La tercera adaptación cinematográfica de la trilogía escrita por E.L. James es uno de los estrenos más esperados del año en las salas de cine. El filme, que fue estrenado el pasado 9 de febrero, ha recaudado en poco más de un mes un total de 320,4 millones de dólares en taquilla. Dirigida por James Foley, y protagonizada por la joven Anastasia Steele (Dakota Johnson) y el multimillonario Christian Grey (Jamie Dornan), Cincuenta sombras liberadas es una película que no deja indiferente.
Engaños, control y sexo marcan un drama que mantiene en vilo al público durante sus 105 minutos de proyección. En esta tercera parte, los recién casados se disponen a vivir una romántica luna de miel en la ciudad del amor, hasta que Jack Hyde (Eric Johnson), ex jefe de Ana, regresa con intenciones de destrozar su vida y, sobre todo, su relación.
Entre tantas idas y venidas, el matrimonio parece haberse consolidado. Ya no son aquellos jóvenes que mantenían encuentros fortuitos y exóticos. Ahora son una pareja casada que quieren formar una familia, a pesar de que, en un principio, a Christian le asusta la idea de tener hijos.
Fenómeno mundial
Aunque se trata de una historia mucho más serena que las dos anteriores, en general, las críticas de los cinéfilos apuntan a lo repetitivas que resultan las escenas de sexo, introducidas sin ningún motivo aparente. ¿La finalidad? Recordarnos una y otra vez la razón por la cual la saga se ha convertido en fenómeno mundial.
Esposas, fustas, antifaces y un sinfín de juguetes eróticos aparecen de forma reiterada en la ya conocida Habitación Roja. No obstante, sus relaciones íntimas acaban siendo bastantes convencionales en un filme que, se suponía, tendría que habernos escandalizado.
Aparentemente el multimillonario se mantiene firme en su figura de hombre autoritario y controlador: aparece de forma inesperada para Ana, rastrea su móvil y pone límites a la relación que mantiene con sus amigas. Sin embargo, este Grey liberado no tiene nada que ver con el castigador que un día conocimos. Ahora, más que una actitud dominante, mantiene una conducta bastante infantil, causa de sus celos injustificados.
Un Grey «perfecto»
El protagonista encarna ese perfil de hombre “perfecto” que sorprende a su pareja en cada momento con regalos caros y actividades fuera del alcance de cualquiera. Así, este largometraje muestra también el poder del dinero y de la fama, ya que Ana accede a un puesto de dirección en una importante editorial por ser “esposa de”.
Por su parte, vemos a una Anastasia que deja atrás su papel de sumisa para convertirse en una mujer con poder de decisión. Tanto, como para decidir si prefiere llevar su propio apellido antes que el del señor Grey o contradecir a su marido en medio de una playa de la costa francesa y hacer topless sin su consentimiento. Y precisamente es de consentimiento de lo que habla esta película. De límites. De normalización. De considerar ciertas acciones (celos, persecución, venganza en forma de tortura sexual…) como parte del mecanismo sano de una pareja.