People hold placards reading "Peace" during a demonstration against terrorism, anti-Muslim sentiment and war organized by the collective #NoEnNuestroNombre (#NotInOurName) in Madrid, on November 28, 2015. Leading Spanish actors, journalists and politicians called for a weekend peace protest in Madrid as opposition mounts against the use of force in response to recent attacks like the ones in Paris. AFP PHOTO/ GERARD JULIEN

Una amenaza real

Opinión

Terrorismo: “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”, así lo define el Diccionario de la Real Academia Española. No es casualidad que se llame así, ya que precisamente su éxito depende de su capacidad para sembrar el pánico. Basta con un grupo de hombres armados para crear alarma social. Una amenaza real, cada vez más real. Sin embargo, sobredimensionar el peligro y la inseguridad solo bloquea nuestras mentes. Achantarnos sobre el que se cree más fuerte, le enorgullece.

Europa, víctima del terrorismo


Hasta hace poco, nos consolaba la idea de mantenernos al margen y nos aliviaba saber que, cuando ocurría, era una casual anécdota. Mientras tanto, los terroristas iban consolidando sus bases, fabricando un territorio cada vez más indefenso.

Precisamente por ser el continente más pacífico del mundo, es en Europa donde el terrorismo provoca mayores temores. Barcelona, Manchester, París, Londres, Berlín… aprovechemos la oportunidad de ser ciudades desarrolladas, con suficientes recursos para prevenirse. Toca dejar de lado la improvisación y prepararse para lo que viene. No podemos bajar la guardia ante la ofensiva europea, que se ha convertido en el blanco principal de las bandas yihadistas, o eso parece según de los últimos atentados de Reino Unido: cinco ataques en menos de un año; pero el miedo no soluciona nada.

La pregunta que nos tenemos que plantear es: ¿qué puede hacer cada territorio para prevenirse del extremismo violento? Pese a las grandes dificultades a las que se enfrentan, cada territorio puede (y debe) actuar en contra de las organizaciones islamistas. Deben trabajar al detalle las medidas políticas, elaborando planes de acción eficientes y creando programas de prevención.

Hacemos mal…


La reacción emocional no es suficiente. No basta con demostrar nuestro apoyo a las víctimas y a sus familiares, no basta con publicar hashtags fúnebres y argumentos populistas. Hacemos mal en acostumbrarnos a entender que “no tiene remedio”. Lo hacemos fatal cayendo en que, mientras no nos afecte de forma directa, tenemos que aceptarlo como un mal social. Y, sobre todo, hacemos mal en caer en reacciones desmesuradas en contra de la comunidad musulmana.

Dónde sea, cuándo sea y cómo sea, es momento de exigir dureza política, social, militar y judicial. Es hora de comprender que esta amenaza se puede frenar, hora de apoyar a los países donde mueren miles de personas a causa del ISIS.

Es tiempo, en definitiva, de actuar desde casa, pues como dijo el periodista estadounidense Edward R. Murrow, “nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices”. Entendamos de una vez por todas que el silencio de los indistintos es el verdadero aliado de los enemigos. El terrorismo deja huellas imborrables a su paso. Intenta golpear donde más duele.

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