización de la patente contra el trigo.

«La satisfacción de las necesidades requiere la protección de la naturaleza como fuente de sustento»

La filósofa defendía la economía del sustento, que consiste en sustituir la productividad del capital como vía de obtención de beneficios por la reproducción y creatividad de la naturaleza como fuente primordial de riqueza. Es decir, «un modelo que se centre en las personas y no en los beneficios».

El objetivo es establecer una distribución justa y equitativa de la riqueza y restaurar el derecho de las comunidades sobre sus territorios, recursos y decisiones productivas. La ponente resaltó que el problema ecológico es un problema de justicia y que «la satisfacción de las necesidades requiere la protección de esta como fuente de sustento».

“La economía de mercado vende lo que produce y compra lo que necesita y esto es horrible, porque se compra a los países ricos y a los del sur se les especializa en una producción secundaria, por tanto deben comprar lo que consumen. No pueden cubrir sus necesidades porque venden todo. Es terrible y una injusticia social”, concluyó Pagnussatt.

Guerra explicó que las mujeres se han incorporado al trabajo asalariado, pero “tienen más tiempo dedicado al doméstico y al cuidado”. Según ella, esto se constituye como una de las bases del sistema económico que solo se interesa por las masas monetarias, y los trabajos de cuidar “han quedado al margen de esa monitorización y está sostenido por las mujeres”.

La ponente afirmó que, para la feminista Mariarosa Dalla Costa, el desafió del movimiento que defiende la igualdad entre géneros es el logro de “un nuevo tipo de desarrollo en el que la reproducción humana no esté construida sobre un insostenible sacrificio de las mujeres como parte de una estructura que solo contempla al tiempo de trabajo dentro de una intolerable jerarquía sexual”.

Para Guerra, el modelo dominante está basado en la vulnerabilidad y en la invisibilidad del trabajo de las mujeres. “El cuidado no está en el centro de la política, sino todo lo contrario”, añadió.

“Las mujeres tienen más tiempo dedicado al trabajo doméstico y al cuidado”

La ponente quiso destacar tres estrategias de debate de Diana Maffía. La primera sería desnaturalizar el cuidado, es decir, universalizarlo. La mujer está constantemente relacionada con este elemento ya sea por estar a cargo de sus hijos o progenitores. Para acabar con esto, “deberíamos cambiar todos esos mensajes que se difunden, sobre todo en televisión, y diseñar políticas educativas para plantear que esta tarea es de todos y todas, siendo necesario empezar por uno mismo», propuso.

Otra solución, según Maffía, sería desprivatizarlo y, por último, desmercantilizarlo, es decir, posicionarse ante el capitalismo, ya que hay esferas de la vida que no deberían ser tocadas por el mercado. “No solo hay que desmontar esa idea de la mujer y el cuidado, que es una preocupación del ecofeminismo. También la del hombre y la constante reafirmación de su virilidad”, concluyó Guerra.