West Side Story se podría denominar como una película dramática musical que fue estrenada en el año 1961. Dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins, su elenco de actores contaba con figuras de la talla de Richard Beymer, Natalie Wood o Rita Moreno entre otros. Candidata a once premios Oscars, ganó diez de ellos, incluido el de mejor película, consiguiendo el récord de victorias para una cinta de estas características. Se puede encontrar una copia en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y fue seleccionada para preservarla en el National Filme Registry.
El argumento, para quien no lo conozca, está basado en las figuras de Rol meo y Julieta de la obra del escritor William Shakespeare, pero con un toque más actual a los tiempos que corrían en aquella época. Imaginemos, años cincuenta, dos bandas de jóvenes inadaptados, los Sharks de Puerto Rico y los Jets de Estados Unidos, se pelean por el control de un barrio empobrecido y dividido por el odio a la inmigración que no para de llegar. Aunque rivales desde sus comienzos, el problema viene cuando María, Natalia Wood, y Tony, Richard Beymer, se enamoran.
Maria, hermana del líder de los Sharks, y Tony, integrante de los Jets, deben evitar que una rivalidad que dura ya mucho tiempo los separe. Con todo en contra y sin apenas ayuda, deberán salir adelante y parar una batalla que podría costar mas que la propia vida. Con la música de Leonard Bernstein, la obra maestra ya estaba creada.
El año 2021 ha sido el de los remakes, spin-off, reencuentros, segundas partes, terceras…Vamos, que es el momento propicio para para que alguien como, digamos, Steven Spielberg piense en hacer algo nunca haya hecho, ¿a qué no referimos? A una nueva versión de un musical muy querido y alabado por la crítica de entonces y la de ahora. Pero, no vamos a crucificar algo que, en teoría, busca una visión más fresca y que trate los problemas de esta de una manera más directa.
Las credenciales ya estaban, solo faltaba sentarse y disfrutar de grandes bailes coloridos; de canciones que nos envuelven y transportan a nuestra niñez; interpretaciones que te dejan sin aire; miedo; angustia por los protagonistas y pesadumbre por lo que pudo ser y no fue. Bien, pues nada de esto ocurre.
Spielberg tenía esa necesidad de llevar un musical a la gran pantalla. Era la espinita clavada que no le dejaba dormir desde hacía muchos años y no había podido realizarla hasta ahora. Tras esto, solo esperamos que se dedique a hacer otras películas como Indiana Jones o cualquiera donde no haya canciones y bailes porque no es lo suyo.
Angel Elgort y Rachel Zegler no dan la talla como los Tony y María del siglo XIX
Un reparto con nombres como Ansel Elgort, Rachel Zegler, Ariana DeBose o la propia Rita Moreno encabezan esta readaptación de uno de los mayores espectáculos musicales del mundo. Pues bien, son un auténtico fracaso. Ahora si, la culpa no es toda del director. El equipo de casting hizo un trabajo horrible eligiendo a casi todo el elenco.
Ansel Elgort y Rachel Zegler encarnan los papeles principales. Si se tuvieran que definir de alguna manera, diríamos que su química es nula, que el actor tiene una parálisis facial durante toda las tomas y que Zegler lo intenta, pero parece más una hippie de los años ochenta que otra cosa.
Ariana DeBose, quien interpreta a Anita, es a la única que se le podría echar el flotador y salvarla, pero con ciertos peros. Aunque tiene una muy buena voz y baila increíblemente bien, el personaje se le queda grande, no lo hace suyo. La realidad es que se echa de menos esa frescura y sangre que mostraba Rita Moreno en la versión anterior. Pero, ante todo, es la que mejor lo hace y más brilla dentro de todo el grupo.
Los números musicales son mágicos y es lo único positivo, además de Ariana, que obtener de las casi tres horas de visionado. Se nota el dinero que hay detrás de la producción y del gran esfuerzo que han hecho por hacerlos más divertidos y actuales a los tiempos de la película, pero también a los que vivimos hoy en día, lo que es de agradecer. El guion, mejor no hacer mención a el, sobre todo por los protagonistas, porque no puede pintarlos peor de lo que lo hace.
La crítica está muy repartida. Detractores y defensores se enzarzan en una dura batalla para apoyar su postura, pero, al final de todo, quien decide es el público, y con la caída en taquilla y los malos pronósticos que la están acompañando, creo que ya sabemos de que lado se han puesto.