María del Pilar Lojendio Quintero es vicedecana de la Facultad de Humanidades y profesora de la Facultad de Filología en la Universidad de La Laguna. Ejerce como investigadora especializada en el área de Lenguas Latinas y abre sus puertas a PERIODISMO ULL para hablar sobre el mundo clásico, su pervivencia en el panorama actual y los arquetipos femeninos.
¿Cuáles han sido sus líneas de investigación hasta ahora? «Comencé con Lingüística, con las inscripciones, aquello que se denomina latín vulgar. Tengo algunos artículos más en ese campo y en esa misma línea, pero un poco más actualizada. Además, he trabajado en Fraseología, la cual está relacionada con el habla popular, más cotidiana, y en ella entraría tanto los refranes y lo que se ha llamado locuciones tales como la gota que colma el vaso o coger el toro por los cuernos».
¿En qué medida cree que nos beneficia guardar esos conocimientos? «Creo que hay un continuo en muchas expresiones, mucha riqueza léxica desde la Antigüedad hasta ahora. Evidentemente, desde el punto de vista cultural, las unidades fraseológicas están muy relacionadas con la base cultural, que nos viene indudablemente del mundo clásico. Estas se han ido transmitiendo a través de todas las etapas y las hemos heredado».
«Estamos trabajando en un texto médico que saldrá este año»
También ha estudiado sobre el tratado de médicos latinos. «Exactamente. Tenemos prácticamente traducido un texto médico del siglo I d.C que saldrá este año. Era de un médico latino con procedencia griega. Lo suponemos, ya que eran los esclavos quienes se dedicaban a la medicina debido a que las artes que se practicaban con las manos era obra de los sirvientes, mientras que la gente libre se dedicaba a pensar. Eran importantes pedagogos y enseñaban griego o astronomía, a los hijos de las grandes familias en Roma que en algún momento se podían encontrar bajo la protección de algún señor o mecenas».
¿Y qué se dice en este texto? «Se trata de una farmacopea, un tratado que se puede dividir en tres partes y en donde habla de lo que hay que tomar para cada una de las dolencias. Empieza, como es normal en los textos antiguos, por la cabeza hasta los pies; otra parte relativa a los venenos y cómo se combaten; y otra de emplastos».
«Algunos tratados de Educación Francesa hablan de personajes que ya aparecen en la Antigua Roma»
Una de sus más recientes investigaciones versa sobre los tratados de Educación Femenina en la Edad Medieval, ¿qué podría decir de los mismos? «Es un proyecto nacional con otros compañeros de francés que trabajan junto a los filólogos latinos. Estudiamos los arquetipos femeninos que tenemos en la Edad Media francesa. Lo que hacemos es analizar cómo esos modelos que encontramos en la literatura y en los tratados de Educación Medieval francés los tenemos ya en la Antigüedad Clásica. Es decir, estudiamos la evolución, tanto si la ha habido como si no. Por ejemplo, hay personajes que se citan ya en los tratados de Educación Francesa y se refieren a ellas de pura y casta como Lucrecia, el cual es un personaje de la Antigua Roma».
¿Y en cuanto a temática religiosa? «Se nombra a Sara, la esposa de Abraham. En este caso, Sara tiene una importancia en la descendencia y en los designios divinos fundamentales ya que todo se basaba en la función reproductora de la mujer. Aunque hay féminas que escapan a ese rol, hay que ver por dónde lo hacen, porque es muy difícil, desde la posición actual de la mujer, retrotraernos y ver todos esos pequeños avances que, aunque no lo parecen, existen. Por lo que intentamos destacar todos aquellos aspectos en la mujer que ya indicaban y significaban un paso hacia delante».
«Es a la mujer a la que se le impone el modelo de sociedad patriarcal»
¿Qué conclusión obtiene? «Pensamos que los arquetipos de la mujer que se han ido conformando están desde la Antigüedad porque partimos, sobre todo, de sociedades patriarcales donde el modelo se le impone a ella. Por ejemplo, en Sara y Abraham se ve perfectamente. Abraham tiene que tener una estirpe porque es el llamado a repoblar el mundo y eso reposa en la mujer. Es entonces cuando ese modelo de sociedad se muestra como patriarcal al utilizarla, puesto que necesita de ella».
Como la sociedad actual… «La sociedad actual tiene esos moldes de la cultura masculina, lo cual se nota mucho cuando no hay mujeres en determinados ámbitos y se realizan consideraciones únicamente de varones. Nosotros trabajamos viendo qué se arrastra desde el mundo Antiguo y qué se mantiene, porque también hay una sociedad que recibe esto, lo acepta y no quiere cambiarlo. Lo interiorizamos sin saber realmente qué arquetipos se nos están imponiendo».
¿Y en cuanto al tratado médico? «Entroncándolo con las mujeres, aunque este no sea un tratado específico de enfermedades de las mujeres, que los hay, cuando se trata de la aplicación de algún medicamento o de alguna fórmula específica, se divide entre hombres, mujeres y niños. Es curioso ya que se distingue la dosificación de los niños y las mujeres. A su vez, nombra enfermedades de féminas, que es importante que lo haga, como referencia a las habidas después del embarazo, los pechos… Cualquier dolencia física relacionada con la reproducción. También encontramos que la base de muchos productos farmacéuticos siguen teniendo la misma composición, como ocurre con la cúrcuma y productos que eran dañinos en la Antigüedad. Todos ellos se siguen manteniendo vigentes con su correspondiente mejora científica».
«Estamos más cerca de los clásicos de lo que pensamos»
Da la sensación de que nos vamos reciclando… «Sí, pero yo creo que, como decíamos antes, tenemos una base con bastante coherencia en el mundo actual. Estamos mucho más cerca de los clásicos de lo que pensamos, lo que pasa es que los sistemas educativos no nos permiten que esto llegue a los estudiantes o a los demás».
¿La figura del filólogo ya no está destinado solo a la docencia? «Efectivamente. A veces cuando los alumnos dicen ¿para qué vamos a traducir esto si ya está traducido? Les respondo que la traducción tiene una vigencia. Por ejemplo, yo presenté un trabajo relacionado con las metáforas sexuales del Satiricón de Petróneo para el Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello. Para la traducción este es un terreno delicado, incluso para expresarlo claramente, puesto que hay mucho tabú, aunque la metáfora sea en sí una figura literaria. Tomé unos capítulos de esta obra de tres traducciones: una de los años 60, otra de la década de los 70 y la última de los 80, a ver cómo se habían tratado».
¿Y qué sacó en claro? «Entre otras conclusiones, vi que las traducciones tienen una vigencia, ya que no podemos seguir manteniendo traducciones de los años 60, sobre todo en temas relacionados con el sexo, religión o política. Una muestra de ello es cómo uno de los traductores de los años 60 traducía homosexual por íncubo. El Satiricón es una novela de aventuras muy cercana y con un habla muy popular, por lo que es imposible mantener esa traducción hoy en día para ese texto. Todo eso es labor del filólogo».